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Jane no podía dejar de pensar en su maestro... El solo verlo la ponía de nervios. Si estaba cerca un brillo en sus ojos era perceptible a cualquiera que la viera.
La chica llevaba toda su vida en la preparatoria enamorada del maestro especializado en matemáticas.
Y la maldición cayó sobre ella cuando el mismo maestro debía impartirle otro curso en quinto semestre.

Sin embargo... Ya después de tres semanas comenzado el curso, el destino le tenía algo preparado a la chica.

Sentada y callada en mi lugar, aún con esperanzas de que note mi presencia, pero a la vez de que no me diriga la palabra.
No en este momento. Por ahora solo quiero irme a casa. Y es que es muy tonto, quiero irme pero no quiero dejar de verlo.
Es casi tan tonto como cuando en primer semestre hice examen extraordinario en su materia, solo para verlo una última vez antes de ir a descansar en Diciembre.

El tiempo iba lento y mi mirada no podía apartarse de sus labios. Sus lindos labios con los que muy a menudo tengo pensamientos... El problema es que no son pensamientos cualquiera, y tampoco con una persona cualquiera.
Al parecer nuestro amor está prohibido, y para colmo, la diferencia entre edades.

*oh no, no se acerque, por favor. Santo cielo por favor que no valla a hablarme*

Y así sucedió, no me dirigió la palabra... Simplemente me extendió el marcador para pintarron que tenía en su mano izquierda.

*vaya estúpida eres Jane*
Y es que me la había pasado toda la clase mirándolo como si fuera el mismísimo hércules. Lo miré. El se limitó a reiterar la acción.
           - Por favor ayúdanos a resolver el problema

*¿Problema?*
Problema era en el que me acababa de meter. No puse atención en toda la clase y ahora debía poner en práctica lo que se supone aprendí del maestro.
Obviamente no iba a escribir en el pizarrón todo lo que había fantaseado durante la clase. Una clase en la que no puse atención.

Hize un ridículo de lo peor. Pero por fortuna, la clase termino.

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Recuerdan lo que dije? Bien... Creo que hablé demasiado rápido.

          -Venga por favor- me llamo sentado desde su escritorio. Obedecí inmediatamente la orden y, con algo de miedo, logre acercarme a el a pesar del flaqueo de mis piernas
          -¿Tiene algún tipo de problema?
          -¿Por que?- *es que acaso le interesaba?*
          -¿De veras quieres saber?
          -Disculpe
          -Tengo un grupo de varios estudiantes como usted- calle ante su afirmación -Te veo a las siete en el centro de autoacceso- *¿A las siete?*
           -¿AM o PM?
           -¿A que hora entras a clase?
           -7:00 am
           -Entonces- dijo algo sarcástico
Su mirada fría me hacía temblar. Su rostro sin expresión me producía escalofríos. Si, realmente era un problema tener como maestro al hombre que provocaba todas esas sensaciones en mi.

Salí del aula y me dirigí casi corriendo a casa. Iba con desesperación y a paso rápido, como si eso pudiera hacer que el tiempo avanzara más rápido.

Justo a mitad de camino, un cuerpo imperceptible a mi conciencia (perdida en mi ardiente profesor de Cálculos Mercantiles) se posicionó frente a mi causándome un susto

         -¿Que te dijo?
         -¿Quien?- respondo confundida por el cuestionamiento de mi mejor amiga
         -Orozco!
         -¿Por que te interesa tanto Eli?
         -Es mio y lo sabes- nunca tuve el valor para confesarle a mi amiga que su amor platónico era también el mio.
         -Te lo regalo- solté una risa tratando de parecer indiferente.

Las dos chicas caminaron hasta lo que parecía ser el lugar donde debían tomar caminos separados. Durante las pocas manzanas que caminaron no hablaron más que de cosas académicas. Que la tarea de un maestro que la clase de otro, las mejores amigas no tenían muchas ganas de hablar.

Al llegar a casa, Jane y corrió a encerrarse en su cuarto. La emoción la invadía. Por un momento, supuso que lo que en realidad quería era verla a ella.
Pobre tonta, la triste realidad derrumbó sus ilusiones. Claro, solo seria una simple clase de regularización, aunque por otro lado, vería a su profesor más tiempo.

Pero... ¿Y si ahora debía prestar atención en serio? Una cosa era ir solo a un extraordinario y otra muy diferente ser expulsada de la prepa. Si, expulsada: si repetía la materia iba a ser lo mismo que este semestre ¿Y el extra?
La pobre Jane estaba perdida.

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El reloj marcó las 2:45 de la tarde, y Jane no podía hacer otra cosa que no fuera pensar en el problema en el que se había metido, picoteaba la comida en su plato pero no probó bocado.

           -¿Lo vas a dejar?- Soltó su madre para hacer que la mirada de Jane se posara en ella -la comida
           -No tengo mucha hambre
           -¿Y eso?- Callo. Su madre se levantó y puso el plato en el que degusto sus alimentos en el fregadero -los lavas

Debía comer, aun así no lo quisiera. Tuvo problemas por eso unos días atrás, así que se armo de valor y comenzó a poner la comida en su boca para masticarla apresuradamente.

Terminó sus alimentos y se dispuso a lavar los trastos.

Un silencio ya común estaba presente, como siempre. Al acomodar los trastes que ya había lavado, un plato resbaló de sus manos estallando en mil pedazos. Su madre ni si quiera se molesto en acudir a la escena a ver que sucedía. Jane junto los pedazos rotos del recipiente y prosiguió a barrer los pequeños sobrantes.
Al botar los pedazos grandes de vidrio a la basura, uno de ellos le provocó una herida algo grande en la palma de la mano.

4:30pm cuando Jane estaba en la ducha. Su mano aun le sangraba y la herida le provocaba un ardor terrible debido a la lluvia artificial que la cubría.

Al finalizar la ducha, volvió a trenzar su cabello. Le puso una venda a su mano como si ella fuera su propia madre y acomodó sus útiles en la mochila que solía llevar a la escuela.

Mi lienzo exquisitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora