Creo que estoy a tiempo de detener esto. Por mucho que no quiera debo dejar este juego, soloe traerá problemas.
Pero no quiero dejarlo, ahora es parte de mi y no se si puedo parar.
Debí parar cuando pude.
No, me niego a vivir así, prefiero mil veces ser alguien reconocido por sus estudios a alguien conocido por acostarse con su maestro.
Aunque no quiera, me hace daño y le hago daño a las personas que quiero.
No soy esa clase de persona y aunque deba obligarme a esa idea la adoptare como mía.-Entonces por eso estabas tan rara- soltó después de un suspiro como si quisiera aferrarse a la idea de que lo que acababa de decir era una mentira.
-Lamento no decírtelo antes- dije con toda la vergüenza que podía concentrar, mientras mis mejillas se tornaba de un rojo inmenso haciéndome parecer un tomate.
No dijo nada, y el silencio se hacía cada vez más incómodo. Se levantó y antes de que pudiera salir de mi casa, hablé para defenderme.
-Quiero que esto pare- se detuvo un segundo antes de girar la perilla de la puerta -No quiero vivir así. No quiero seguir con esto.-No puedo creerte- Exclamó casi con la decepción palpable en sus palabras. Yo diría que lloraba si no fuera por que estaba de espaldas. -Quiero creerte pero no puedo Jane.
-No me interesa que me creas Patrick- solté con pesar -Solo necesitaba que me escucharas- hable resignada.
Patrick cerró la puerta y no pude evitar llorar. Miles de dudas y miedos cruzaron por mi mente. Y supuse que no arreglaría nada si soloe quedaba llorando.
Tomé mis cosas y camine por la calle.
Después de pensar por un buen rato decidí que no cambiaría de opinión, arreglaría las cosas de una vez por todas y...
¿Y?
No estaba segura de que hacer después, las cosas que sentía y tantas cosas en mi cabeza no me permitían tomar una decisión más lejana a eso. Así que tomé todo el valor que pude y regresé a casa.
Por la mañana, tuve una sensación de decepción y me volví a preguntar si realmente quería renunciar a eso. No tenía muchas opciones y pensé que si seguía dudando tanto de mi, terminaría de la mano de mi profesor por lo menos hasta que alguien nos delatara.
Supuse que estaba mal.Ya era noviembre, había dias lluviosos y otros en los que no se aguantaba el calor. Ya ni ganas me daban de ir a la escuela y por si fuera poco, no sabía como enfrentarme a mi peculiar problema.
Para mi mala suerte no pude librarme del recorrido tradicional de catrinas anual de la escuela. Y aún peor, Ernesto debía guiar nuestro grupo.
Después de un largo recorrido tratando de no prestarle atención a mi maestro tuve que regresar a casa a hacer mis deberes y a pensar en una buena manera de solucionar todo este embrollo en el que me metí.
Pero oh sorpresa, las cosas no salieron de a cuerdo a mi plan. Ernesto freno en seco una cuadra antes de mi casa y me hizo subir a su auto. Así que el momento había llegado.Subí al auto. Las manos me temblaban y mi respiración se sentía más pesada ahora que estaba dentro.
Perfecto, lo que necesitaba, esta a punto de darme un ataque de pánico justo aquí, frente a mi profesor con el que mantengo una relación secreta.
No sabía exactamente qué iba a decirle, el tiempo pasaba tan lento que sentía que en cualquier momento estallaria y le diría todo lo que sentía en ese momento.-Te ves muy bien Jane- comenzó a conducir.
Había olvidado por completo desmaquillarme.-Gracias- solté. Tenía tanto miedo que podía juntarlos y espantar a alguna bruja con el. -Escucha, no quiero más esto-
Bien, lo dije. Oh maldita sea, lo dije con toda la tranquilidad del mundo.Ernesto soltó una carcajada, pero seguía sin mirarme. Y fue todo lo que ocurrió durante el viaje a su casa.
Parqueo el auto, salió y cruzó la calle. Se detuvo al ver que no le seguía el paso. Giró en su lugar y me miró por unos segundos. Cuando gire mi cabeza para verlo, el estaba negando lentamente.
Salí del auto, camine hacia el y me tomó la mano para guiarme hasta su departamento.
Me quedé sin poder hacer alguna otra cosa, cada espacio de ese lugar tenía recuerdos que no sabía si quería olvidar, entonces decidí echarle la culpa a Ernesto por no dejarme pensar bien que era lo que quería hacer con mi futuro.
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Mi lienzo exquisito
Roman pour AdolescentsUn amor prohibido no siempre es un amor prohibido