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"Los lazos eran negros, las mentiras eran blancas

Y estaban marcadas con sombras en grises a la luz de la vela

Quería dejarlo

Necesitaba una razón"

Chris me escribía y yo no respondía. No podía. No quería. No estaba dispuesto a saber más de aquella noche, ni a saber los sentimientos que ahora Chris tenía por mi solo por un beso, ni a ayudarle a experimentar un escape de la monotonía de su relación.

Pero una parte de mi se sentía muy responsable de todo aquello y sabía que debía arreglarlo. Quizá hablar con Chris y dejarle las cosas muy en claro, pero hacerlo cobardemente por mensaje no era una opción. Tenía que verlo. Simplemente le envié un texto: Tenemos que hablar. Sí, sonaba cliché, pero eso teníamos que hacer.

Ese día cancelé una cita con Taylor, obviamente no le dije la verdad, solo inventé que surgió una junta de trabajo. Pero ¿qué era una mentira pequeña? Solo iba a hablar con Chris. Solo a eso iba.

Nos citamos en un restaurant con mucha privacidad. Obviamente evité a los paparazzis al salir de mi hotel. Manejé hasta aquel apartado y lujoso lugar. Él estaba sentado en la entrada, esperando por mí. Lucía muy bien. No voy a decir que desvié ese pensamiento porque ciertamente no lo hice y eso me llevó a la perdición. Solo nos sonreímos y entramos, sentándonos en la parte más apartada del lugar. Queríamos privacidad

-¿Y bien? – preguntó acompañado de una sonrisa de ilusión. Una sonrisa que tenía que romper por el bien de todos

-Nada – dije serio

-Oh vamos, venimos aquí para hablar de nada – dijo con esa sonrisa boba

-Chris, yo... - suspiré – Lo de la otra noche

-Lo sé – se sonrojó con una risa cautivadora – Quiero aclarar muchas cosas sobre eso

-Bueno, yo también – me alivié de que pensara aclarar todo como yo – Pero empieza por favor

-De acuerdo. Primero que nada yo no quería que pasara así sabes – de inmediato pensé lo fácil que sería, pues parecía que él también estaba de acuerdo en que fue un error – Me hubiera gustado que fuera en otra situación, no por aquella huida de la que hablamos. Pero sabes, no sé si para ti lo fue, porque para mi no. Tom – me tomó la mano – me has hecho feliz desde que somos amigos y jamás he visto en mi vida hombre tan hermoso como tú, en todos los sentidos. Eres divertido, guapo, humilde, talentoso y tienes ese acento que tanto me encanta – me di cuenta que mi percepción fue equívoca – Me hubiera gustado que ese beso fuera sabiendo que nuestros sentimientos eran correspondidos por una plática previa, no tan abruptamente; porque tú sientes lo mismo ¿cierto? – no podía moverme ni hablar – Si no lo sientes lo voy a entender – me sonrió con cierta melancolía – Pero siento que algo nos une. Y no hay novia o esposa que pueda cambiar aquello. Mira, la decisión está en ti, pero yo creo que podríamos intentar algo. Sé que puedes pensar que es una infidelidad, pero en realidad solo es ir descubriendo nuestros sentimientos. Si son acertados, podemos dejar todo atrás y comenzar algo juntos, sin ataduras ni encubrimientos. Mis niños te adoran, lo sabes, sé que no tendrían problema en ver a su papá feliz con alguien, aunque no fuese con su madre – quería gritar. Chris acababa de complicar todo. Yo no sentía eso por él, pero ¿por qué no podía decirle que no? Sus malditos ojos destellaban brillo y amor, y su sonrisa ilusionada y su maldita idea de sentir algo por mí. Todo eso en conjunto no me permitía decir no. ¿Qué podía hacer? La verdad me estaba dificultado todo yo mismo porque finalmente, Chris me estaba dando la opción de decir que no. Pero quizás era mi mejor excusa, culpar a Chris de no dejarme decir no cuando en realidad yo quería decir que sí. Un experimento riesgoso pero que sonaba interesante. No era que yo sintiera algo por Chris, solo era tentadora aquella propuesta.

Suspiré fuerte – Chris, yo no lo sé. Es decir, efectivamente no fue la forma en que se debió dar aquello – ni siquiera debió pasar. No debimos juntar nuestros labios bajo las luces de las velas, que hacían sombra de nuestro pecado – Y bueno, es solo que yo adoro a Taylor y tú ya tienes una vida con Elsa

-¿De verdad crees que eso es una vida? ¿Pelear todo el tiempo y no estar felices? – quitó su mano de la mía y yo sentí un frío recorrer mi extremidad. Chris tenía razón, eso no era vida. Sabía que lo de Taylor no sería muy duradero. Pero era verdad, yo no sentía ni sentiría nada por Hemsworth. Pero él no tenía que saberlo. La probabilidad de esa aventura vagó por cada rincón de mi mente; Chris no tenía que saber que yo no sentía más que amistad por él, Taylor no se enteraría, Elsa tampoco. En poco tiempo se aburriría de mí y se daría cuenta que ya tenía una vida construida que no valía la pena arriesgar por un amorío, volverían a lo de antes como si nada. Sonreí para mi y luego lo miré directamente a los ojos. Algo en ellos me decía que acabaría mal esta decisión, pero hice caso omiso

-Pues... Trato hecho – dije y él hizo una expresión de victoria. Debí retroceder o simplemente no haber accedido. Lo peor es que si al final todo se volcaba en desastre, sería mi culpa y de nadie más

Llamamos a la mesera y ordenamos el mejor vino balsámico que la casa tenía y brindamos con esperanza. Yo esperanzado de que cuando esto acabara siguiéramos siendo grandes amigos. Y yo no sabía que Chris estaba esperanzado de encontrar al amor de su vida en mí.

Cuando nos acabamos aquel vino y pagamos, salimos algo atarantados del lugar (efecto del alcohol). Era genial salir de un lugar y que no hubiera nadie esperando afuera por una foto o por información de nuestras vidas.

-¿Y cómo haremos para vernos? ¿Cada cuanto será? – preguntó Chris intrigado y algo ebrio

Yo solo reí – Tranquilo, todo a su tiempo – nos miramos y sin más lo atraje hacia mí, besándolo lentamente, sintiendo el sabor del licor en sus labios. Una de mis manos en su cintura y otra en su nuca, acariciando su corto cabello. Él solo ahuecó mis mejillas entre sus manos y correspondió – No tenemos que correr – dije en susurro mientras nos separábamos. Él asintió mordiéndose el labio. Recuerdo bien aquella imagen, sus ojos brillantes, sus labios rojos siendo el inferior apresado por sus dientes, la luna a medias y el frío viento. Esa imagen me atormenta a diario ahora.

Nos separamos totalmente y cada uno se fue a su respectivo coche. No sin antes de arrancar, dedicarnos una sonrisa cómplice. Cuando volví a casa mi novia y yo tuvimos una discusión, esa discusión me llevó a pensar en que quería a veces dejarla, pero no había una razón de peso para hacerlo. Claro, hasta que Chris se me vino a la cabeza. Él podía ser mi pretexto perfecto.

-Ay, te quiero pegar – dijo Taylor con una sonrisa y su mejilla recargada en su mano - ¿Puedo?

-Lo merezco, lo sé. Pero no lo hagas, por favor – pedí con risa nerviosa

-Dependiendo de como prosiga la historia sabré si perdonarte y no hacerte nada, o solo darte un pequeño e inofensivo sape, o darte una bofetada que te haga entrar en razón o darte una paliza en nombre de Chris, Elsa y mío, claro – dijo mientras se llenaba la boca de fruta. Yo solo le sonreí agradecido

-Continuaré... Pero de una vez te digo que creo que terminaré con una paliza – ella negó divertida y continué

𝙶𝙴𝚃𝙰𝚆𝙰𝚈 𝙲𝙰𝚁 - HiddlesworthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora