Capítulo 3.- El novio perfecto

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Las carcajadas de Milo se escuchaban por todo el pequeño departamento —¡Tiene que ser una broma!- siguió riendo —¿Yo?, ¿Novio de un riquillo exéntrico?- señaló a su prima —Estás más loca de lo que pensé- luego señaló a Edgar —Y tú hormiga, mejor b...

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Las carcajadas de Milo se escuchaban por todo el pequeño departamento —¡Tiene que ser una broma!- siguió riendo
—¿Yo?, ¿Novio de un riquillo exéntrico?- señaló a su prima
—Estás más loca de lo que pensé- luego señaló a Edgar —Y tú hormiga, mejor busca un trabajo nuevo.

—¡Miloooo por favor, di que siiiii!- Karen hacía ojitos de perrito abandonado.

—No.

—¿Te da miedo que el señor Druzo sea más intimidante que tú?- Edgar entrecerró sus ojos.

—No le tengo miedo si eso es lo que estás pensando, pero tampoco estoy en venta pulgarcito- Milo se puso de pie y comenzó a caminar hacia su habitación.

Edgar iba caminando detrás de él
—No te estarías vendiendo, es un noviazgo lo que se te ofrece, no una compra. Don Druzo no dijo que compraría a una persona, él asume que por estar buenísimo quien sea se enamoraría de él. No tiene ningún interés de comprar a nadie, él mismo lo dijo. Así que si aceptas ser su novio, en el momento en que se comporte como un patán, lo cual pasará muy pronto, terminas con él y lo mandas a Narnia a freír espárragos. No te está contratando así que nadie te obliga a ser su novio por siempre, yo una vez tuve un novio de un día.

Milo sonrió y se dio la vuelta
—¿Tuviste un novio de un día?

—Pueeeessss... Sip- un leve tono rosa se instaló en las mejillas del pequeño Edgar —Ese chico me cambió en un día, se encontró a otro más divertido y guapo que yo así que cambió de opinión con respecto de ser mi pareja.

—¿Y cuántos novios has tenido?

Edgar se abrazó así mismo abochornado —Uno.

Milo se comenzó a reír
—No consigues novio para tí y piensas conseguirle novio a tu jefe. Deberías considerar terapias, las de electro-shock son las mejores.

—¡Milo, no seas malo con mi Edy!- Karen salió en defensa de su amigo.

—Vale pues suerte en su misión suicida- Milo alzó las manos en rendición.

—¡Eres mi primo, debes de ayudarme!- reclamó la chica.

Su primo se cruzó de brazos y enarcó una ceja —El favor no es para ti, es para tu amigo pulgarcito aquí presente. Es amigo tuyo no mío, no tengo porqué ayudarlo. ¿Qué gano yo con todo esto?

Ella mordió su labio inferior y luego miró al suelo —Nada.

—Esto- Edgar sacó el paquetito de billetes que Druzo le había dado —Mi jefe dijo que no compraría la compañía de una persona, pero que este dinero era para mí para hacer la búsqueda. Si tú me ayudas, nos gastamos el dinero nosotros tres.

Finalmente Milo se vio interesado —Te advierto que a la primera que me fastidie el tal Druzo ese, me largo y no soy muy amable cuando me enojo.

—Mejor- sonrió Edgar luciendo emocionado —Mi jefe necesita quien le de una patada en el trasero fino que tiene.

—Cuánta maldad en tan chiquita personita- Milo rió de nuevo, este chico Edgar era muy gracioso, de alguna forma se llevaba su mal humor con sus muecas chistosas y sus movimientos torpes.

—¡No soy malo!- se defendió Edgar —Pero si puedes, golpéale la nariz- el chico empezó a dar brinquitos y fingir ser un boxeador.

Karen empezó a reír y golpeó a su amigo con un cojín de su sillón. Estuvieron entre risas mientras decidían celebrar, pidieron pizzas y Milo fue por un tequila. La noche a penas iba a comenzar.

 La noche a penas iba a comenzar

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