Capítulo 4.- Novio más que perfecto

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—Hasta aquí llegué- entre risas y tambaleándose, Karen iba a pasitos pequeños hasta su habitación; el tequila ya le estaba pasando factura y aunque todo le causaba risa, también el suelo por donde iba se le movía —Buenas noches y Milo, ayuda a Edy...

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—Hasta aquí llegué- entre risas y tambaleándose, Karen iba a pasitos pequeños hasta su habitación; el tequila ya le estaba pasando factura y aunque todo le causaba risa, también el suelo por donde iba se le movía
—Buenas noches y Milo, ayuda a Edy a tomar un taxi a su casa. ¡Adiós!- la chica entró a su habitación y cerró la puerta.

—No necesito ayuda- refunfuñó Edgar arrugando de forma muy simpática su nariz —Yo puedo hacerlo todo solito- se puso de pie, dio dos pasos y se fue al suelo.

—Sí, eres todo un tigre ágil- rió Milo mientras lo ayudaba a ponerse en pie.

Juntos comenzaron a caminar hacia la salida, Milo tomó por la cintura a Edgar para ayudarlo a caminar, pero antes de llegar, el otro se acurrucó un poco abrazándolo —Tengo sueño- pronunció con voz adormilada.

—No puedes quedarte dormido en un taxi, podrían llevarte a perder a quien sabe dónde. La ciudad es peligrosa- Milo no estaba ebrio, sin embargo, su prima y Edgar ya habían dejado de estar en su sano juicio desde hacía una hora.

—Estaré bien, tu tranquilikikikisis.

Milo negó con su cabeza sonriendo —Si te pasa algo malo mi prima me mata y desaparece mis restos en el fondo del océano.

—¿Qué?

Sin más, Milo se inclinó y alzó a Edgar como si fuera un saco de papas. Uno que se reía sin razón alguna y que cantaba canciones cursis mientras lo llevaba hacia su habitación. Con cuidado, lo dejó en su cama y se dio la vuelta para irse a dormir a la sala de estar.

—¡No te vayas!- Edgar se sentó, palmeó la cama —Ven aquí.

—¿Para qué me quieres ahí?- Milo obedeció al mismo tiempo que se movía. Cuando él se sentó, Edgar se puso de pie y lo abrazó con mucha ternura.

—Gracias por ayudarme a no perder mi trabajo, eres mi superhéroe. ¡Milo salvador de almas perdidas!

—Eres gracioso Edy- Milo correspondió el abrazo.

El otro se soltó —¡¡Yeiiii!! Ya no me llamaste hormiga. Vamos avanzando- ahora Edy estaba de pie y Milo estaba sentado en la cama.

—Ya me aprendí tu nombre, por eso ya no te llamé hormiga- Milo consideró salir de ahí, pues estaba conciente de que Edy estaba más que ebrio, pero dudó en hacerlo, cuando el otro chico fue acercándose más, pocisionándose entre sus piernas, invadiendo su espacio personal.

Edy era lindo, muy lindo; su cabello negro era corto, sus grandes lentes daban ternura a su rostro, su piel era morena clara, sus ojos color café claro, era un chico transparente, sin malicia. Por un momento Milo recordó a su ex y se regañó mentalmente por fijarse en personas mal intencionadas como él. Nunca lo notó, hasta ahora que tenía a un chico como Edy tan cerca.

Ajeno a todos los pensamientos de Milo, Edy alzó sus manos, empezó a acomodar el largo cabello de Milo detrás de sus orejas —¡Tienes unos ojotes!

Milo no podía evitar reír con las ocurrencias de este simpático chico —Ya duérmete Edy.

—Estoy trabajando- Edy arrugó sus cejas concentrado —Para presentarte al ogro, haremos tu cabello hacia atrás para que se muera cuando vea tus bellos ojos negros.

Milo dejó de reírse y se quedó en silencio observando a Edy que inspeccionaba su rostro; solo alzó su mano para sostener la cintura del chico pues todavía se tambaleaba, el movimiento dejó a Edy en brazos de Milo.

—Vamos a tener que quitarte estos- muy despacio y concentrado en su labor, Edy removió el piercing que Milo tenía en la ceja, luego acarició sin querer el rostro del otro, mientras removía el que tenía en la nariz.

—¿Te duele?- susurró Edy.

—No.

—Bien- sonrió y con lentitud, deslizó sus dedos por los labios de Milo, con mucho cuidado quitó ese último piercing
—¡Listo! Estás perfecto.

Milo estaba hipnotizado por Edy, su cercanía, el roce de aquella suave piel daba tibieza a su cuerpo, su corazón rudo comenzó a acelerarse en el silencio, pronto sus manos hormigueaban por presionarlo más hacia él.

—Eres perfecto- Edy sonriente se acercó otro poco más hacia Milo, recargando su cuerpo en él.

—¿Estás seguro?

—Sip. El jefe pidió un novio atractivo, que estuviera disponible para viajar con él y que besara bien.

—Entonces para estar seguros, déjame te muestro cómo son mis besos- era la peor excusa del mundo, pero Milo no pudo soportar las ansias de tener a Edy tan cerca; lo movió hacia él llevando su boca hasta el otro chico, su beso fue cálido y tierno. Con movimientos suaves besó aquella pequeña boca.

Edy se derritió en aquellos labios tan esponjosos y dulces, terminó suspirando en aquella boca.

Sin saber cómo, Edy estaba sentado en las piernas de Milo y el universo se detuvo allí mismo. Solo ellos dos existían y nada más tenía sentido.

Fue un beso único y muy largo, que poco a poco subió de intensidad, Milo introdujo su lengua y las neuronas de Edy hicieron explosión en su mente. Jamás había recibido un beso como ese y no quería que terminara.

Sus respiraciones agitadas se unieron en un solo ritmo, Milo acarició el rostro de Edy con cariño y se abrazó a su autocontrol para detenerse lentamente. Recordó que Edy estaba pasado de copas después de todo.

—¿Te gustó? ¿Pasé la prueba?- Milo hacía pequeños círculos a la mejilla de Edy.

—Sí. Mucho- Edy se acercó de nuevo -Pero podríamos seguir practicando.

Esta vez el beso aumentó su fuerza, se devoraban el uno al otro en un silencioso grito de no querer estar lejos el uno del otro.

La puerta de la habitación se abrió de golpe —¡¿Qué rayos creen que hacen ustedes dos?!- los regañó Karen y entró a separarlos. De la mano se llevó a Edy a su habitación y Milo se quedó en su cuarto con la sonrisa más grande que hubiera tenido en su vida.

 De la mano se llevó a Edy a su habitación y Milo se quedó en su cuarto con la sonrisa más grande que hubiera tenido en su vida

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