11. Furia de hada.

43 3 8
                                    


—No creo que Naeria haya inventado eso. Las Damas Negras no temen hacer daño, menos a un humano. —dijo Tianna, sentada en la silla en el rincón de la habitación, de vuelta en su forma terrenal.

Una vez que Naeria contó lo que el hada oscura dijo, se fue sin perder tiempo. Robert llevó a Zarina en brazos hasta la cama, aunque ella insistió en que se encontraba bien.

—Si no lo ha inventado, debemos proteger a Robert. —contestó Zarina, como si él no estuviese presente.

—No necesito que me protejan...

—¿¡Puedes dejar de ser tan... humano!? —espetó Zarina hacia él.

Le molestaba la posición que tomaba cuando mencionaba la palabra proteger, como si en realidad no lo necesitara. ¡Pero claro que lo necesitaba!, era un simple humano, Oberón mandaría a cualquiera de sus hadas a acabar con él y lo haría tan rápido que Robert jamás sabría qué lo golpeó.

Zarina no podía dejar que eso ocurriera, necesitaba a Robert. ¿Cómo, si no, lograría llegar hasta Oberón antes de que tuviese posibilidad de acabar con su pueblo?; las negaciones de Robert no tenían lugar en esa batalla.

—¿Acabas de insultarme llamándome humano? —preguntó Robert, perplejo.

—Zarina, debes proteger a tu humano, es lo primordial. ¿Qué has conseguido de las Damas Blancas?

Zarina miró a Robert mientras él resoplaba con furia, descontento con las palabras de Tianna. Sonrió con disimulo y miró a su hermana volviendo a mostrar seriedad.

—¿Además de un recordatorio de lo mucho que me aborrecen? —dijo Zarina con voz cargada de amarga burla. —No mucho. Lo que dijeron no me lleva a ningún lado, sigo donde me encontraba antes de visitarla; sin nada.

Tianna se puso de pie y caminó de un lado a otro, pensando. 

Zarina la observó en silencio, tratando de concentrarse en las pisadas de su hermana para olvidar el ardor en sus brazos y pecho. Naeria le había hecho cortes profundos y tardarían en sanar. Robert preguntó unas tres veces, en el tiempo que tardó en llevarla de la sala a la cama, si su cuerpo humano sanaba con la misma rapidez que su ala. Con paciencia respondió que no. Su cuerpo humano no podía sanar rápidamente, sus formas funcionaban de maneras distintas, como sistemas 

—Damas Negras, Damas Negras... —repetía Tianna en voz baja.

Zarina observaba a Robert, quien a su vez miraba a Tianna entre miedo y anticipación. Probablemente, temía que su hermana fuese tan descontrolada como ella, pero se equivocaba. Tianna jamás causaría daños sin premeditación.

—¿Cómo has dicho que se llama el hada que mencionó la bruja? —preguntó Tianna de repente, deteniendo su andar.

—Nyx. Robert la conoce. —comentó Zarina con marcado resentimiento.

Aún no comprendía por qué Robert no le habló de Nyx.

—Ehm, sí, respecto a eso...

—¡Tengo una idea! —exclamó Tianna. —Volveré pronto. Y tú —añadió señalando a Robert —sigue buscando en los libros. Si los ha traído Nyx, y Nyx está con Titania, significa que algo esconden... para bien o para mal.

Tras concluir, su hermana tomó forma feérica y desapareció tan rápido como había dejado caer toda la información.

—¿A qué se refiere con para bien o para mal? —preguntó Robert, sus ojos clavados en el lugar que había ocupado Tianna.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 06, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Destellos de un hada ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora