Treinta y cuatro

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—Josh... tus notas son realmente malas —dijo el señor Iero mirando las notas de Josh.

Josh suspiró cabizbajo, miraba a sus manos, que temblaban levemente.

—¿Quieres decirme qué ocurre? —preguntó el hombre haciendo a Josh suspirar.

—¡Es duro, señor I! Es como si no pudiera hacer nada —bufó dejándose caer en su silla.

—¿Qué quieres decir exactamente? —preguntó y Josh volvió a suspirar.

—Es como... ¡en mi cabeza puedo leer bien pero cuando lo leo en voz alta es como si tuviera cinco años! Y cuando escribo sé lo que estoy escribiendo, pero lo que termino escribiendo no es lo que pensaba —trató de explicar—. Me hace sentir estúpido —dijo al rato, haciendo que el señor Iero frunciera el ceño.

—Josh, no eres estúpido, sólo aprendes de forma diferente —dijo y Josh lo cortó.

—¡E-estoy harto de escuchar eso! —gritó —. ¡Estoy ha-harto de todo eso! ¡Escuchar que soy perezoso! ¡O que soy di-diferente! ¡Duele! ¡Las palabras duelen! —lloró Josh—. Apesta, malditamente apesta.

Dislexia ; joshler/tyshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora