Treinta y cinco

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Josh salió de la oficina del señor Iero y caminó hacia la práctica de baloncesto de Tyler, donde se sentó en la grada más alta viendo jugar al equipo.

No sabía por qué se había enojado tanto, sólo odiaba eso, odiaba sentirse estúpido.

Todo el mundo tenía una carga, y la más grande de Josh era su dislexia.

Lo hacía sentirse tan increíblemente estúpido y estresado. Odiaba ese sentimiento.

—¡Hola, Josh! —llamó Tyler después de que la práctica terminó, caminó hacia Josh, quien aún seguía en las gradas.

—Hola, Ty —replicó callado, haciendo que Tyler frunciera el ceño.

—¿Todo está bien? —preguntó el castaño y Josh asintió.

—Sí... sólo vámonos.

Dislexia ; joshler/tyshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora