Adios Tio!! (parte IV)

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Diego se pasó la mano por la barbilla, pensando. Se le ocurrió algo, pero enseguida lo descartó. La situación ya era mala, no era bueno que supusiera algo todavía peor. 

Al mediodía Gerardo aceptó tomar un descanso, mientras Diego preparaba algo para almorzar. 

En la despensa de la casa tenían varias especias que colgaban de cuerdas, y junto a estas había una guirnalda de ajos. Diego la descolgó para tenerla a mano. Aún no se le ocurría cómo usarlos. Estando en la cocina, al mirar la licuadora, se le ocurrió procesar los ajos allí, y hacer una especie de pasta con ellos, porque supuso que así despedirían mas olor, y sería fácil embadurnar las aberturas con ella. Cuando su tío despertara se lo iba a proponer. 

Mientras la comida hervía en el fuego, fue hasta el fondo para enterrar lo que quedó del desastre hecho por los vampiros. Habían matado a todas las gallinas. Era un desastre de plumas y revoltijos de carne por todos lados; manchas de sangre casi no había, se la habían bebido los vampiros. 

Mientras hacía un pozo para enterrar los restos, pensó en lo espeluznante que habría resultado ver aquello. Vampiros con cabeza de murciélago. Se los imaginó con sangre y plumas en la boca, y unos colmillos terribles.   Era sorprendente que su tío hubiera soportado aquello en vivo sin morir del susto allí mismo. Había sobrevivido pero era obvio que lo había afectado, aunque lo disimulara. 

Mientras tapaba el pozo con tierra volvió el pensamiento nefasto. Echó un vistazo en derredor y quedó mirando hacia donde estaba el circo.   Los árboles obstruían la vista, pero allí estaba el circo aquel. A esa hora los vampiros estaban durmiendo en la oscuridad de los remolques, y solo sus sirvientes, aquellos tontos estarían afuera. 

Al recordar la comida fue corriendo hasta la cocina; estaba a punto. Esperó un rato mas y fue a llamar a Gerardo. No contestó. Entró al cuarto temiendo lo peor. Sus temores se confirmaron: Gerardo estaba muerto. Parecía solamente dormido, pero no tenía pulso.  Ahora diego estaba solo. 

Meditó un momento junto a su tío, después llamó por teléfono al doctor de su familia. El médico llegó rápido.   Era un veterano que ya casi no atendía, a no ser que fuera a algún conocido o amigo, pues estaba por retirarse.  Tras saludar afectuosamente a Diego fue hasta el cuarto. Confirmó la muerte. 

El médico enseguida le dijo a Diego que él se iba a encargar de su tío. 

- Tiene que estar en la morgue unas horas -le dijo el doctor, poniéndole la mano en el hombro -, pero no le van a hacer nada, no es necesario en estos casos. Fue sin dudas, su corazón. Va a estar lo mínimo posible, yo me encargo de eso, también de todo lo demás. Solo tienes que firmar algunos papeles, como familiar mas cercano. La publicación en la radio y todo eso va por parte de la empresa fúnebre, en este caso. Tú trata de estar tranquilo, yo me encargo. 

- Muchas gracias, doctor.

El doctor había visto a Diego pasar por aquello varias veces desde su niñez, y ahora estaba solo, por eso quería ayudarlo todo lo que pudiera. 

El médico notó las ventanas tapiadas, y Diego tuvo que inventar una historia; le dijo que su tío pensaba pasar unas semanas en su casa de la ciudad, y que por eso tomaron aquella medida. 

Diego pensó que por suerte no habían puesto aún el ajo, porque eso sería mas difícil de explicar. 

No mucho después llegó la empresa fúnebre y se llevaron el cuerpo. El doctor le aconsejó quedarse allí; él aceptó porque tenía algo en mente. No iba a esperar a los vampiros. Ellos invadieron el terreno de su tío, que ahora era de él; ahora le tocaba a él atacarlos. Iba a incendiar los remolques donde se escondían.

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