Los caza vampiros (Parte VIII)

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A Diego no le gustó nada el nuevo giro que presentaba la situación: ¿un nuevo monstruo? Ahora que tenía dos aliados inesperados, surgía otra amenaza. ¿Acaso todo iba a seguir empeorando aquella noche? 

- Oigan, ¿cómo es el asunto de ese monstruo que dicen? ¿No es un vampiro? 

- No, de eso estamos seguros -le contestó uno de los tipos, mientras vigilaba hacia afuera. Después volteó hacia Diego-. No me había presentado; en el apuro en que nos encontramos… Me llamo Mauro.

- Diego, y realmente me alegra tenerlos de mi parte.

- Yo soy Willy -se presentó el otro, y le estrechó la mano-. Diego, es de suponer que los vampiros del circo te hicieron algo, por eso el incendio.

- Acabo de enterrar de nuevo a mi tío; lo convirtieron en vampiro.

- Lo siento. Dime, ¿viste el espectáculo de los vampiros esos?

- Parte de él, me fui temprano. 

- Entonces no viste al payaso gigante, es el que cierra la función. Al verlo la gente debe creer que usa zancos o alguna prótesis, y que casi todo su cuerpo es relleno, pero se equivocan. Como ya dijimos, no sabemos exactamente qué es, solo que no es un vampiro. Debe ser una especie de demonio, suponemos. Hemos escuchado sobre otro circo cuyos payasos no son gente, aunque tampoco eran vampiros. Esos no usaban máscaras, su cara era así. Por suerte ese circo ya no existe mas. El monstruo de este circo probablemente es de la misma especie que aquellos, aunque este es mucho mas grande. 

- ¿Un payaso gigante? -preguntó Diego, y revisó las balas que le quedaban en el revólver. Volvió a recargarlo. 

- Oh sí, un payaso aterrador -y Willy recargó también su metralleta. 

Los vampiros se movían entre los árboles, moviéndose de tronco en tronco, acechando ahora. Escudriñaban hacia la casa, emitían una especie de chillido, comunicándose, y evaluaban el ataque. Podría decirse que se volvían mas listos, aunque su humanidad se había desvanecido; el que pensaba era el monstruo. 

- ¿Cómo pudo sobrevivir al incendio? -siguió indagando Diego. 

- Debe ser porque ese desgraciado no se encontraba en ningún remolque, estaba en la carpa, y esta no se incendió. Seguramente debe saber que fuiste tú; esos monstruos tienen algunos poderes. Si no ha venido todavía es porque se estaba divirtiendo, masacrando a los policías que vigilaban el lugar tras el incendio. Íbamos a ayudarlos, pero cuando rodeamos el terreno yendo por esta arboleda, vimos a estos vampiros y la luz de tu casa. Los policías ya estaban perdidos.     De haberse quemado también la carpa el Sol hubiera destruido a ese monstruo.   Diego, si quieres huir mejor hazlo ahora. Los vampiros ya vienen pero te cubriremos. 

- ¿Huir? Esos desgraciados invadieron esta propiedad y mataron al único pariente que me quedaba, y a nuestro perro. No, huir no. Me quedo aquí. Hace un momento creí que era el fin, y ahora tengo una nueva oportunidad para liquidar a esas cosas. 

- Así se habla -dijo Mauro-. Te comprendo perfectamente. A mí también me motivó la venganza. 

- Bien, tu ayuda no nos viene nada mal -le aseguró Willy-. Hasta ahora fuiste muy bueno exterminando vampiros. ¿Cómo estás de balas de plata? 

- Me queda un montón. 

- Excelente. Toma esto -Willy sacó una linterna de su mochila -. Es una linterna de luz ultravioleta. Creo que va a ser nuestra mejor arma contra el payaso. Las balas de plata no deben tener el efecto que tienen en los vampiros, pero por lo menos lo molestarán. 

- ¿Ustedes andaban tras los de este circo nomás, o cazar vampiros es una especie de trabajo para ustedes? 

- Mas bien sería como un deporte extremo ¡Jeje! Y también es una misión. Y cazamos también a otros monstruos. Nos hemos topado también con algunos hombres lobo, ¿verdad Mauro? 

- Con algunos, sí -comentó Mauro, sonriendo. 

Los vampiros se decidieron y atacaron. Entre las maderas que tapiaban las ventanas surgieron unos fogonazos, y los que fueron mas osados cayeron.  Algunos corrían alrededor de la casa, no ofreciendo un blanco fácil. 

- Vamos a tener que salir -propuso Mauro, evaluando la situación por la ventana. 

- Opino lo mismo -dijo Willy-. Tenemos que liquidarlos lo antes posible, porque en cualquier momento puede sumarse el payaso, y ahí la cosa se va a poner mas fea para nosotros. Diego, tenemos que luchar espalda con espalda ahí afuera. Van a rodearnos, a intentar que nos separemos, pero hay que mantenerse firme. Si ves que es mucho para ti, quédate adentro.

- Los acompaño. 

- Pero tienes que confiar en nosotros, y hacer lo que te digamos, no puedes paralizarte o dudar, ¿bien? 

- Hagámoslo. 

- Yo salgo primero -les dijo Mauro. Empuñaba un revólver en la zurda y un cuchillo en la derecha.

Salieron por el frente de la casa, por donde había mas patio. Los vampiros empezaron a rodearlos. 

- Todavía no dispares ni enciendas la linterna -le indicó Willy a diego-. Tiene que venir todos. Aguanta… todavía no, que vengan todos… 

Los vampiros los rodeaban y avanzaban agazapados, mostrando los dientes, amagando embestidas. 

Cuando el círculo que formaron se iba cerrando mas sobre los tres hombres, Willy gritó “¡Ahora!”, y se desató la balacera.  Los monstruos se movían muy rápido, pero al ser iluminados por las linternas ultravioletas caían o se detenían como su la luz los golpeara, e inmediatamente echaban humo por todo el cuerpo y gritaban horriblemente; y en ese momento venían los balazos.  

Fue un momento caótico, vertiginoso y rápido.  Cuando quedaban solo tres vampiros, Mauro de pronto se apartó de sus compañeros de lucha y los atacó solo. 

Diego nuevamente se sorprendió con la agilidad y evidente fuerza de Mauro, y de nuevo lo escuchó gruñir.   Willy bajó el arma y contempló con una sonrisa como su compañero despachaba a los últimos vampiros. Evidentemente confiaba en la habilidad de este. 

Lo habían logrado, pero estaba por comenzar otro enfrentamiento. 

Diego y Willy se acercaron a Mauro. Diego iba a hacer un comentario sobre su habilidad, pero Mauro volteó de pronto hacia la arboleda y les dijo, señalando un rumbo con el brazo: 

- Ahí viene el payaso gigante. 

Cuando buscaron con la vista entre los árboles, resaltó la figura obesa y gigantesca del payaso. Iba rumbo a ellos. 

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