Enfermizo amor

Capitulo 10 Te lo confieso.

-¿Un gato?, Karamatsu tienes que decirle que no- aún era de mañana cuando Karamatsu había confesado sus intenciones por accidente a Osomatsu, ya sabía que a él no le gustaban los gatos, pero aun así no había podido negarse a aceptar uno a su cuidado cuando el profesor Ichimatsu le ofreció cuidar de uno de los que había estado alimentando debajo del puente, por lo que se le había ocurrido traerlo de sorpresa para que así su hermano no pudiera negarse, pero esa mañana se le había escapado de los labios antes de que pudiera realizar su plan, se supone que iría a casa de su profesor el lunes después de la escuela para recogerlo, pero ahora que su hermano mayor sabia parecía que aquel plan sería un fracaso no iba a poder inventarle una excusa de su retraso y lo obligaría a devolverlo o lo haría el mismo si lo traía a casa.

-pero ni-san, solo es un indefenso Kitty que me necesita, no puedo renunciar a él- estaba usando todo su empeño en conseguirlo, incluso recurriría al chantaje si le era necesario, aunque el mayor solo se limitaba a negar con la cabeza sin dejar de lavar los platos.

-No Kara-chan, además una mascota es mucha responsabilidad, con la escuela no te va a dar tiempo de estarlo cuidado-

-¿¡RESPONSABILIDAD, TIEMPO?!- él era el ama de casa la mayor gran parte de la semana, Osomatsu solo se dignaba a limpiar la casa o a hacer algo los fines de semana, no era quien para usar esa excusa de la responsabilidad o el tiempo -¡yo soy quien te atiende! Sé cómo ser responsable ni-san y medir mi tiempo-

-por eso mismo, si atiendes a una mascota ¿dónde quedara tu hermano mayor?, yo te lo diré en el olvido, tu tiempo quedara recordado y no tendrás tiempo de mimar a tu grandioso hermano mayor, no puedo permitir que eso pase- los celos no eran los únicos motivos por los que Osomatsu se negaba, quizás si fuera un perro, pero definitivamente no un gato, los gatos le provocaban alergia, tener uno en casa lo llevaría al hospital en menos de una semana, pero no quería decírselo a su hermanito, intentaría convencerlo de otra forma.

-¡No seas infantil! tú ya estas grande y puedes atenderte tu solo, el Little kitty requiere más my love que tu- eso había sido un golpe directo al corazón del mayor que sin resistirlo tuvo que tocar su pecho para asegurarse que no era una costilla rota lo que estaba perforando su corazón en aquel momento, pero a pesar de que podía sentir como se le desgarraba el pecho, el menor no parecía importarle ni lamentarse por lo que le había dicho, se había cruzado de brazos y mirado a otro lado, con sus cejas en un fuerte ceño fruncido.

-K-Kara-chan... no tienes corazón, ¡¿sabes lo que hiciste?! ¡Mataste a tu oni-chan! ¡A tu oni-chan! ¡Bestia sin alma!-fue que Osomatsu se tiró al piso como todo un dramaturgo de época, en la espera de causar pena en Karamatsu.

-No me importa- Fracasando estrepitosamente, lo había ignorado por completo al rascarse la nariz mientras revisaba su teléfono.

-¡ESO NO ES LINDO!- Que era eso, ¿la época de rebeldía había empezado? no, no, su peor pesadilla se hacía realidad. La adolescencia le había llegado a su pequeño y lindo ángel.

-Ah y voy a salir, te veo para la cena, se me hace tarde- ya estaba de camino al baño para ducharse para su cita con Todomatsu cuando el mayor mira arriba solo para descubrir que ya no estaba, definitivamente traería ese gato a casa aunque su estúpido hermano no lo quisiera, no tenía por qué caer bajo los deseos egoístas de Osomatsu –además levántate del piso, lo vas a ensuciar y lo acabo de limpiar-.

Bestia sin alma... -¡Espera! ¡¿Con el permiso de quien te vas?!- se paró rápido dejando los trastes a medio lavar pero Karamatsu ya le había cerrado la puerta del baño y puesto seguro para que no entrara -¡KARAMATSU!- solo le quedo pegarle a la puerta mientras se dejaba caer al piso.