PILOTO

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Alicia se encontró a si misma suspendida entre hilos de humo, dulces aromas formaban extrañas figuras. De repente esas figuras crearon desconocidas criaturas que corrían en su búsqueda. Ella echó a correr para escapar lo más rápido que pudo. Su corazón se aceleró y comenzó a sudar. La adrenalina invadía su cuerpo, la sentía fluir por sus venas. Sus piernas se movían a velocidades de las que no se creía capaz. Corría entre grandes árboles, surcando distintos caminos. De repente se dio cuenta: ella conocía ese lugar. Dobló hacia la derecha, iba tan rápido que no notó que una figura alta y esbelta se interponía en su camino sino hasta que chocó con ella, tenía el cabello oscuro, bien cortado, muy prolijo y un aroma a miel y menta inundó el aire en cuanto se tocaron. Al voltear a verla, el rostro del joven estaba borroso excepto por lo que parecían luciérnagas verdes en dónde deberían haber estado sus ojos. Cuando abrió la boca para hablar la imagen se desvaneció frente a sus ojos y despertó del sueño. Suspiró acostada en la cama saboreando lo que quedaba de la sensación de estar junto al chico de los ojos verdes. De mala gana, apagó la alarma de su celular. Eran las nueve de la mañana, se vistió con la ropa de entrenar, se lavó la cara y llevando su celular y auriculares con ella apareció en la cocina donde estaba Susana esperándola. La saludó con un beso en la mejilla, agarró dos galletitas de cereales y salió del departamento tan rápido cómo pudo.

Amaba ir a correr, era el único momento donde sentía que podía ser ella misma, sin prejuicios, sin trabas, como nadie le prestaba atención se sentía libre. Alicia no era una adolescente más, desde muy pequeña había sido diferente: antes que jugar a las barbies, o a la doctora, o la maestra con otras niñas de su edad, prefería leer un libro. Esto le había dado la fama de rara entre los chicos de la escuela y solo se había acentuado a lo largo de los años. No usaba la ropa de moda, no salía a los clubes donde todos iban a bailar, no le gustaba estar ebria cada fin de semana, obviamente no había estado con ningún chico porque todos pensaban que era extraña y aunque le algunos chicos del colegio era lindos no eran su tipo. Ella quería amor. Lo deseaba más que nada en el mundo, pero no un amor superficial de secundario con algún idiota que la lastimaría o se burlaría de ella en cuanto supiera quién es en realidad. No podía arriesgarse a ser humillada por ser ella misma, entonces ni siquiera lo intentaba. Nadie iba a tomar ventaja de ella jamás. Quería el tipo de amor del que leía tanto, un hombre que la valorara por quién es y no por cómo se ve. Alguien que supiera hacerla sentir todo lo que las palabras de los libros lograban o incluso más.

Como hacía siempre que corría dejó que su imaginación volara para inventarse el chico de sus sueños. Cómo sería su voz, su piel, su tacto, sus ojos, sus labios, cómo la besaría, si le haría cosquillas... Giró entre dos hileras de enormes árboles y no notó, hasta que ya era tarde que alguien estaba parado en el sendero. Se chocó brutalmente con el chico y ambos cayeron a la tierra seca del parque.

-Maldición- soltó él. Alicia seguía tirada en la tierra frotándose la frente que había impactado contra el suelo.

-Perdón- dijo sentándose. Él ya estaba de pie sospechosamente rápido y miraba en dirección a los árboles. Su nuca mostraba un pelo castaño oscuro perfectamente cortado, resultaba vagamente familiar. Vestía un jean negro, una campera verde militar y tenía una daga enganchada del cinturón. La empuñadura tenía una decoración de gemas azules y turquesas bellísima. ¿sería fan de algún libro sobre cazadores? O ¿simplemente estaba loco? - ¿Estás bien?

-Hasta hace un instante- el chico se giró para enfrentarla- perfectamente.- los ojos verdes ofendidos se clavaron en ella un instante más de lo que hubiera sido normal.- Fijate por dónde vas, linda.- Para nada un elogio. Con esa frase desapareció de la vista de Alicia, que seguía sentada en la tierra al borde de tener una contusión, totalmente impactada por el chico que además de increíblemente irrespetuoso era con el que ella había soñando esa misma mañana.

Los Guerreros CelestialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora