Capítulo cuatro (segunda parte)

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-¿El tuyo?- la sorpresa le frunció el entrecejo.

-Larguísima historia- contestó distante.

-De acuerdo- estaba molesta, los misterios eran atractivos pero ¿no podía darle UNA respuesta más o menos normal?-

-No es momento aún- explicó notando la reacción de la joven- ya lo entenderás. Debes ser paciente, ¿podrás?- preguntó con un media sonrisa asomando en sus labios-
-Lo intentaré- le sacó de las manos el collar y lo volvió a guardar
-Mientras tanto- inició éste- ¿Qué quieres hacer?- sus ojos se encontraron, los de él llenos de expectativa los de ella tímidos ante la pregunta.
-¿Qué quiero hacer?- Kedar asintió- No lo sé...
-Bueno, entonces decido yo- dijo poniéndose en pie- vamos a la biblioteca, hay algo que quiero mostrarte-

Juntos fueron a la biblioteca en el camino hablaron poco pero el silencio para sorpresa de ambos era cómodo, como si en él se comunicaran de otra forma. Cuando entraron Ali saludó cordial a Cristina una de las bibliotecarias más jóvenes quién, como era de esperar, se quedó atontada al ver a Kedar. Éste ni la miró se limitó a seguir caminando como si no estuviera allí «Debe haber escuchado lo que Cristina pensó» se dijo Ali y no pudo evitar reír por lo bajo.

-Debe ser difícil- dijo una vez que estuvo a la par de Kedar y tras la mirada de desconcierto del joven siguió- escuchar todo lo que la gente piensa, o al menos lo que piensan las chicas...- la frase se le resbaló de la boca.

-¿Por qué lo dices?- preguntó éste parando frente a una estantería y girándose para mirar a Ali, quién comenzaba a sentirse nerviosa: tendría que explicar que había querido decir, eso significaba admitirle demasiadas cosas de una sola vez.

-Porque... Yo...- balbuceó- Por tu belleza- dijo y no supo de dónde habían salido esas palabras pero Kedar pareció complacido de oírlo-

-Lo difícil- contestó él mirando los ojos de Alicia y viendo en su interior con la facilidad con la que se mira a través de un cristal- es escucharlo de todas las personas que no me importan- y su voz profunda, dulce hizo que ella pensara en una cascada de miel. Con los ojos aún fijos en ella se acercó tanto que ésta retrocedió hasta sentir en la espalda los libros, notando que no tenía escapatoria aunque no quería estar en ningún otro sitio, Kedar levantó un brazo y tocó algo más allá de ella: estaba sacando libros. Se desilusionó un poco, se apartó tan rápido como consiguió reaccionar y se quedó mirando, él estaba poniendo los libros del estante en el suelo para llegar al final del mismo y abrir un compartimiento similar al que ella había descubierto tiempo atrás con el manuscrito en su interior. Aún algo atontada por la química de hacía un momento, se puso a ayudarlo a levantar el compartimento secreto de la estantería, al hacerlo vio cinco libros con encuadernados tan antiguos como el que ella había encontrado pero las tapas eran de colores diferentes; uno rojo ennegrecido por el paso del tiempo el cual Ali pensó debió haber sido muy intenso hace muchos años; uno azul escuro casi negro; otro celeste que parecía gris por el polvo; uno verde oscuro con las puntas muy gastadas y por último uno lila que parecía más gris aún que el celeste. Kedar sacó a todos del escondite y armo rápidamente la estantería de nuevo, se sentó en el suelo e invitó con un leve gesto a Ali para que hiciera lo mismo. Cuando ella se sentó algo apartada de Kedar él se acercó hasta que sus cuerpos se tocaron, el corazón de la chica latía con fuerza tanto que ella temía que fuera audible en el silencio de la biblioteca

-Éstos- inició el joven señalando los cinco libros- son los tomos que le siguen al que leíste.

-Siempre supe que debía haber más...- dijo ella acariciando suavemente las tapas- seguro hablan de las regiones, ¿no es así?

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2018 ⏰

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