Capítulo dos

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Llegando al parque a paso ligero Ali se dirigió hacia el sitio de donde había visto a Kedar por primera vez, o al menos su nuca. Se sentó a esperar a que aparecieran y se puso a pensar qué le diría luego de la discusión. Vio al grupo de chicos antes de poder siquiera sentirse mal. Cuando pasaron cerca de ella casi sin pensarlo dijo en tono discreto "¿Kedar Imbarak?" haciendo que todos noten su presencia y ganándose una incrédula mirada del chico de los ojos de jade.

-¿Si?- dijo él evidentemente complacido- ¿Has venido a devolverme mi libro?- hizo tanto énfasis en "MI LIBRO" que Ali casi se sentía invasora de su espacio personal al tenerlo en el bolso.

-Exacto- Le molestaba su actitud altanera.

-Sabía que entenderías- una sonrisa se dibujó en su bello rostro, haciéndolo aún más bello aunque no era una sonrisa amistosa sino una sonrisa de orgullo y entonces Ali comprendió su expresión al verla: estaba esperándola.

-Pues que suerte que supe descifrarlo ¿No? Porque claro, no serías capaz de buscarlo tu mismo ni en tu propio escondite.- Dijo mientras se acercaba y sacaba del bolso el manuscrito- Lamento haberte hecho esperar.- concluyó y golpeó contundente el pecho de Kedar con el libro pasando por su lado mientras éste tosía y se alejó tan rápido como pudo del grupo enojada por haber perdido su tiempo en devolver el estúpido libro al estúpido Kedar Imbarak. Antes de que pudiera salir del parque escuchó que la llamaban a su espalda. Desconcertada se volvió en redondo y vio a Kedar que corría en su dirección. Siguió su trayecto sin aminorar el paso ignorándolo por completo. En cuestión de pocos segundos una mano la sujetó por el hombro y la sostuvo firme para hacerla voltear. Pero no era Kedar, sino Cleto, quién la sujetaba mientras la saludó con un beso en la mejilla y un abrazo, otra vez, algo forzado. Cuando estuvo con la cabeza apoyada en el hombro de Cleto, Ali pudo ver a Kedar estático observándolos fijamente con una expresión en la cara que ella no pudo leer. Despegando con esfuerzo sus ojos de los de Alicia se volvió con hombros caídos hacia donde el grupo lo esperaba...

-a esta hora? Pensé que seguirías en la biblioteca- terminó de decir Cleto cuando Ali recordó su existencia y notó que no había oído nada de lo que estaba diciendo-

-¿Qué?- dijo volviendo a enfocarse él.

-Estas algo distraída hoy ¿no crees?-los ojos expectantes de una respuesta se dieron por vencidos rápidamente- dije, que qué haces aquí a esta hora, pensé que estarías todavía en la biblioteca-

-Ah, sí. O sea no. Es decir ya me fui.- intentó explicar Ali con la vista perdida en la distancia a espaldas de Cleto y la mente mucho más lejos que eso.

-¿Qué miras?- preguntó alarmado- ¿Ves cosas extrañas?- dijo dándose vuelta intentando ver lo que fuera que Ali viera. Pero Kedar y su séquito ya se habían perdido en la distancia.

-No miro nada- la voz de Ali sonó diferente, amargada- No hay nada para ver...

Sin cuidado intentó deshacerse de Cleto con la excusa de que su madre la castigaría si llegaba tarde a su casa. Éste se ofreció a acompañarla y Ali no tuvo más remedio que aceptar y mantuvo una cordial charla con él, como de costumbre, hasta que llegó a su casa. Una vez dentro saludó a sus padres quienes creían que ella recién volvía de la biblioteca porque no se habían despertado antes. Eso la alegraba, menos explicaciones que dar; menos excusas que inventar; menos mentiras para elaborar. Calladamente cenaron y al terminar Alicia se retiró a su habitación diciendo que su cansancio se debía a que esa mañana había corrido mucho.

Hacía calor. Ali se sacó la ropa y la dejó desordenada sobre la silla del escritorio que estaba enfrente de su cama. El escritorio de madera con el color natural de la misma estaba ordenado, mejor dicho vacío. En la pared de atrás había estantes llenos de libros, todos los libros que Ali había leído durante toda su vida excepto unos cuantos que ya no entraban ahí que estaban en una pequeña biblioteca adicional. Su cama era más alta que las normales, para poder tener el colchón justo al pie de la única ventana de la habitación. Para subirse tenía cuatro escalones no muy grandes en el centro del lateral que no estaba contra la pared. En el techo y paredes de su cuarto colgaban hermosas luces navideñas todo el año, brillando cada noche y dándole un resplandor único a toda la habitación. Las paredes estaban pintadas de un rosa pastel muy delicado. El techo estaba pintado de negro y de noche con las luces encendidas recordaba a un cielo nocturno despejado. Se puso el pijama y se subió a su cama abriendo la ventana para que entrara la briza que refrescaba poco a poco las paredes del edificio. Con la ventana abierta, desde un primer piso tenía una buena vista de la calle bajo ella y de los alrededores. Las luces de la calle le quitaban lo siniestro. Frente a su ventana un alto edificio de oficinas aún tenía gente trabajando y Ali recordó que mucha gente se queda trabajando de noche para cubrir horas extras y así ganar más dinero, el horario nocturno era muy bien pago porque nadie quería hacerlo. Dejó que su mente se dispersara antes de dormirse igual que hacía siempre. Recordó como Kedar la había tratado en el parque y deseo nunca haber ido a verlo y se sintió inocente por creer que la persona con quién había soñado en realidad podía existir.

Los Guerreros CelestialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora