5. El primer día

240 14 5
                                    


Aquella noche Virgo no pudo dormir. No podía parar de pensar en el mensaje que le había llegado unos días atrás. Se preguntaba de dónde habría sacado Tyler la osadía para escribirle después de todo lo que había pasado entre ellos; después de haberlo usado como si de un trapo viejo se tratara. Además, ¿no lo tenía bloqueado? No le sorprendería si no fuera así, porque a pesar de todo, nunca había tenido la fuerza para sacarlo completamente de su vida; siempre le había dejado esa puerta abierta. No sentía tener las fuerzas para decirle adiós todavía.

Y además del tema de Tyler, los nervios de empezar la escuela en menos de siete horas se lo comían vivo. ¿Les caería bien a sus compañeros o sería como en la escuela anterior? ¿Haría amigos, alguien se le acercaría a hablarle? Bueno, tranquilamente podría juntarse con Tauro y los demás de la casa. Pero siempre le gustaba hacer algún amigo por su cuenta.

Suspiró, resignándose al insomnio. Si hacía silencio quizás podría bajar a la cocina y tomar algo para pasar la noche, leer el reglamento de la escuela por segunda vez y planchar la ropa que usaría.

Sí, eso haría. Sonaba como un plan, y Virgo estaba tranquilo cuando tenía un plan. Se levantó de la cama y, caminando en puntas de pie, salió de la habitación. La puerta hacía un ruido espantoso al abrirse. «Nota mental: poner aceite en las bisagras».

La casa estaba completamente a oscuras, no quería prender la luz así que tuvo que bajar y llegar a la cocina tanteando el terreno.

—¿Tú tampoco puedes dormir?— le preguntó una voz desde la cocina. Piscis.

Eso sí que no se lo esperaba.

—Ejem... Sí, digo, no.

Ella le sonrió.

—¿Quieres tomar algo?

—Sí, ¿qué hay?

—Bueno, tenemos té, café, leche...

—Voy a prepararme un té.

—¿Me haces uno a mí también, por favor?

Después de que los dos tuvieran sus tazas llenas de la infusión se sentaron juntos en la isla.

—Entonces...—empezó a decir Piscis— cuentame lo que te aflige.

—¿Qué?

—Ya sabes, porqué no puedes dormir.

—Ah, claro. Bueno... La escuela no es ninguna nimiedad, ¿sabes?

—Ajá, pero, ¿hay algo más...?

—¿Por qué te interesa?

—Quiero conocerte— se encogió de hombros—. Digo, estamos conviviendo y apenas sé que te llamas Virgo... ¿Lo ves? Ni siquiera me sé tu apellido.

No mentía Piscis. Desde que habían llegado a esa casa, Virgo le había llamado la atención. Tenía un aura como de misterio que a ella le atraía demasiado. Se preguntaba qué escondería, y si eran ciertos los rumores que había escuchado en los pasillos; que le había robado el novio a una de las amigas de Leo y que lo había vuelto gay. Quería acercarse y conocerlo, pero nunca antes se le había dado la oportunidad. Hasta ahora.

—Freeman, Virgo Freeman. ¿Y tú, Piscis...?

—Grace, Piscis Grace. Mucho gusto, señor Freeman.

Se estrecharon las manos, medio en broma, medio en serio. Y así empezó, oficialmente, su amistad.

[...]

—¿Te puedes apurar, Acuario, por favor? No quiero llegar tarde el primer día.

—Está bien, está bien. Dile a Escorpio que ya voy.

Sagitario rodó los ojos, él quería empezar las clases al lado de su amigo, pero él parecía encandilado por la chica. Desde el primer momento le había caído bien Acuario, y creía haberle caído bien a él también, aunque Acuario había empezado a hablarse con Escorpio tres semanas después de haberle hablado a él. A Sagitario no le caía bien Escorpio, era demasiado intensa, demasiado protectora con los que quería, demasiado parecida a su prima. Se preguntaba cómo estaría llevando el dormir con dos chicas, siempre le había costado demasiado socializar sin parecer una niña mimada, así que directamente lo evitaba a toda costa.

—Ya estoy listo— anunció Acuario.

Sagitario lo miró de arriba a abajo.

—¿Tanto tiempo para ponerte jeans y un sweater?

—Tenía que encontrar la gama de colores perfecta— respondió encogiéndose de hombros.

Bajaron juntos a desayunar. Tauro ya los estaba esperando; hablaba con Virgo y Piscis. ¿Desde cuando ellos eran amigos?

—Hey, Capri— saludó Sagitario a su prima, arrastrando a su amigo con él.

—Hola— lo saludó secamente. A Acuario ni lo miró, o quizás sólo era un saludo general.

—¿Podemos sentarnos?

Ella asintió, como restándole importancia.

—¡Chicos, apúrense!— ahí estaba Ryan.

—Ryan, querido— se le acercó Géminis sonriendo exageradamente— ya nos preguntábamos dónde estaban tú y tu amigo...

—¡Sus clases empiezan en diez minutos! ¡DIEZ MINUTOS! ¡Corran a la camioneta! ¡YA!

Los signos reaccionaron alterados. Los que pudieron tomaron sus mochilas (los demás después improvisarían). Se acomodaron como pudieron en la camioneta y Ryan aceleró sin sobrepasar demasiado el límite de velocidad.

Libra no sabía cuanto tiempo habían tardado, pero esperaba que el profesor de su primera clase, fuera cual fuera, le dejara pasar la llegada tarde, al menos la primera vez.

Lo primero que notó fue que los pasillos eran mucho más amplios que los de la otra escuela, y que estaba menos cuidada que la anterior. Quizás, al ser evidentemente más grande, eso se justificara.

Se suponía que tenían que ir a un lugar llamado "Centro de Relaciones" y ahí les darían los horarios, números de salón que les tocaba a cada uno y esas cosas.

Era una habitación no muy grande, con muebles antiguos y lujosos, de paredes pintadas recientememte de un color beige. Una mujer de entre cuarenta y cincuenta años los recibió sonriente.

—Finalmente llegan— dijo ella— me presento; soy Ruth Morel, y soy la encargada del intercambio. Estoy aquí para guiarlos en todo lo que necesiten. Por ahora voy a darles a cada uno un folleto informativo de la escuela, para que conozcan un poco de nuestra historia, y a pasarles las clases de cada uno. Luego veremos los talleres y demás.

Los fue nombrando uno por uno y pasándoles los horarios que les correspondían. Cinco minutos después, estaba completamente sola y perdida en un pasillo, tratando de llegar a su salón antes de que terminara la clase.

—Aula 153... Aula 153... ¡Aquí está!— tocó la puerta y le abrió el profesor.

—Tarde señorita, señorita...

—Soy Libra Blake, y soy nueva. Lamento haber llegado tarde pero me perdí.

—Ah... Así que otra nueva— el profesor suspiró, como si eso lo cansara demasiado tener una alumna más— siéntese ahí, con Brenda y Brian, ellos serán tus guías y de tu compañero.

Libra no se había dado cuenta de que Géminis estaba ahí hasta que el profesor lo mencionó. Se sentó al lado suyo y lo saludó susurrando, se sonrieron y trataron, al menos Libra, trató de prestar atención a la clase. Pero no podía concentrarse con quién había sido su crush durante los primeros dos años de secundario a diez centímetros de ella.









[ . . . ]

No me convence para nada este capítulo, súper aburrido, pero les juro que el próximo va a estar mejor (?) ahre.

¿Siguen en cuarentena o ya la rompieron?

La Casa de los SignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora