3. La primera salida juntos

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—¿Sabes? Creo que tuve suerte al compartir habitación contigo —dijo Acuario, acostado en su cama.

Sus dos compañeros de habitación se miraron sin entender.

—¿A quién le estás hablando?— preguntó Tauro.

—¿Estás drogado? —a Sagitario parecieron brillarle los ojos— ¿me das?

Era un poco raro Sagitario. O al menos del punto de vista de Acuario, y eso que Acuario solía sentirse raro. Pero Sagitario era raro en otro sentido, siempre estaba pensando en alcohol, drogas, fiestas y sexo (y lo había ido descubriendo durante los dos meses que estuvieron conociéndose). Pensaba y hablaba como una estrella de rock, pero no cantaba ni tocaba un solo acorde en la guitarra. Él también pensaba en esas cosas, pero Sagitario lo llevaba a otro nivel, como si tuviera la constante necesidad de hacerles saber a los demás que él se drogaba e iba a esas fiestas clandestinas que los chicos de la alta sociedad, como Sagitario, nunca en sus vidas pisarían. Como si tuviera una fascinación por todo lo que para los chicos como él estaba prohibido.

La primera noche que habían pasado juntos Sagitario lo había asustado preguntándole si haría un trío con él y con alguna de las chicas. Se preguntaba qué le había pasado por la cabeza para decir eso, o si ya conocía a alguna de las chicas, y si alguna de ellas aceptaría algo así.

—Hablaba con... No sé, estaba divagando.

—¿Divagando en voz alta sobre tu compañero favorito? ¿Ya tienes un favorito pero no tienes las agallas para decírnoslo en la cara acaso?— Tauro, con su cara de buen sujeto, mejillas rellenas y constante sonrisa, no era intimidante, aunque Acuario no sabía qué pensar cuando le hablaba tan seriamente.

—Tauro, déjalo en paz. El pobre chico tiene derecho a tenerme de favorito.

En ese momento tocaron a la puerta.

—¡Yo no abro!— gritó Sagitario, tirándose en su cama.

—¡Yo tampoco! —Tauro saltó sobre él y quedaron echados riéndose como dos bolsas de papas.

Acuario se levantó y abrió la puerta. Era una de sus compañeras, Capricornio.

—¿Qué necesitas? —le preguntó él, sonando un poco brusco sin querer, aunque ella no se inmutó mucho.

—Que bajen, es hora de comer.

Ya abajo, todos parecían sumidos en su propio mundo. Todos hablaban con los que tenían al lado y, los que no, simplemente comían. Fue Brad quién decidió empezar la conversación que todos parecían evitar. El hombre palmeó las manos y empezó a hablar.

—Bueno, chicos. Como, supongo que ya saben, en dos semanas empiezan la escuela— se escucharon varias quejas y él no parecía saber cómo continuar. Miró a su amigo, quién le mostró un pulgar arriba. Desde el primer día, había sido Ryan el que comunicaba las noticias, Acuario se preguntó porqué habían cambiado las cosas. Aunque quizás sólo quisiera salir de su zona de comfort—. Ya sé que nadie quiere ir a la escuela, créanme que los entiendo. Pero es algo que hay que hacer. Con Ryan pensamos...—siguió hablando— Que quizás tendríamos que ir al centro algún día en esta semana, para comprar todo lo que necesiten. Tenemos que organizarnos bien, pero iríamos al centro comercial y estaríamos toda la tarde ahí, ya saben, para salir, quizás comer algo— parecía que iba tanteando en las palabras para ver las reacciones de los adolescentes—. Queríamos saber si están de acuerdo— finalizó.

El comedor estalló en felicidad. Todos empezaron a hacer planes, incluido Acuario. Se giró hacia la chica que tenía al lado, Escorpio, que hablaba emocionada con Libra.

—Iríamos a la librería, tengo ahorros para comprarme el libro que quiero— estaba diciéndole su amiga a Libra.

—Yo te acompaño, ¿después podemos ir a la tienda de café? Quiero uno de esos sorbetes* descartables de papel.

—Obviamente.

Acuario se sintió sonreír. Formaban un dúo curioso su mejor amiga y Libra, pero funcionaban. Le había tomado muy poco tiempo querer a Escorpio, se entendían bien y era una chica muy transparente. Había pasado mucho tiempo durante las vacaciones con ese dúo.

—Yo también voy a la librería, ¿me puedo unir a ustedes?— preguntó, porque sabía que su amiga odiaba las sorpresas.

—Sí, claro.

[...]

A Cáncer le gustaba sentirse como un chico tradicional. Como su padre decía, estaba "chapado a la antigua". Probablemente fue por eso que se sintió incómodo al enterarse de que tendría que viajar sentado sobre alguien, o cargando a alguien. No sabía cuál era peor.

Él necesitaba su espacio personal, su aire. No tardaría en marearse y vomitar. No quería vomitar frente a sus compañeros.

—Muy bien, para que no haya problemas yo voy a organizar los asientos. Lamento que tengamos que viajar así, la camioneta está en el mecánico, y sólo uno puede viajar en la moto conmigo— dijo Ryan— Aries con Géminis, Tauro y Capricornio, Leo con Sagitario, Acuario y Escorpio, Libra, Virgo y Piscis. Ustedes dos si quieren pueden acomodarse adelante. Cáncer, ¿no te dan miedo las motos, verdad?

Se escucharon quejas, principalmente de parte de Aries, Sagitario, Géminis y Leo, aunque Ryan decidió no prestarles atención. Cáncer lo siguió y el hombre le pasó un casco.

—¿Es la primera vez que viajas en moto?

—Eh... Sí.

—No te preocupes, tú sólo ponte el casco, súbete y aférrate a mí. Vamos adelante de ellos.

Cáncer hizo lo que su tutor le pidió. Le costó un poco subir y sentía su corazón zumbar más que latir. Al encender el motor se abrazó a su tutor con los brazos. Sabía que no debería hacerlo, sus padres siempre le habían advertido de los peligros de viajar en moto y de los conductores de motos. Pero ahora no tenía miedo ni siquiera, simplemente estaba emocionado. Sentía el viento soplarle la ropa y el pelo, incluso dentro del casco. Se sentía vivo.

Al llegar le temblaron las piernas cuando bajó, luego de estacionar la moto. Le pasó el casco a Ryan.

—¿Estás bien?— le preguntó él, mirándolo de forma extraña.

—Sí, ¿por qué?

—Estás muy pálido.

Cáncer no dijo nada más y corrió a un tacho de basura para vomitar. Dios, eso había sido genial. Sólo necesitaba acostumbrarse.

Vio a Virgo acercarse a él preocupado, y más atrás estaban Géminis y los demás. Brad ya había estacionado el auto entre dos camionetas innecesariamente lujosas. Parecían dos gigantes al lado del autito azul de modelo viejo que les había servido de transporte a sus amigos y compañeros.

—Estoy bien— dijo— sólo me mareé un poco.

Después de aclarada la situación, y después de que Cáncer rechazara varias veces el ofrecimiento de Ryan de volver a casa, entraron en el centro comercial.

Les esperaba una tarde muy movida.




[ . . . ]

Holaa, cómo están?

¿Cuál es su signo favorito?

Los míos son todos los de aire.

*sorbetes, pajitas, pajillas, bombillas, los tubitos que se usan pasa tomar bebidas.

La Casa de los SignosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora