Capítulo III: Despierta

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Zoned

Cada metro recorrido hace que mi desesperación vaya en aumento. Él no da indicios de querer iniciar una conversación así que lo hago yo.

-He llegado a la conclusión de que tu extrava... interesante apariencia es precisamente para pasar desapercibido entre la multitud de...

-No tienes que comentar algo que es bastante obvio, aunque "extravagante" suena mejor que "interesante", ¿qué podría tener de interesante la apariencia de una persona? Más allá de lo que la ingeniería genética puede llegar a convertirnos.

-Simplemente trataba de ser cortés. Sin embargo, sé que el color de tu cabello tiene algo más de arcaico y poco ha tenido que ver la ingeniería genética.

Noto que sus delgados dedos se aferran con dureza al volante.

-La tintura se puede remover fácilmente, -continuo - un truco estético bastante usado el siglo anterior, y debo recomendar que uses algún cosmético apropiado sino tu cabello se estropeará.

-La manea tan fría en que hablas, como si esa fuera la verdadera razón, como si tuvieses razón.

-No pienso que la tengo. Sé que la tengo, y por cierto, no te he dado la libertad de tutearme.

-Ja! ¿tutearte? ¿qué clase de palabra es esa?

-Sabes a lo que me refiero. Ya que estás tan interesado por lo clásico. Supuse que el trato de "usted" impregnado en los años de 1900 te agradaría.

Él fija la mirada en mí, entrecierra los ojos y me mira inquisidor.

-Estoy seguro de que no te hubiese gustado un trato de esos años. Lo digo porque eres mujer, y sin ningún afán de sonar machista.

Lo miro y sonrío despacio mientras entrecierro mis ojos. No había escuchado esa palabra desde hace mucho... detestable machismo.

-Me agrada que te hayas interesado por la historia. Seguro hoy ya nadie lo recuerda.

-Soy nadie entonces. Bien, es mejor. Así cuando alguien te pregunte por mi dirás que soy "nadie", al igual que Polifemo fue engañado por Ulises.

Mitología griega. Es él mismo, otra vez.

-Dudo mucho que me asemeje a un cíclope de un solo ojo, sin embargo, siento un alivio al pensar que me diste el papel del más fuerte en la historia.

-¿Realmente piensas que la fuerza es mejor que la astucia?

Suspiro, aunque no quería suspirar en realidad. Sentía que le daba un toque de malicia, más terminó siendo melancólico para mí. Recordar el canto IX de la Odisea me recordaba la tarde en que descubrí aquellos viejos papeles en piso de mi hogar, el único que había tenido y el único que alguna vez tendré, no podría llamar nunca más hogar a un lugar en donde no estuviese mi madre o mi padre. No me importaría tener solo a uno porque tener a uno significada tener a los dos, y mientras hubiese tenido a uno hubiese tenido un hogar. No. No lo tendría ya más, ellos habían desaparecido en la nieve, ya hace muchos años. No quedaba más.

-¡Zoned!

Él me saca de mi ensoñación y por un breve momento lo detesto. Siento que me ha quitado a mis padres... otra vez.

-¡No me grites, Kanded!

-Entonces no hagas eso.

Reflexiono: me arrebatado un recuerdo, no a mis padres.

-¿Hacer qué?

Me señala mis manos y luego mi alrededor. Las levanto a la altura de mis ojos e inspecciono: algunas líneas negras aparecen en mis dedos, desde la punta de mis uñas... sí, incluso mis uñas han caído bajo ese efecto fantasmal. ¿Fantasmal? ¿Qué clase de palabra es esa? ¿Por qué de pronto empiezo a utilizar ese tipo de palabras?

-¿Qué... qué es esto?

Se exaspera.

-Como si no lo supieras... ten.

Me da una especie de auriculares, son grandes y blancos

-¿Qué son? -pregunto mientras me los coloco.

-Realidad. Tu realidad.

En ese momento empieza a sonar una composición, puedo identificar una guitarra acústica, en el fondo un bajo y otro sonido... parece lluvia, no. Es agua, ¿qué clase de sonido tiene el agua?, sé que es eso, pero no la escucho... la siento... llega a mis pies, sube más rápido, llega a mis rodillas, la cintura, mi pecho... mi cuello.

-¿Qué haces, Kanded? -, grito.

Me va a ahogar... no. Me concentro en mi cerebro, no es cierto, no hay agua. El sonido se agudiza, se aleja y vuelve a retroceder... me aturde.

-¡Para! ¡Para, por favor!

Pero él no me escucha, no me escucha porque no he gesticulado ninguna palabra, pero grito... he gritado y me escuchado yo misma. Han sido gritos a mi conciencia.... No lo comprendo, de pronto siento como una energía pura irradia desde la punta de mis pies, y mis dedos... electricidad, ondas magnéticas. Me aferro al asiento.

Y luego no hay nada.

Alguien me despierta. Abro los ojos, ¿en qué momento me dormí?

-No fue un sueño, por si te lo preguntas.

No reconozco esa voz. Muevo mi cabeza con dificultad, intento incorporarme hasta que... ¿por qué estoy en una camilla?

-Soy Catalina.

La escucho, la siento... pero no la veo. Froto mis ojos.

-No trates de buscarme -dice.

Trato de recordar... ¿En dónde está Kanded?

-¿En serio? ¿Esa es tu pregunta?

Me ha leído la mente.

-¿Leer la mente? -se ríe -, ¿Qué clase de broma es esa? No necesito leer tu mente porque yo soy la mente misma.

-¿Eres mi mente? -gesticulo con dificultad.

-No he dicho eso. Formo una parte del Todo, y tú eres una pequeña parte de ello. Solo siéntete... energía pura.

-No puedo verte, ¿qué hago aquí?

Escucho como se ríe, una risa que... no puedo describir.

-Tu cerebro es tan primitivo después de todo. Ni siquiera tú podrías verte, pero ¿para qué necesitas eso? El mundo Metafísico, como lo llaman los humanos, no necesita de nada material. En fin, siempre es divertido al principio.

-No entiendo.

Ahora siento su presencia en todas partes, a mi derecha, a mi izquierda, arriba...

-Te tomará algún tiempo entender, pero estas en condiciones, eso es lo que importa. Zoned Doss, tú puedes llamarme Catalina.

No veo mi cuerpo.

-Dime lo que está pasando, Catalina.

-Uhm, que deliciosas palabras.

Una ráfaga me envuelve y veo... está vez sí veo, y veo que ella se fusiona conmigo, nos fusionamos con el aire, el ambiente, también con el agua, ya no me ahogo. Formamos al agua.

No tengo la menor idea de cuánto tiempo ha pasado, pero nunca me había sentido tan victoriosa.

Esta vez si abro mis ojos. Ese chico esta a mi lado nuevamente.

-Eso fue rápido, -masculla.

Con un movimiento me acerco a su cara y le toco la nariz.

-¿Qué haces?

-¿Eres real? -pregunto.

Él se acerca más.

-No, no lo soy. Yo soy un dios, debes arrodillarte y rendirme culto.

Me rio y me alejo. Supongo que ahora si estoy en mi realidad.

-Podemos ser amigos después de todo.

-Como en los viejos tiempos.

Me rio aún más fuerte.

-No esa clase de amigos.

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