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—Siento no haberte traído el desayuno hoy

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—Siento no haberte traído el desayuno hoy... —gimotea Louis tras llegar a clase.

Harry sonríe mientras le resta importancia al hecho con un gesto de mano. No es como si Louis tuviera una obligación real de prepararle la comida o algo así, pero le gusta que así lo sienta. Ama ser complacido y recompensar a quienes le satisfacen.

Se pone un poco triste porque tras las galletas del martes y los bollitos de limón que trajo al día siguiente, estaba deseando ver que le traía el chico hoy. Harry abre su agenda para comprobar los horarios de clase, verificando que en su carrera solo deben asistir a clases de lunes a jueves, así que ese es su último día antes del fin de semana.

—Louis, hoy voy a invitarme a comer en un lugar que me gusta. —dice Harry sin más; el corazón del menor da un vuelco con alegría, pero después declina su oferta.

—¿Qué? No, no puedo dejar que gastes más dinero en mí, está mal.

—No te estaba preguntando, te estaba avisando. —le reprende Harry, con una enorme sonrisa en el rostro que lo hace más diabólico y codiciado.

—Pero...

—Louis. —su tono de voz obscuro vuelve.

El más pequeño se deshace por dentro y no le queda otra que asentir y obedecer, no quiere hacer enfadar a Harry y en el fondo desea ir con él a comer, sobretodo porque el día anterior lo hizo solo, de camino al trabajo, cuando Harry le dijo que tenía demasiada prisa como para quedarse. Le dijo que no pasaba nada, lo que pasó es que lo extrañó demasiado.

—Cuando yo quiera darte algo lo vas a aceptar sin preocuparte por el dinero. No soy un derrochador, así que si te invito a algo es porque puedo hacerlo y porque quiero.

Louis sonríe y asiente y Harry le da otra leve caricia en su cabeza. Eso parece ocupar su cerebro por toda la mañana hasta que las clases acaban.

—Ven. —dice el mayor levantándose, andando hacia la salida.

Louis le sigue, trotando para alcanzarlo.

—Harry, yo me tendré que ir pronto, tardo una hora en llegar al trabajo. —Harry asiente, comprendiendo la situación.

—No te apures, este lugar está al lado.

Cuando andando en línea recta desde la salida del edificio Louis se siente tentado de decirle a Harry que la entrada a los ferrocarriles, al metro y al tren están en dirección contraria, pero sus pasos son marciales así que decide que si está tan seguro de a dónde va, él va a seguirle. Va al parquin, más concretamente hacia un coche enorme y seguramente más caro que todo lo que Louis ha podido tener en la vida.

No quiere ni acercarse ahí, tiene tanto miedo de romper, manchar o rayar algo. Él no podría pagarlo ni vendiendo su pulmón e hígado.

Harry rodea el coche y abre la puerta el copiloto, sujetándola para él.

7 días de sumisión [EN AMAZON] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora