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Harry ha hecho la comida para Louis hoy, también el desayuno, a pesar de que el sumiso le haya dicho que tras aplicarse la pomada durante los dos días anteriores ya se siente completamente renovado y no tiene problema alguno para realizar sus tareas.

—Amo, por favor, estoy bien ¿Ves? —dice Louis dando una vuelva sobre sí mismo para finalizar con un bailecito ridículo, moviendo todas sus extremidades como si le estuviera dando un calambrazo.

Harry ríe por la ocurrencia del menor, pero niega suavemente y sigue tratando de cocinar algo comestible.

—He dicho que no, pequeño, descansa por lo menor durante una semana. Así me sentiré más tranquilo.

—Si sigues cocinando tú no llegaré vivo ni a mañana. —se queja Louis haciendo un puchero. Harry se voltea con una ceja levantada y los labios fruncidos en una línea tensa, evitando reír.

—Si sigues contradiciéndome no lo que no podrás hacer mañana será sentarte. —le amenaza el hombre, su voz gruesa, opaca, atravesándolo como un puñal.

Se clava en su piel y la recorre, haciéndolo arder.

—¿Eso debería sonar como una amenaza o como una propuesta? Porque si es lo segundo, acepto. —susurra Louis con la voz aguda e insinuante, arrastrándose hasta los oídos de Harry con una lábil tranquilidad propia de todo lo que es dulce como la miel.

Todo su cuerpo se tensa en anticipación por la idea y delante de sus ojos la comida y los utensilios de cocina desaparecen; puede ver la desnudez de Louis empujándose contra su excitación, la piel nívea y tierna chocando contra la dureza de su pelvis, haciendo un obsceno ruido; sacude la cabeza, volviendo a la cocina. No, no puede dejarse llevar.

Louis, por su lado, quiere arrastrar a Harry hasta su cama y pedirle que se preocupe solo de darle placer pues el dolor ha remitido.

—Louis, no juegues conmigo, puedes salir perdiendo. —advierte el hombre.

Su ceño fruncido, sus labios gruesos prensados el uno contra el otro, la seriedad inundando los grandes orbes verdes, la línea de la mandíbula afilada como un cuchillo... Harry no lo sabe, pero su seriedad no insta a Louis a dejar de ser provocativo.

Louis se encoge de hombros y deja ir una pequeña risita antes de adelantarse a Harry, tomar los platos humeantes y llevarlos él mismo a la mesa, justo como el otro hombre le había dicho que no hiciera. Louis no está reposando nada hoy, a pesar de la hipocondría con la que Harry se lo repite una y otra vez, de hecho, cualquiera podría ver que Louis se está esforzando más por molestar a Harry mientras hace sus tareas de lo que se esforzaría haciéndolas él mismo; pero Louis simplemente quiere dos cosas: llamar su atención, alejándolo de los malos recuerdos que tuvieron juntos, y aprovechar antes del último día para hacer algo que no sabe si después tendrá la oportunidad de siquiera intentar.

Se arrodilla frente a su plato, esperando pacientemente y con una enorme sonrisa a que Harry aparezca ante el suyo y pruebe el primer bocado. Cuando lo hace y su cara se desfigura como si hubiese chupado un limón, Louis deja ir una risilla y come de su plato, sin demasiadas ganas. Harry le asesa una mirada matadora y sigue comiendo, tratando de reprimir visajes asqueados.

—Hay algo que me gustaría decirte. —comenta Harry, rompiendo el silencio. Louis alza su vista con cierto nerviosismo y los ojos atentos al movimiento de los labios de Harry. —Mañana es nuestro último día como dominante y sumiso de pruebas, por así decirlo y es cuando tienes que decidir si quieres o no estar conmigo, así que había pensado en algo. En mis clubs, cuando un amo decide hacer de su sumiso alguien suyo para siempre, le entrega un collar delante de todos los presentes, para que se corra la voz. El sumiso se lo pone si desea al dominante y niega si no desea eso; nadie juzga a los sumisos por sus respuestas, Louis, así que, ya que soy alguien conocido en este mundillo, me gustaría extender la noticia de que mañana quiero organizar una fiesta para entregarte tu collar y mi corazón para romperlo si es lo que deseas; me gustaría que todo el mundo posible estuviese ahí y viesen que si eres el primer sumiso al que anuncio públicamente como mío, es porque tengo razones. Louis, quiero que el mundo entero te vea, al menos mi mundo, porque eres demasiado hermoso como para estar bajo llave.

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