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Louis despierta y lo primero que ve al abrir los ojos es nada. Alza sus manos hacia estos, pero una voz le detiene.

—No. —dice Harry, simple y llanamente. Reconoce el tono autoritario y aleja sus dedos de la cara, usándolos para palpar la cama y lograr sentarse en la orilla de esta, encarando a la voz que le habla. —Buen chico. Hoy es el último día de los siete —anuncia Harry, Louis no puede verle y es ahora más consciente del pañuelo apretándose entorno a su visión. —, difundí la noticia ayer y parece haber causado mucho impacto. No te asustes, el lugar estará lleno de gente ¡Incluso ha salido en la televisión! A nadie le importa mucho el tema del BDSM, pero les importo yo porque soy joven y tengo mucho dinero, pero no te preocupes por eso, no dejarán pasar periodistas al evento. Solo nosotros y quienes realmente quieran ver el maravilloso buen gusto que tengo.

Louis se sonroja y deja ir una leve risita, imagina los hoyuelos de Harry porque él siempre le corresponde las sonrisas. Un tacto suave se escurre entre sus dedos y se afirma; Louis, algo menos confuso, toma la mano que Harry le ofrece y la aprieta fuerza mientras se levanta de forma ciega.

—Quiero que lo primero que veas hoy, sea tu collar, bebé. Y que lo que simboliza sea en lo primero que pienses cada vez que abras los ojos a partir de hoy.

El corazón de Louis se derrite por las profundas palabras y Louis asiente, perdiéndose en la voz de Harry mientras este lo guía hacia la planta inferior.

—Ya pensaba en eso antes... —reconoce. Harry no responde, Louis sabe que está sonriendo bien grande y le gustaría tanto verlo que se plantea desobedecerle.

No lo hace, ama ser un buen chico para Harry y ama que el hombre esté orgulloso de él, le hace sentir válido y querido; le hace sentir tan bien que cuando está a su lado sigue sintiéndose así. Harry no le quiere —no únicamente—, Harry le ha enseñado a quererse.

Louis escucha las patas de una silla arrastrándose por el suelo, después la madera crujir bajo el peso de Harry. El hombre suelta su mano y lo atrae con un gran abrazo, haciéndolo sentarse sobre sus piernas. Una pequeña circunferencia fría se aprieta contra sus labios y Louis abre la boca en sorpresa, el objeto resbaloso entra y lo muerde con curiosidad. Sonríe, él ama las cerezas.

—Tienes que desayunar un poco antes de que nos vayamos, no quiero que mi hermoso sumiso se desmaye delante de todos. Yo soy el único que puede dejar tu cuerpo sin sentido ¿De acuerdo? —Louis sonríe y asiente, jugando con el hueso de la fruta en su boca.

—¿No te pone nervioso que vaya a haber tantas personas? —pregunta el chico, escupiendo el hueso en un bol que Harry prensa contra su barbilla.

—No, estoy acostumbrado a cosas así cuando organizo eventos, abro locales nuevos o amplío mi empresa. —Louis asiente, comprendiendo.

Sabe que Harry no recibe demasiada atención por el ámbito en que se maneja, pero para él más de una mirada sobre su cuerpo ya es realmente mucha atención, sobre todo si la mirada no es de su amo.

—¿Y si no les gusto? —pregunta con un poco de angustia en sus palabras, de repente se le traban y un enorme nudo baja a su garganta junto a las cerezas.

Una melódica risa posee sus oídos y sumerge su cavilante cerebro en un estado de relajación.

—Les gustarás y no lo haces, no importa; me gustas suficiente como para que no necesites agradar a nadie más aparte de a ti mismo, pequeño.

El chico se revuelve en sus brazos, nervioso y contento a la vez. Harry está siendo realmente dulce con él, ya a sabiendas de que volverá a casa con su sumiso luciendo el hermoso collar que le ha comprado. Louis puede notar la confianza de Harry y eso le hace sentir más relajado; no hay nada que pueda salir mal si su amo está apoyándole.

7 días de sumisión [EN AMAZON] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora