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Louis está realmente nervioso, es el primer día de clases desde que Harry es su amo y no sabe cómo sentirse al respecto

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Louis está realmente nervioso, es el primer día de clases desde que Harry es su amo y no sabe cómo sentirse al respecto. No tiene ni idea de si debe comportarse como su sumiso allí afuera, pero sabe que no puede ser igual que en casa; la idea de fingir una relación vainilla con él lo enferma; no quiere llamarlo por su nombre, ni quiere sentarse a la misma altura que él o recibir sugerencias en vez de órdenes, no quiere fingir ser algo que no es.

Teme preguntarle a Harry que debe hacer por la respuesta no le gusta, así que solo traga sus dudas y se esfuerza en preparar un desayuno que le anime a seguir el día.

—Algo huele delicioso aquí. —murmura Harry abrazándolo por detrás en la cocina.

Louis se siente demasiado halagado, ha estado debatiéndose en si hecha una o dos cucharas de especias porque no sabía si el aroma debía ser fuerte o suave y ahora que a Harry le ha agradado su decisión, se siente mucho más seguro de sí mismo. Las manos de Harry entran por dentro de la bata y acarician su tripita con ternura mientras el hombre empieza a besar su cuello lentamente.

Los labios calientes se sienten como el cielo prensados suave y blandamente contra la piel de su garganta; escalofríos placenteros lo recorren cuando la lengua sale ligeramente, probando la piel.

—No te distraigas, sumiso, no me gustaría que el desayuno se arruinara.

Louis asiente y abre sus ojos, cerrados por la relajante sensación de Harry mimándolo; todo está en orden por el momento así que solo debe remover la comida un poco más en la sartén para evitar que se pegue. Se le hace difícil la tarea cuando Harry hunde los dedos en sus caderas blandas y los dientes en el cuello con cierta ferocidad. Los besos suben y bajan haciéndole sentir la piel sensible y temblorosa, Harry la besa, la muerde y tira de su lóbulo con los dientes administrando una dosis de dolor que hace al muchacho entrar en calor con rapidez. Descargas de placer se expanden por su cuerpo hasta llegar a la punta de sus dedos como un cosquilleo impreso en su piel.

Louis atina a apagar el fuego y apartar la sartén y cuando va a llevar la comida a la mesa, Harry lo retiene con la fuerza de sus manos y siente un pequeño gruñido nacer en su pecho.

—Quédate quieto.

La voz lo atraviesa como una lanza, dejando su cuerpo clavado en el suelo, incapaz de mover siquiera un músculo. Espera pacientemente, con el corazón latiendo desbocado y sus oídos pulsando, deseosos del tan anhelado sonido.

—Buen chico. —solo necesita ese susurro para pasar de hielo a agua, se derrite, su cuerpo entero tiembla y exhala un gemido

¿Cómo dos palabras pueden sentirse mejor que un maldito orgasmo? Son solo aire, pero cuando salen de esos labios se convierten en algo físico que entra en la piel y la droga. Louis se siente adicto.

Harry envuelve un pedazo de piel con sus labios y chupa vehementemente; la sangre viaja a la zona, llenándola de calor; Louis siente su piel pulsando en la cálida boca de Harry, las excitantes punzadas de dolor disipándose en su cuerpo y la húmeda lengua lamiendo en su cuello maltrecho hasta causarle suspiros colmados de placer.

7 días de sumisión [EN AMAZON] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora