VIII. Kabuki Gekijō "Teatro Kabuki"

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Frente al palco elevado donde todo estaba dispuesto para que Lord Higuchi y su séquito tomaran asiento, se encontraba un bello altar, adornado con las más hermosas flores, traídas de los mejores jardines de la provincia, en el centro de éste se alzaba una antigua estatua, tallada en una roca que, según los textos ancestrales, provino del cielo durante una feroz tormenta. Dicha roca contenía el espíritu del Dios Luminoso, y cada año ese espíritu era llamado de su sueño etéreo para recibir las ofrendas y peticiones del pueblo.

A una orden del Venerable Nomori, un nutrido grupo de niños, ricamente vestidos, se acercaron al altar, dejando canastas con frutas, vegetales, incienso y otros productos de la tierra. Luego de que los chiquillos se retiraron, el sacerdote comenzó a recitar en voz alta una invocación:  

"La tierra era dominio del caos,

los hombres se escondían de los demonios...

Bajo la incesante tormenta, nuestro Dios Luminoso

tuvo compasión de nosotros.

¡Tu pueblo agradecido, te llama!"

Las palabras de Nomori resonaron con fuerza a través del patio, acto seguido avanzó hacia la estatua, sin dejar de mirar al suelo. Cuando ya estaba apenas a tres metros del ídolo, se hincó y encendió el incienso frente a él. Una densa nube de humo aromático se fue elevando hacia la estatua, conforme invadía el ambiente. Pocos segundos más tarde, se pudo ver una tenue luz de provenía del núcleo mismo de la estatua, en ese instante Nomori y todos los presentes comenzaron a cantar una especie de mantra:

"Eres la luz de nuestros corazones,

Dios Luminoso, escúchanos..."

De pronto, la estatua del Dios Luminoso se hizo más y más brillante mientras de ésta comenzó a surgir una voz, que no sonaba en el aire, sino dentro de las mentes y corazones. Cada uno de los devotos percibía la voz de un modo particular y escuchaba un mensaje acorde a las intenciones de su corazón.

La multitud estaba completamente conmovida, una vez más el Dios Luminoso los bendecía con su presencia, tras varios minutos la ceremonia continuó. A una señal de Nomori, todas las concubinas, con excepción de Nodoka y Yui hicieron acto de presencia avanzando por una calzada tapizada con pétalos de flores. Mientras caminaban esas bellas damas iban entonando los himnos ancestrales, dictados por el propio Dios Luminoso a los primeros fieles.

Las voces de aquellas mujeres eran en verdad angelicales, eso en conjunto con su encantadora apariencia, hacía que el cuadro pareciese sacado del propio paraíso.    

A la par de estos acontecimientos, todos los presentes hacían sus plegarias en silencio. Pero tres de ellos estaban con sus mentes en otra parte...

Estaban inquietos por los mensajes, en apariencia misteriosos que habían escuchado de parte del Dios Luminoso. El primero de ellos era Lord Higuchi.

-"Amas con sinceridad, pero deberás aceptar la pérdida, su sangre es pura, no la derrames..." ¿Qué puede significar eso?

Por su parte, Nodoka estaba aún más confundida:

-"Pronto, tus alas surgirán y tu corazón te llevará por un rumbo desconocido hasta ahora. Así aprenderás la diferencia entre amor y obsesión..." ¿Amor y obsesión? ¿Me estará hablando de Mi Señor Higuchi?

Mientras ellos cavilaban, Yui repetía en voz baja su mensaje:

-"Deberás elegir, amor u honor. Sin importar cual tomes, la pérdida será dolorosa..." Una pérdida inevitable, pero ¿a quién perderé por amor u honor?  

SHIRO NO HANA "LAS FLORES DEL CASTILLO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora