XVIII. Esukēpurūto, "Ruta de escape"

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Luego de una larga estancia en la tina, relajando sus adoloridos y golpeados miembros, Yui se frotaba un ungüento medicinal obsequiado por Oishi. Sus delicadas manos acariciaban con gentileza cada parte de su propio cuerpo, la piel sensible por el dolor y el calor respondió de forma rápida y la niña se ensimismó en una ensoñación...   


-Yui... ¡date prisa y toma mi mano!- El hombre que la llamaba sostenía frente a ella una sonrisa especialmente luminosa y un tanto pícara.

-Maestro Oishi, ¿hoy no tendremos práctica?- La niña caminaba sueltamente ataviada con una yukata de color azul celeste tan hermosa que rivalizaba con el mismo firmamento, su pelo castaño se movía libremente por las suaves brisas que acompañaban esa fresca tarde. En su mirada no se hallaba otra cosa que tranquilidad y la dulzura sin límites que no experimentaba desde antes de la muerte de su hermano, el samurái.

-¿De qué hablas Yui? ¿Por qué de repente me llamas Maestro, como cuando estábamos al servicio del Castillo entre las Nubes?, desde hace tres años que no hay guerra, Honke fue ahorcado, el Shadōchīmu fue licenciado de sus deberes en la provincia de Lord Higuchi y el mismo Shōgun, autorizó nuestra boda y que partiéramos hacia el sur para poder criar a nuestros hijos con total tranquilidad...- La expresión del hombre era tan transparente que de forma inmediata Yui dejó escapar de su corazón cualquier asomo de preocupación o duda.   

Ella tomó la mano de Oishi, sintiendo de inmediato la tibieza del contacto de aquellas manos curtidas por el combate durante tantos años, mientras caminaban por un interminable campo de cultivo, el ánimo de Yui fue relajado en extremo, ni ella misma creía la paz que emanaba de su pecho con cada respiración, después de caminar por un tiempo indefinido llegaron a un pequeño templete que lucía demasiado antiguo para estar en buenas condiciones, en el centro mismo del lugar se podían ver dos estelas conmemorativas talladas en piedra negra que en contraste con el templete, eran muy recientes y estaban bellamente adornadas con rosas de todos los colores posibles, y aquellas flores despedían un aroma muy particular que puso en alerta los sentidos de Yui... su rostro se puso tenso y soltando la mano de su acompañante caminó despacio hacia las estelas.

Cuando ya estaba apenas a tres metros de ellas pudo leer con claridad las inscripciones:

"En honor a Lord Higuchi, Señor entre las Nubes... quien ya hace guardia ante los dioses, de pie y con orgullo junto a sus gloriosos antepasados y además le enseñó a la nación entera el significado de la palabra LEALTAD".

  "En honor a Lady Nodoka, la Flor del Castillo entre las Nubes... aún los dioses desearían tener una esposa tan devota, firme y bella... las rosas crecerán en este lugar regadas por su sangre y lágrimas dadas junto a las de su Señor a la nación con infinito amor".  

Sin previo aviso, las lágrimas brotaron en silencio del compungido rostro de Yui... un sentimiento de intensa culpa estrujó su pecho mientras miraba a Oishi y preguntaba: -¿Valió la pena que murieran y su linaje desapareciera?-

El antiguo ninja la miró con una mezcla de ternura y confusión, entonces de sus labios salió una respuesta que dejó aún más perdida a Yui:

-No sé que es lo que te sucede hoy mi amor, pero te lo voy a aclarar... el linaje de Nuestro Señor Higuchi y Lady Nodoka no desapareció...- Justo cuando él iba a continuar hablando, un niño de apenas unos tres años y medio llegó corriendo hacia ellos y se agarró con fuerza de la pierna de Yui.

-¿Me alzas mamá Yui?- el pequeño se la quedó mirando con unos ojitos llenos de ternura, pero que a su vez, guardaban una imponderable fuerza y una altivez que ella sólo había visto en dos personas... los rasgos del niño eran exactamente iguales a los de Lord Higuchi pero con la piel blanca y suave, tal como recordaba a Nodoka... ella se atragantó con las palabras mientras tembló ligeramente.

-Mamá Yui... ¿Sigues triste por mami y papi?... Ellos están en el cielo cuidando de nosotros...- 

Ella trató de hablar pero el nudo en su garganta era inmenso... sólo pudo sonreír con toda su sinceridad, mientras acariciaba las mejillas regordetas del pequeño y lo abrazaba con amor profundo.  -Mi Señor Higuchi... Mi Lady Nodoka, no dejaré que su hijo sufra mal alguno, lo criaré para que sea un hombre digno, fuerte, gallardo, leal y valiente así como ustedes los fueron... como prenda de mi lealtad y mi amor imperecedero él tendrá presentes sus nombres por la eternidad-.

Tras hacer una reverente oración frente a aquellas lápidas, el trío regresó a la pequeña cabaña en la que vivían, Oishi abrazó a Yui por detrás y susurró en su oído con tranquilidad:

-Mi amor, ellos partieron con una sonrisa en sus labios, confiando en que no dejarías que el miedo opaque el amor devoto que tuviste por Nodoka...

no te sientas mal... incluso Lord Higuchi te dejó como regalo de agradecimiento su mayor tesoro aparte de su retoño, su invencible espada...- En ese momento la vista de Yui se dirigió hacia la pared, donde en el sitio de honor estaba resguardada la más hermosa y perfecta katana, a lo largo del acero se podía leer con claridad su lema:

"Watashi wa kumo o yokogiru kōsendesu... Kagayaku kami no ishi ga watashi no sensei no ude o imashimemasu."

"Soy el rayo que atraviesa las nubes... la voluntad del Dios Luminoso comanda el brazo de mi maestro"

-Seiun...- Esa majestuosa katana, cuyo acero provino del mismo meteorito con el que fue esculpida la estatua del Dios Luminoso era el mayor tesoro dentro del Castillo entre las Nubes y la posesión de la cual Lord Higuchi no se desprendería a menos que fuese arrancada con todo y su alma. Las manos de Yui no se atrevían a tocar aquel sagrado artefacto.

Entonces volteó la vista hacia Oishi y éste se limitó a sonreír, -Nuestro señor Higuchi con su último aliento nos pidió que la lleváramos con nosotros y que llegado el momento le enseñáramos a su hijo como ser digno de ella... esa es nuestra misión...-

-No creo que pueda hacer esto sola...- El miedo se dejó caer de la mirada de Yui mientras el ligero temblor de sus manos se hizo evidente.

-No estás sola Yui, me tienes a mí a tu lado... por eso me elegiste, hiciste lo correcto por Lady Nodoka, por Lord Higuchi y por tí misma....- De nuevo la sonrisa de Oishi iluminó el ambiente a su alrededor y llenó de calidez el corazón aturdido de la jovencita.


-Es lo correcto... debo verla a ella como Mi Señora, no como la mujer, así podré darle a ambos lo mejor de mí...- Con esa idea, la mente de Yui volvió a la realidad dentro del Castillo entre las Nubes.  


SHIRO NO HANA "LAS FLORES DEL CASTILLO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora