XII. Kyōfu to miryoku "Miedo y encanto"

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El alba despuntó ansiosa sobre el Castillo entre las Nubes. Tal y como si hubiese estado sumida en el sopor de algún narcótico, la vida en la fortaleza retornó a la más absoluta normalidad cuando se supo que la valiente y tenaz jovencita que impidió el rapto de Lady Nodoka había recuperado por completo su salud, luego de varios días en los que se temió por su vida.   

Yui estaba ya despierta y dispuesta desde dos horas antes de la salida de sol, para cuando Haruka llegó a despertarla, la jovencita ya se encontraba de frente a la mesa baja de su cuarto, repasando cada uno de los textos que había aprendido el las lecciones de caligrafía con Nodoka y lentamente dibujaba cada kanji en sendos rollos de papel.  

-Por lo visto niña, estar al borde de la muerte ha mejorado tus hábitos al despertar...- La frase de la matrona vino acompañada por una leve sonrisa. -Además ya estás trabajando en la caligrafía que te ha enseñado Mi Lady Nodoka...-

La jovencita no levantó siquiera la vista para responder al saludo y comentario de Haruka, estaba por entero ensimismada en su ejercicio de escritura, sólo cambió su expresión cuando su olfato fue sorprendido por ese perfume fresco tan característico que la alertó acerca de la presencia de la dama, quien con paso ligero y decidido ingresó a la habitación.  

-Mi Lady Nodoka, buenos días...- la sonrisa en el rostro de Yui era contagiosa, -Espero que haya descansado bien y que los más dulces sueños le hayan acompañado...-  

Para cuando Yui elevó el rostro hacia su maestra, se encontró con una mirada confundida.

-Agradezco tu interés por mis sueños niña... pero no dormí bien, es más, algo invadió mis sueños como si fuera una plaga- Nodoka soltó aquella sincera respuesta a bocajarro y sin siquiera detenerse a pensar en por qué le debía alguna explicación a su interlocutora.

-Basta de hablar tonterías... a trabajar, que ya descansaste lo suficiente. ¿Nos dejas a solas Haruka?- El tono de Nodoka no dejaba lugar a dudas mientras dispuso los rollos, tintas y pinceles para la clase de ese día. La matrona se marchó de la habitación inmediatamente, no sin antes cruzar una mirada hacia Nodoka y Yui como si se preguntara: -¿Qué demonios les pasa hoy a estas dos?  

Un minutos después, y tras verificar que no había nadie cerca de la habitación, Nodoka se dirigió hacia la puerta del cuarto y la cerró con seguro. Ante la mirada extrañada de Yui, la dama hizo a un lado los materiales de escritura y le lanzó una significativa mirada a la jovencita mientras vaciaba su corazón:

-¿Qué diablos es lo que quieres hacer conmigo granjera...?, Tu eres quien ha invadido mis sueños, pasé seis días pegada a ti, sin comer ni dormir, sólo pendiente de ti y llorando por tu causa como no lloré ni aún por Mi Señor Higuchi, cuando casi fue muerto en batalla...- El tono en la voz de Nodoka era de extrema urgencia y desesperación mientras miraba a Yui, como intentando descifrar qué era lo que le causaba esa niña. 

Yui se quedó mirando a la dama con atención y dejó que hablara sin interrumpir en lo más mínimo. Cuando Nodoka terminó de desahogarse y viendo que ponía las cartas sobre la mesa con absoluta franqueza, le correspondió con una cálida sonrisa y la luz del sol en sus ojos marrón.

-Mi Lady, ¿En verdad piensa que es la única que se encuentra luchando por entender qué es lo que está pasando? ¡Pues no!, yo también he estado teniendo sueños respecto a usted, desde incluso antes de llegar a este castillo- Yui aumentó la intensidad en su mirada y remató su respuesta con una declaración firme.

-Mi Lady Nodoka... entendí que era usted quien aparecía en mis sueños hace apenas dos noches, justo antes de recobrar la consciencia. Pero a diferencia de usted, quien está empecinada en resistirse, yo he decidido dejar que el destino siga su curso, sin oponerme a él. Por eso estoy tratando de acercarme a usted, porque siento que de algún modo, el destino me puso en su camino. No se como va a terminar esto, pero le sugiero que reflexione, de todos modos no voy a dejar de buscarla-

Nodoka no pudo hacer otra cosa más que observar como Yui le declaraba la guerra a sus barreras emocionales mientras sus labios temblaban, fruto de la intensa confusión y el espanto que la sobrecogían. En el colmo de la desesperación al ver como esa niña se apoderaba de su pensamiento y la desarmaba por entero, le lanzó una bofetada cargada con miedo, más que con rabia.

¡PAM!

-¿Quién demonios te crees, estúpida granjera para decirme a la cara que te vas a adueñar de mí? ¡Yo decido quien entra a mi vida! ¡Yo abro la puerta y la cierro! ¡Yo conquisto, mas no dejo que me conquisten!- Todo esto lo gritó mientras gruesas lágrimas caían por su rostro como si de un río se tratara.

Cuando quiso dar un segundo golpe, la dama fue interceptada por Yui con absoluta decisión, la jovencita sujetó en sus brazos a Nodoka, quien se sacudía salvajemente. La mesa, y todo lo que había sobre ella fue a parar quién sabe dónde mientras las dos mujeres forcejeaban. Pronto la escena se transformó en una pelea en la que ellas dos estaban dejándose la piel, la una por conquistar el alma ajena y la otra por conservar su orgullo y no ceder ante esa persona que estaba tomando por asalto su vida. 

-¡Deja de actuar como una niña caprichosa! Yo no quiero dañarte ni quitarte nada...- Yui trataba de calmar a Nodoka conforme la iba sometiendo a su agarre por la espalda. Los esfuerzos de la dama por soltarse de Yui y hacer oídos sordos a las palabras que ella decía eran cada vez más desesperados.

-¡Maldita granjera... por qué mal designio viniste a desbaratar mi vida!- El llanto estaba mezclado entre los gritos y los sacudones, pero pronto la situación fue decayendo; la fuerza de Nodoka no era gran cosa en comparación con la de Yui, pues a pesar de ser menor en edad, ella había trabajado la tierra y además practicado con la espada, dándole un poco de ventaja.

Para cuando dejaron de luchar, ambas mujeres estaban respirando con dificultad, halando cada átomo de aire con desesperación, un sudor grueso como lluvia las cubría de pies a cabeza, corriendo por sus rostros, los cuales estaban rojos en extremo por la excitación de la refriega. Yui fue la primera en actuar, soltó gradualmente a Nodoka conforme, con un tono suave y conmovido le susurraba:

-Mi dama de blanco... yo tampoco comprendo por qué estamos en este predicamento, mi vida era tranquila y sin pretensiones hasta que fui traída a este castillo. No sé si es una broma cruel o algún tipo de castigo por los pecados de mis antepasados, lo único que pretendo es que dejes de verme como a tu enemiga...- las palabras de Yui iban inyectadas de una ternura inimaginable, y esa ternura estaba deslizándose dentro de la mente de la dama. -Tampoco te estoy pidiendo que dejes de ver a Mi Señor Higuchi con el anhelo que tienes por él, sólo sé que te necesito cerca de mí y tú me necesitas como la rosa al agua y al sol. 

Para el momento en el que Yui concluyó su discurso, Nodoka temblaba como una hoja en sus brazos conforme lloraba desconsolada, la vista de aquella dama tan hermosa y frágil hizo que a la jovencita se le arrugara el corazón... -Ya entiendo de qué debo salvarte Mi Lady... debo salvarte de ti misma, de tu autoestima baja disfrazada de altivez, de tu concepto errado del amor y del miedo en tu alma.

Los segundos fueron espesos y largos mientras las mujeres seguían en aquella posición, dándose la espalda, pero ofreciéndose el alma muy a su pesar. La intensidad del momento hizo que Nodoka se sintiera por entero vulnerable, y como si estuviese en brazos de su madre, sólo siguió derramando el alma en su voz temblorosa.

-Tengo tanto miedo de lo que me sucede contigo Yui... no soporto nada relativo a tu persona, pero a la vez no dejo de pensar en ti... eres como el opio, que destruye el espíritu, pero se hace necesario luego de un tiempo.

El sentimiento en las palabras de la favorita era absolutamente abrasador, tanto que Yui no pudo evitar el impulso de abrazar nuevamente a Nodoka, pero esta vez no con la violencia de unos minutos antes, sino con toda la delicadeza de la que se es humanamente capaz. Con lentitud y un sentido de urgencia fue poniendo su brazo derecho sobre la cintura de la dama, para luego acercarla aún más a ella al hacer una ligera presión sobre su vientre. Con la mano izquierda movió gentilmente los mechones castaños que estaban por fuera del desecho moño de Nodoka y se dejó embriagar por el aroma tan especial que la envolvía. Al contrario de lo que era previsible, la dama no rechazó el contacto, sino que tembló ligeramente bajo el tacto de la jovencita. Bajo esa especie de hechizo y el cansancio por la avalancha física y emocional que habían experimentado, se quedaron profundamente dormidas.

SHIRO NO HANA "LAS FLORES DEL CASTILLO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora