XXXV. Konran shite iru, "Confundidas"

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-No quiero un matrimonio con Mi Señor Higuchi, mucho menos a ti con el Shōgun...- Nodoka rogaba casi de rodillas desde afuera del cuarto de Yui. -Por favor, déjame pasar para que podamos resolver esto... antes de que alguna sirvienta nos vea en estas-

-Ahh así que lo que realmente le preocupa a Mi Lady es que alguien nos vea hablando...- la fierecilla estaba hecha una furia, caminando de un lado al otro. -Eso ya me deja muy en claro el lugar que ocupo- De la ira, la muchacha pasó a una pesada decepción -Si me disculpa Mi Lady, estoy muy cansada y me gustaría dormir un poco antes del manicomio al que nos veremos sometidas a partir de mañana... usted debería hacer lo mismo, pues Mi Señor Higuchi y el Shōgun esperan vernos en todo nuestro esplendor...-

Allí se quedó Nodoka, con la palabra en la boca y el corazón arrugado. Yui la estaba tratando con la misma indiferencia del primer día. Pasaron tal vez un par de minutos hasta que la favorita tuvo el valor para ser descortés. -Pues en vista de que soy la Señora entre las Nubes como tu misma lo estás afirmando, me tendrás que oír...- de un solo tirón la dama de blanco abrió la puerta y se puso en frente de la fierecilla quien tenía la cara manchada por el maquillaje corrido a causa del llanto y el sudor.

-Como ordene Mi Lady...- esas cuatro palabras salieron de boca de Yui con una clara intención ofensiva mientras se ponía de rodillas igual que cualquier sirvienta no como la protectora, compañera y casi amante que era en realidad. -Por favor levántate... Déjame ver tu rostro- La favorita estaba desarmada por completo ante el rechazo de la jovencita. -Sólo me pondré de pie si Mi Lady hace una promesa...- las manos le sudaban a la adolescente mientras hacía acopio de fuerzas para decir lo que tenía en mente.

-Todo lo que quieras te lo daré preciosa Yui...-, la ilusión se dibujó en el rostro y corazón de la dama de blanco; -Me está dando una oportunidad, no lo puedo echar a perder...- Dicho eso, Yui levantó la mirada hacia Nodoka con una expresión helada, llena de indiferencia y sin detenerse para nada habló: -Desde el día de mañana jamás se me vuelva a acercar, a dirigir la palabra y aún menos a insinuar con intenciones indecorosas...- la muchacha tomó un respiro y sin prestar atención a la que tenía en frente siguió, -de lo contrario me veré en la penosa obligación de denunciarla ante los sacerdotes del Shōgun. Con ello no solo pierde usted Mi Lady, sino que deshonraría a Mi Señor Higuchi...-

El tiempo se detuvo, a Nodoka se olvidó como respirar y ni que de decir sobre responder a las exigencias de Yui; la favorita solo pudo sentir como cada palabra se le clavaba despiadadamente en el corazón, dejándola derrotada antes de empezar la batalla.

-¿Qué pasó? ¿Por qué me tratas de ese modo Yui? Hasta hace unas cuantas horas éramos como un solo ser... Confiabas en mí y yo podía descansar en ti- Los ojos marrón de Nodoka inundados, amenazaban con desbocarse en llanto. -¿Aún me pregunta que paso? En verdad que usted o es ingenua o una completa descarada Mi Lady...- La fierecilla temblaba tratando sin éxito de contener la ira y frustración dentro de sí. -Sólo hay una persona a quien Mi Señor Higuchi quiere... Y esa persona es usted Mi Lady. Pasados los dos años en los que seremos "invitadas" del Shōgun será usted quien se convierta en Lady Higuchi mientras que yo simplemente seré un juguete más en la colección de Tokugawa. Por el bien de ambas y el de Mi Señor Higuchi debemos dejar las estupideces ahora mismo y empezar a actuar como lo que en verdad somos: la dama y la sirvienta- Cuando al fin Yui dejó de hablar la dama de blanco tenía el rostro surcado de lágrimas -Piensas que yo soy una niña caprichosa que tan solo actúa por impulso. Por lo visto soy yo la verdadera ingenua al creer que eras alguien que seguía a su corazón y no a las apariencias. Pero te agradezco por sacarme de mi error antes de que me enamorara de ti por completo... Tienes mi palabra, no necesitas esperar hasta mañana, desde este momento te vuelvo a ver como a la granjera mugrosa que llegó en cadenas al Castillo entre las Nubes- el tono de la favorita se hizo helado y cruel antes de dar la vuelta y salir -¡Ojalá te hubieran mandado a los burdeles!-

No fue una noche al apacible en la Casa del Cerezo en Flor, pues el llanto silencioso de una dama y las maldiciones de una adolescente marcaron el paso hasta el amanecer.


Las sirvientas requirieron de todos sus trucos para poner luz y color en los demacrados rostros de Nodoka y Yui con vista a la importante ocasión que se avecinaba. La favorita lucía un precioso kimono de gala de un blanco níveo tal como era su costumbre, bellamente adornada con joyas y el prendedor con el emblema del Clan Higuchi que ahora podía portar a la vista de todos. Por su parte Yui fue vestida con un bello kimono rojo con bordados de aves multicolores, el cual solo accedió a lucir porque sería descortés con Lord Higuchi asistir a la cita con el Shōgun vistiendo ropas de diario. Aún así fue necesaria una orden de Nodoka para que se pusiera las joyas que se escogieron para ella.

En el pórtico de la Casa del Cerezo en Flor las aguardaba ya un carruaje ostentoso, adornado con los colores del Shōgun. Frente al mismo se disponían en dos hileras diez guardias de honor, armados por completo y presidiendo la comitiva una mujer. Aquella dama, de serena belleza a pesar de tener tal vez unos cuarenta años, ojos grises acerados y movimientos suaves, pues no parecía siquiera respirar no era otra que la matrona principal del Shōgun. Las saludo con una elegante inclinación y les habló: -Buen día niñas, me llamo Hanako y estaré a cargo de su educación a partir de este momento. Antes de que emprendamos nuestro viaje para ver a Mi Señor Tokugawa les quiero dejar algo en claro...- en ese instante el acero de sus ojos se convirtió en dardos afilados -Me importa un bledo si en el cuchitril de donde vienen son lo más parecido a una mujer y tienen hechizado a su Daimio, para mi no son nada más que zarrapastrosas, un caso perdido en el cual me veo obligada a trabajar...- la mirada de la mujer se fue paseando por cada una de las niñas y con un muy poco disimulado desprecio fue directo al emblema del clan Higuchi en el pecho de Nodoka y sin miramientos lo arrancó del kimono de la favorita. Cuando la horrorizada muchacha quiso recuperar la preciada joya fue repelida por una potente bofetada de la matrona. 

Poco faltó para que la Dama de Blanco cayera al suelo por el golpe, pero fue salvada de la vergüenza por la ágil reacción de Yui, quien alcanzó a sostenerla; la fierecilla tuvo el buen tino de reprimir su impulso de irse encima de aquella malnacida mordiéndose la lengua hasta que sintió el sabor de su propia sangre. Como si no hubiese pasado nada, Hanako les dijo: -En adelante, las dos pertenecen a Mi Señor Tokugawa, ya no están en las tierras o bajo la protección de su Daimio, por lo tanto no tienen el derecho de portar emblemas de clan o nada que no les sea concedido por el Shōgun. Por ahora dejaré pasar este imperdonable descuido y llegarán al Palacio con esas joyas, pero una vez en la Casa de Mujeres me encargaré de disciplinarlas adecuadamente...- la mujer hizo una estudiada pausa y con una sonrisa cruel que hizo temblar a Nodoka y enfurecer a Yui añadió, -diez azotes para empezar les irán enseñando...- A una orden de la matrona, las jóvenes fueron conducidas dentro del carruaje y emprendieron el camino precedidas por la guardia de honor.

Tras treinta minutos de horror para Nodoka y Yui en compañía de Hanako, el vehículo se detuvo al fin, anunciando que habían arribado, al fin, al complejo principal del Castillo Edo. La matrona, con un gesto altivo les ordenó que esperasen hasta que ella les indicara cuando debían bajar, -No hablen hasta que se les diga que lo hagan, estúpidas provincianas y, si alguna tiene la brillante idea de "mentirle" a Mi Señor Tokugawa sobre lo que pasó en la choza que llaman Casa del Cerezo en Flor o correr bajo las piernas de Lord Higuchi, me aseguraré de que no sirvan ni para los burdeles de los gaijin...- Nodoka, con el pánico a flor de piel no atinó a responder, Yui por su parte, haciendo acopio de paciencia y algo de estrategia inclinó el rostro, -Como ordene Mi Lady Hanako-.

Pasaron unos minutos de tenso silencio al interior del carruaje, la Dama de Blanco respiraba apresuradamente y hacía vanos esfuerzos por recobrar el porte. Traicionada por el instinto, se inclinó hacia Yui con los ojos suplicantes, -¡Por Amaterasu Yui!, dime que vas armada, ¿qué será de nosotras bajo las garras de esa bruja?. Sin embargo, sus esperanzas se esfumaron cuando la fierecilla se apartó de ella y con tono indiferente contestó: -No se de que me habla Mi Lady Nodoka... Yo no planeo hacerme la vida difícil con la matrona-

Ya estaba a punto de romper en llanto la favorita cuando la puerta del carruaje se abrió y una desconocida Hanako, todo sonrisas y amabilidad, se dirigió a ellas -Vengan mis niñas, es hora de honrar a Mi Señor Tokugawa-

SHIRO NO HANA "LAS FLORES DEL CASTILLO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora