XIV. Samurai no kokoro, "El corazón de un samurái"

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-Espero señores que tengan buenas noticias para mí...- El tono en la orden de Lord Higuchi era de urgencia, ha pasado una semana desde que se tuvieron noticias de Oishi y aún no se sabe si se podrán tener los 300 mosquetes que requiere el Castillo entre las Nubes.

-Mi Señor, las tropas en la frontera nos han pedido refuerzos, ya que los ataques por parte de los saboteadores al servicio de Honke, se incrementan, en frecuencia y violencia. ¿Qué mensaje les enviamos?

-General Eiji, mañana mismo quiero que parta con un destacamento de 400 hombres a los puntos donde se han reportado los sabotajes y asegúrese de acabar con esas ratas...- El rostro de Higuchi dejó ver un rayo de furia al tener noticia de las tácticas sucias con las que era atacado. -General Hideaki, quiero que refuerce la seguridad en las caravanas de suministros, no podemos permitir que nuestros recursos caigan en manos de Honke... General Izanagi, ¿Qué respuesta dio el Shōgun a nuestra misiva acerca del atentado?

-Mi Señor... El Shōgun se mostró alterado por la insolencia del ataque, pero para nuestra mala fortuna, los embajadores de Honke justificaron el acto como una retaliación por la pérdida de las rutas a la bahía de Nagasaki. Eso nos dejó como los villanos del cuento. Sin embargo el Shōgun envió una orden a Honke, ordenándole comparecer en su presencia a más tardar dentro de dos semanas... según supe dentro del palacio Shōgun, los hombres de Honke fueron vistos en Dejima comprando todo tipo de armas, municiones y pertrechos a los gaijin mientras demora los pagos de impuestos y tributos al Edo.

-Parece que el destino sigue dándonos una mano...- Lord Higuchi respiró un poco más tranquilo y apenas unos minutos después de despedir a su Estado Mayor, ingresó a la Sala de Guerra un hombre vestido de negro.

-Mi Señor Higuchi, ha llegado un mensaje del Maestro Oishi...- El ninja, puesto de rodillas extendió hacia las manos el Daimio un rollo con la insignia del Clan Higuchi y del Shadōchīmu, Lord Higuchi reconoció de inmediato la caligrafía de su "sombra" y el código mediante el cual emitía sus mensajes. Su ojos se encendieron en sorpresa al leer el contenido del rollo:

-Mi Señor... La misión en Dejima sufrió un giro inesperado. El puerto de los gaijin está infestado de tropas de Lord Honke, quienes trabajan en estrecha cooperación con los holandeses, a tal punto que portan las insignias de su clan sin ningún disimulo. Durante la negociación con el comisionado del puerto para comprar las armas, resultó evidente que no estaban dispuestos a vendernos lo que necesitamos en condiciones justas, por el contrario, nos obstaculizan en beneficio de Honke. Me vi obligado a escapar por la fuerza de aquel lugar, pero en el proceso tomé la vida del comisionado del puerto Anton Van Hoffen, lo cual estimo que retrasará, al menos por un tiempo, las maniobras de Honke con los gaijin, hasta que llegue un nuevo comisionado y sea aprobado por el Shōgun... Durante el escape recibí algunas heridas de consideración, por lo que me vi en la necesidad de enviar este mensaje mientras me dirijo a la montaña púrpura para tratar mis lesiones. Estimo que podré ponerme de nuevo a su comando dentro de doce días contados desde la luna llena. Su leal sirviente Oishi.

-Doce días desde la luna llena, eso quiere decir que Oishi no volverá hasta dentro de diez días... Puedes retirarte ninja.

Tras la partida del discípulo, el Daimio se encerró en una profunda meditación acerca de cómo moverse en medio de dicho panorama de guerra complejo que se le planteaba.  

La noche extendió su manto estelar sobre el Castillo entre las Nubes... Los pasos de Lord Higuchi eran lentos mientras se dirigía hacia el aposento de aquella dama elegante, orgullosa, celosa y perfecta en quien encontraba consuelo y paz luego de cada intensa jornada de trabajo. -Desde hace varios días no le dedico tiempo a Nodoka, con todo lo que ha ocurrido desde el atentado e intento de secuestro, sólo he tenido energía para el Salón de Guerra...- Los ojos del Daimio mostraban una profunda tristeza, que era originada no solo en el instinto básico masculino, sino en el hecho de que él realmente tiene sentimientos encontrados por su concubina favorita. -Dulce Nodoka, la fragante flor de mi castillo, ya falta poco... cuando logre derrotar a Honke, podré tener el poder suficiente frente al Shōgun para hacerle una exigencia, y eso será mi derecho a tomarte como esposa y que tengas el status de nobleza que tanto mereces... Por favor ten paciencia...- Antes de siquiera darse cuenta, por cuenta de sus cavilaciones, ya estaba frente a la puerta de Nodoka, tocó la puerta con suavidad, como si no estuviera por entrar a la habitación de una concubina, sino a la de su fallecido padre; esa era la clase de cosas que hacían que Nodoka estuviera dispuesta a recibir una flecha envenenada por él, ningún otro Daimio y mucho menos el Shōgun daban ese trato tan extremadamente cortés a las mujeres a su alrededor. 

SHIRO NO HANA "LAS FLORES DEL CASTILLO"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora