Capítulo 3: Saber

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Ron

Todo sucedió demasiado de prisa. Tan pronto estábamos bailando y celebrando el cumpleaños de Harry, como de repente nos encontrábamos sentados en el salón del departamento donde vivían Harry y mi hermana, acompañados de un invitado inesperado.

En realidad no solo celebrábamos el cumpleaños de Harry, también la despedida de Ginny y Luna, quienes se iban unos meses a estudiar español en España. Habían conseguido una beca en el mundo muggle y sería un cambio de aires para mi hermana. Lo necesitaba. La muerte de Fred nos había afectado a todos bastante, y cambiar de aires podía ayudar a despejar la mente y que los recuerdos no nos invadieran a cada instante.

A nuestra celebración se nos había unido Draco Malfoy, lo que había provocado que nos encontrásemos sentados, con algo de incomodidad en nuestros rostros. Había quienes lo demostraban más, como Hermione, que no pasaba ninguna oportunidad para recriminarle cada vez que el chico intentaba abrir la boca. En parte entendía a Hermione, ese chico no pintaba nada allí, por mucho que él no matara a Dumbledore. Todo lo que antes había hecho no se nos podía olvidar de la noche a la mañana. Sin embargo, no podía opinar totalmente como Hermione. Para empezar yo no vivía allí, no podía decidir quién entraba y quién no. Además, desde el pasillo había podido escuchar algo sobre la conversación con Draco. A pesar de las incoherencias en las palabras del rubio, había algo que no se me había escapado y aguardaba con interés con la esperanza de que tocase aquel tema y lo explicase mejor. Salvar el mundo, aquellas palabras bombeaban mi cerebro con incesante impaciencia. Pero no sabía cómo sacar el tema.

―Bueno, ¿quieres beber algo? ―Mi hermana fue la primera persona en interrumpir el silencio en el que estábamos sumidos.

―Supongo... ―Draco se encogió de hombros mirándola―. ¿Qué tenéis?

―Agua ―soltó Hermione―. Del grifo, y te aseguro que la de los muggles recién sacada del grifo no está muy bien.

―Hermione... ―murmuré dándole un codazo―. Hay de todo un poco, tenemos refrescos y zumos muggles, agua, pero embotellada, cerveza de mantequilla y zumo de calabaza.

―¿Y nada con alcohol? ―Preguntó levantando una ceja, mirándome inquisitivamente.

―No, solo tenemos eso ―comentó Harry.

―Bueno, una cerveza de mantequilla estaría bien.

―Voy a por ella a la cocina, ¿queréis alguien algo más? ―Preguntó Ginny mirándonos a todos.

―Yo quiero un refresco, te acompaño a la cocina ―intervino Luna levantándose del sillón donde se encontraba.

Todo volvió a estar en silencio después de aquella pequeña conversación, nadie sabía qué decir ni qué tema sacar. Tampoco ayudaban los resoplidos de Hermione sentada a mi lado en el sofá.

Daba pequeños sorbos a mi cerveza de mantequilla mientras pensaba como sacar el tema, necesitaba hacerlo, pero por mucho que le diera vueltas a la cabeza, no se me ocurría una manera ingeniosa de sacarlo con disimulo.

―Y dime, Draco, ¿nos dirás que querías decir antes sobre Voldermort y un ladrillo salvando el mundo? O lo que fuese que dijeras... ―preguntó Luna acercándole la cerveza para después volverse a sentar donde estaba.

―Ah, eso... Ya les dije a Hermione y Harry, me lié al hablar, no os preocupéis ―no era mi impresión, parecía algo nervioso cuando Luna mencionó aquello.

―¿Ahora no sabes hablar? ―Ironizó Hermione antes de dar un largo trago a su zumo de calabaza.

―No es eso, es fácil. No tengo relación con vosotros y tener que pediros el favor de quedarme aquí me hizo liarme.

―Pero para liarte con algo tiene que ser por algún motivo ―respondió Hermione mirando hacia él―. Por muy incoherente que fuese lo que dijeras...

―Bueno... es que es complicado de explicar.

―Empieza qué tiene aquí que ver Voldermort ―pidió Luna ajustándose las gafas.

―Nada, él no pinta nada aquí. Es solo que los muggles tienen unos teléfonos movibles, sin cables, y traen un juego sobre serpientes, nada importante.

―¿Y los ladrillos? ―Preguntó mi hermana.

―Así les llaman a ese tipo de teléfono, porque son grandes y gordos ―explicó el chico enseñando uno de aquellos teléfonos.

―¿Y con eso podemos salvar el mundo? ―Me animé al fin a intervenir.

¿Y si salvamos el mundo?Where stories live. Discover now