La primer semana continuó igual, me evadías por todo.
Cuando salimos de las habitaciones al mismo tiempo, finjiste olvidar algo y regresaste inmediatamente, cuando íbamos a tomar el control del televisor al mismo tiempo, o incluso cuando nos encontramos en el elevador, te pusiste tus audífonos para evitar hablarme, me había quedado solo en medio de aquel cuarto de metal con tres de mis grandes miedos allí.
El encierro.
El silencio.
Y sentir incomodidad con una persona con la que alguna vez me sentí en casa.
Salí de allí con prisa cuando por fin se abieron las puertas, caminé con velocidad al departamento y traté de meter las llaves en el cerrojo.
Mis manos temblaban incontrolables además de que sentía como comezaba a transpirar, con torpeza, bajo tu atenta mirada pude finalmente abrirla.
Casi tropiezo al llegar al comedor y girar a mi habitación, Jaehyung me miró y se puso frente a mí, tomó mi rostro entre sus manos y observó con preocupación.
—¿Te encuentras bien Hyung?— preguntó suavemente.
No evite sentir miedo y temor, mis ojos se llenaron de lágrimas y sentía como el oxígeno comezaba a faltarme, nuestro líder se acercó con rapidez y también me observó.
Sus ojos me miraron atentos, buscando una razón por mi ataque de pánico, queriendo encontrar una razón para poder ayudarme.
Estaba recibiendo su atención, pero eso no era lo que quería.
No quería que ellos me miraran, quería que Tú lo hicieras.
Que mi mejor amigo, aquel que sabe como tranquilizarme con su linda voz cantara para mí.
Quería a Dojoon.
No a Woosung, ni a Jaehyung.
Solo Dojoon.
Cuando mi respiración se aceleró, mi cabeza comenzaba a girar y mi cuerpo tembló, fui tomado por unos brazos.
Inhalé.
No eras tú.
Una vez más, no lo eras.
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