Capítulo Dos: "Sirenita"

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Capítulo Dos: "Sirenita"

Ariel.

— ¡Mierda! —Mascullo al sentir agua en mi rostro. Abro los ojos viendo a Serena frente a mí— ¿Qué te pasa? ¡Ay, mi cabeza! —Gimo al sentir una punzada en ella.

— ¿Qué me pasa, preguntas? Me levante y te encuentro tirada aquí en el sillón cuando juraba que habías llegado incluso antes que Jason y yo a casa.

— ¿Qué? —Pregunto tontamente y entonces lo recuerdo todo. La miro furiosa— tú me abandonaste, junto con el putito de tu novio.

— ¡No le digas putito! —me señala con el dedo, pero después luce avergonzada—. Creímos que ya estabas en casa. No te vimos.

Miro el reloj y me pongo de pie rápidamente.

—Lo que sea, debo irme.

— ¿A dónde un domingo?

—Con mi abuela —es todo lo que digo corriendo a mi habitación.

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.

.

Siempre que visito a Katie me llena un sentimiento de tristeza y nostalgia. Katie no es mi abuela, en realidad es mi tía abuela. Cuando mi madre murió, Katie ni siquiera se lo pensó antes de hacerse cargo de mí y ahora que ella más me necesita siempre estaré con ella.

Katie tiene Alzheimer. La mantengo en una clínica para personas con esa enfermedad y aunque me duele yo no puedo cuidarla desde mi casa porque para empezar no tengo una casa... vivo con mi mejor amiga compartiendo alquiler y la casa donde vivíamos Katie y yo su egoísta nieta la tiene y no le importa mucho. Yo tengo que trabajar para pagar tanto mis cosas como la clínica de Katie.

—Buenas tardes, Clare —Saludo a la recepcionista y ella me sonríe abiertamente.

—Buenas tardes, Ariel —cuando ella me saluda casi parece que está canturreando—. Katie se ha mantenido preguntando por ti.

— ¿A preguntado si me he bañado? —Bromeo aun cuando siento tristeza.

—Esta semana ha estado diciendo que debe limpiar tu cabeza de los piojos.

— ¡Oh, Dios! —Me rio recordando que a mis diez años me pegaron los piojos—. A veces me sorprenden las cosas que ella puede recordar.

—Así es la mente con Alzheimer.

Asiento y me despido dirigiéndome a la habitación de Katie. Cuando entro la encuentro cómodamente sentada en una silla de madera con la mirada fija en su ventana.

—Toc, toc —murmuro haciendo que se gire a voltearme con sorpresa— ¿Cómo estas abu?

Ella parpadea y su rostro se ilumina.

— ¡Kerry! —Siento mi respiración detenerse pero mantengo mi sonrisa—. Pensé que nunca te ibas a aparecer.

—Sabes que nunca podría dejar de verte, abu —susurro y me siento a su lado tomando suavemente su mano. Ella con su mano libre acuna mi rostro—. Tu cruel marido de seguro no te dejo venir a verme los pasados días, ¿no? —Me tenso y ella niega con su cabeza—. Te dije muchas veces que ese hombre no era quien dice ser... y tu pobre niñita, mi dulce Ariel...

—Abu...

Ella me mira y frunce el ceño.

— ¿Por qué tienes los ojos azules? Kerry... —frunce el ceño y mira hacia otro lado y después a mí con el rostro lleno de reconocimiento— ¡Oh, Ariel! Mi niña...

Amarte [Libro 1, trilogía A&A]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora