¿No Es Genial Ser Diferente?

Capítulo I: Una Estrella Consumida

Esta historia está inspirada en la canción de Forest Rain del mismo nombre, "Isn't It Great To Be Different?"

He vivido una vida difícil. No soy un poni normal. Soy un poni anormal en un pueblo anormal, Ponyville. Nunca he sido alguien normal. Siempre he sido el listo, el tímido, o sólo el diferente. Usualmente, la mayoría de éstos estaban combinados en un solo individuo extraño. Nunca he escuchado la misma música como todos los demás ponis. Nunca me he vestido o hablado como ellos. Fui humillado, con la mirada baja, y escupido. Ser el nieto de un genio infame de Equestria tampoco ayudó. ¿Y qué si estoy relacionado con él? Eso no me hace ser él. Escucharía una canción de rock titulada "¿Eso Importaría?" todas las noches. Eso me hace pensar: «¿eso importaría si no despierto en la mañana?» Mi existencia nunca fue tan obscura en mi decimoquinto año de vida, como si estuviera atrapado en un estado de congelación: una habitación obscura de piedra con la lluvia torrencial decorando el tejado; escalofriante agua chorreando lentamente y arrastrándose a través de las grietas, aterrizando en mi cabeza empapada con mi crin fría cubriéndome los ojos sólo para agregarse a mi bolsa de emociones incontables, muchas de las cuales fueron negativas.

Pero cuando tenía dieciséis, un pequeño rayo de luz entró en mi vida. Ella era como una hermosa rosa; ella era amable, dulce, y una de las yeguas más amorosas que he conocido. Ella iluminó mi vida el día que nos conocimos. Aceptó quién era yo, y me amó como soy. No era como las otras, quienes simplemente me dirigían la mirada con un reojo como si me dijeran "¿qué demonios eres?" Ella me contempló y me vio por quién era yo: un solo semental viviendo en un mundo estandarizado y sentencioso. Tal vez estoy exagerando un poquito de eso, o tal vez no. De cualquier forma, allí había un montón de ponis crueles que me dieron una razón suficiente para pensar en ello.

De todos modos, en mi decimoctavo cumpleaños fuimos a cenar al restaurante en la playa de Las Pegasus donde crecí. No me mudé a Ponyville después del incidente.

Todavía recuerdo cada pequeño detalle de esa noche en aquel restaurante. Ordené unas frituras de heno fritas y un sándwich de aguacate, y Shining Star pidió una ensalada sencilla con aderezo ranchero. Las frituras de heno estaban perfectamente salteadas, y tenían un delicioso aroma en ellas. La ensalada de Shining Star estaba muy fresca y crujiente, juzgando por los sonidos que recuerdo. Nuestra mesera fue muy profesional, y tenía una personalidad tierna y burbujeante. También tenía unos ojos únicos: eran de un color en específico y muy distintivo como ninguno que haya visto antes. De igual forma, ella tenía nuestra edad: aproximadamente unos diecisiete o dieciocho años. Me aseguré de dejarle una propina grande.

Después de comer, caminamos por la parte posterior del restaurante con dirección a la playa bajando una pendiente. El hermoso sol anaranjado se desvanecía lentamente dentro del agua gasificada que daba luz a pequeños bonetes blancos. El enorme astro se reflejaba en el agua de tal manera que la estrella estaba debajo de la superficie del mar, irradiando su brillante luz anaranjada-rosada desde el firmamento, transformando las pocas nubes que había en el cielo en unas suaves almohadas rosas. Esa fue la perfecta puesta de sol para la yegua perfecta. Sabía que esa era la noche.

Mientras estábamos en medio de la conversación, le dije que cerrara los ojos. Ella hizo que todo se viera sensitivo. Sólo el simple acto de cerrar esos grandes ojos marrones provocó que mi corazón revoloteara. Su sedosa melena marrón obscuro ondeaba como una bandera en la punta de un rascacielos en compañía de la suave brisa del mar. Busqué dentro del bolsillo del chaleco encapuchado que llevaba puesto y saqué una pequeña caja azul marino de gamuza con mis cascos. Abrí la cajita, y adentro estaba la llave para una nueva vida. Una mejor vida.

Le dije que abriera los ojos, y ella inmediatamente jadeó. No era un diamante muy grande, pero gasté los ahorros de mi vida en eso, así que no era tan malo. Estando dentro de la luz de la puesta de sol, la gema centellaba un destello rosado como las luces enrojecidas de una bola de disco. Pero en lugar de luces y bolas de disco, era una estrella brillante disparando sus rayos fríos a través de un pequeño diamante. Cuando ella abrió los ojos, vio que estaba sosteniendo en mis cascos una gema resplandeciente. Las lágrimas comenzaron a caer de su rostro, y luego le hice la pregunta: