¿No Es Genial Ser Diferente?

Capítulo III: La Carta

Desperté a la mañana siguiente con los cálidos rayos solares anaranjados de la madrugada golpeándome en mis verdes ojos forestales. Gruñí y suspiré apartándome las sábanas, y salí de la cama. Tropecé con mis cascos y dejé escapar un fuerte bostezo mientras estiraba mis articulaciones y mi espalda crujía como pequeños potros corriendo encima de la nieve con gruesas botas de hule. Me desplomé encima de mis cascos unas pocas veces, pero eventualmente conseguí entrar al baño. Después de realizar mis deberes matutinos (ducharme, cepillarme mi melena verde brillante, y afeitarme por primera vez desde la muerte de Shining Star), decidí bajar al escritorio de la recepción principal y preguntarle a la recepcionista si ella conocía alguna cafetería decente en los alrededores. Abrí la puerta de madera obscura de mi apartamento y bajé por la escalera hacia el lobby. Como entré en el cuarto del vestíbulo, mi vista se fijó en un par de ojos únicos y familiares.

Tenía un pelaje de color gris ceniza, y una melena y cola rubias. Su melena se dio vuelta bruscamente sobre su cabeza hacia la izquierda, y una cola de caballo se posó en el lado derecho de su pescuezo. Ella tenía una bolsa café colgando a su lado con una correa sujeta alrededor de su cuello. Sin embargo, a pesar de su distinto pelaje y melena, fueron sus ojos los que reconocí. Esos únicos ojos de color dorado.

Su nombre era Ditzy, de acuerdo con su identificación en el restaurante donde Shining Star y yo comimos en la noche que le propuse matrimonio. Ditzy tenía unos hermosos ojos dorados. Su iris se acurrucaba como un reloj de oro puro y costoso. Éstas resplandecían a través de sus lentes transparentes y me veían directamente. Ella sonrió al instante cuando me vio y le regrese el gesto amablemente. Me acerqué y le dije: —Bueno, ¡hola! No te he visto en tres años.

Ella sonrió ligeramente y respondió: —Es bueno verte. Tú y tu esposa se veían muy tiernos juntos cuando yo preparaba sus mesas cada vez que iban. Shining Star, ¿verdad? De cualquier forma, recientemente me mudé aquí para conseguir un nuevo inicio. Ahora soy una mensajera. Entonces, ¿por qué estás aquí? 

Suspiré con la mención del nombre de Shining Star. —Vine aquí por un nuevo inicio también. —Eso fue todo lo que pude juntar. Ditzy notó el repentino cambio de expresión y me preguntó: ¡Oye! ¿Qué sucede? ¿Pasó algo entre tú y Shining Star? —Parecía haber un tono de desorientación falsa en su voz.

—Ella falleció en un accidente de diligencia —respondí mientras miraba al suelo y luchaba por reprimir las lágrimas. Sentí una pezuña gris levantando mi barbilla, y me encontré mirando magníficos ojos dorados.

—Bueno, vamos a animarte, ¿eh? Te llevaré a una buena cafetería y podemos tomar un café. —Ella me dio una sonrisa confortante y un sincero abrazo de simpatía. Se sentía bien estar en las patas delanteras de otro poni. La última vez que había recibido un abrazo de alguien como éste fue el día anterior a la muerte de Star. Cuando rompimos el abrazo, me decepcionó un poco. Ditzy me indicó que la siguiera y salimos fuera del edificio hacia la acera exterior. La seguí por la calle donde parecía haber una cafetería. En el camino, ella me explicó que entrega la correspondencia temprano en la mañana y es por eso que todavía cargaba sus bolsas de correo. ¿Por qué esta yegua me estaba mostrando un magnífico acto de bondad cuando apenas me conocía? Me tomó mucho tiempo descubrirlo.

Cuando llegamos a la cafetería, una camarera educada nos recibió. Nos dio la bienvenida y nos llevó a nuestra mesa después de preguntarnos: —¿Mesa o reservado? —Ditzy y yo decidimos estar en un área reservada, y la mesera nos llevó a un lugar en la esquina del restaurante poco iluminado. Nos sentamos en unos colchones increíblemente cómodos y la camarera nos preguntó si queríamos algo para beber. Ambos pedimos una taza de café y la mesera nos dijo que regresaría en un momento. Éramos los únicos en la cafetería, así que no tomaría mucho tiempo.