Juego al pinacle con un caballo

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Aclaraciones iniciales:

Bueno aquí les traigo un nuevo capítulo, sin nada más que decir que disfruten de la lectura.

<strong>Texto en negrita es del libro original. </strong>

Pensamientos en cursiva

Cambio de escena:

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-Yo quiero leer –exclamo Hermes. –el próximo capítulo se llama <strong> "Juego al pinacle con un caballo"

Tuve sueños rarísimos, llenos de animales de granja. La mayoría de ellos quería matarme; el resto quería comida. </strong>

-Mira lo que hiciste Grover, ya traumaste a Percy –exclamo con burla Thalía logrando sonrojar al sátiro.

<strong> Debí de despertarme varias veces, pero lo que oía y veía no tenía ningún sentido, así que volvía a quedarme grogui. Me recuerdo descansando en una cama suave, alguien dándome cucharadas de algo que sabía a palomitas de maíz con mantequilla pero que era pudin. La chica de cabello rizado y rubio sonreía cuando me enjugaba los restos de la barbilla.

— ¿Qué va a pasar en el solsticio de verano? —me preguntó al verme con los ojos abiertos.

— ¿Qué? —mascullé.

Miró alrededor, como si temiera que alguien la oyera.

— ¿Qué está pasando? ¿Qué es lo que han robado? ¡Sólo tenemos unas semanas!

—Lo siento —murmuré—, no sé...

Alguien llamó a la puerta, y la chica me llenó la boca rápidamente de pudin. </strong>

-¿Y qué hacías ahí Annabeth? –pregunto Silena hija de Afrodita.

-Ayudando –le respondió solo para agregar en voz baja – y para lo que me sirvió.

Silena solo escucho la primera parte de la frase, nadie logro escuchar el resto salvo Harry que lo escucho en los pensamientos de la chica, logrando que le tomara mayor recelo aun a la hija de Atenea.

<strong> La siguiente vez que desperté, la chica se había ido.

Un tipo rubio y fornido, con aspecto de surfero, estaba de pie en una esquina de la habitación, vigilándome. Tenía ojos azules —por lo menos una docena de ellos— en las mejillas, en la frente y en el dorso de las manos.

Cuando por fin recobré la conciencia plenamente, no había nada raro alrededor, salvo que era más bonito de lo normal. Estaba sentado en una tumbona en un espacioso porche, contemplando un prado de verdes colinas. La brisa olía a fresas. Tenía una manta encima de las piernas y una almohada detrás de la cabeza. Todo aquello estaba muy bien, pero sentía la boca como si un escorpión hubiera anidado en ella. Tenía la lengua seca y estropajosa y me dolían los dientes. </strong>

-Esa sensación es horrible –exclamo Travis Stoll interrumpiendo a su padre que solo asiento a su comentario.

<strong> En la mesa a mi lado había una bebida en un vaso alto. Parecía zumo de manzana helado, con una pajita verde y una sombrillita de papel pinchada en una guinda. Tenía la mano tan débil que el vaso casi se me cae cuando por fin conseguí rodearlo con los dedos.

Un Cambio en el DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora