Recomendable leer el primer libro de la serie antes que este. Busca "Estamos al aire" en mi perfil.
Berry no tiene un bonito trabajo.
Berry dice que sufre, que no es feliz.
Berry desea huir muy lejos, pero no puede.
Berry quiere ser valiente y trata...
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Berry hizo una amiga.
Él se fue, me dejó en la cama como si no importara, porque soy nada, soy nadie. Mi cuerpo duele tanto, en este momento quisiera estar muerta, no quiero seguir luchando, no puedo.
Era la quinta vez en este mes que él me reclamaba como suya, nadie me quería salvar. Incluso ya casi nadie me hablaba, excepto Apple, ella en cierta forma me entendía y ambas compartíamos aquel dolor. Paulette ya no me miraba a los ojos, en un punto pensé que le importaba y estaba triste por mí pero no, ella estaba enojada conmigo porque Víctor ya no quería estar con ella.
Rezaba todas las noches para que él no asistiera a El Cóctel, pero él siempre volvía. Ya estaba considerando que ese Dios que buscaban las otras personas no existía, al menos no para mí.
Tomo una respiración profunda antes de levantarme de la cama, debo salir de ahí, no quiero seguir atrapada en los recuerdos. Pero era inútil, el peor depredador para los seres humanos era la mente y lo que podías crear con ella. Nuestra conciencia es nuestro peor castigo, nunca podrás dejarla de lado porque siempre estará ahí, atormentándote. Con pasos lentos llego a mi habitación arrojándome sobre la cama para empezar a sollozar. Odiaba este lugar, quisiera volver a aquel container de basura, ahí estaba más segura.
Sabía que no podría huir porque él me buscaría hasta encontrarme. Víctor tenía mucho poder por lo que había podido escuchar, con un chasquido de dedos podría saber mi paradero y el castigo sería horrible. No valía la pena, ya mi vida no valía la pena.
La puerta de mi habitación es abierta y Kiwi entra en ella. Compartía mi habitación con Kiwi, en realidad, ella compartía su habitación conmigo. Kiwi no era muy expresiva, trataba de no hablarme demasiado y si lo hacía era para decirme que Víctor estaba aquí o que me necesitaban afuera. Pero esta vez es diferente, apenas entra me mira con lástima, trato de acallar mis sollozos adoloridos pero no puedo evitarlo, ellos tienen el control de mí.
Kiwi se acerca sentándose en mi cama, coloca la palma de su mano en mi cabello acariciandolo en el proceso. En algún punto esas caricias llegan a tranquilizarme, observo a Kiwi y con tan solo mi mirada le pido que me ayude.
—Sabes que es imposible que huyas de este lugar—suspira negando con su cabeza—, si hubiese sido antes de que el jefe no se convirtiera en tu dueño las cosas serían diferentes.
—Él no es mi dueño—mi voz suena irreconocible, suena tan ronca por mis horas de llanto.
—Berry, él es tu dueño quieras o no, te reclamó y un hombre con tanto dinero como él podría destruirte en poco tiempo si no colaboras.
—Él me viola—mi barbilla vuelve a temblar pero hago mi mayor esfuerzo en no llorar.
—Lo sé, cariño. Todas aquí hemos sido violadas al menos una vez. Eso si tienes suerte—me horroriza pensar en eso pero me reconforta saber que no soy la única que está pasando por esto—. Berry, tienes que endurecerte porque si no lo haces seguirás sufriendo cada vez que él te toca. Trata de disfrutarlo.
¿Disfrutarlo?
—No puedo disfrutarlo, él me repugna.
Ella suspira y detiene sus caricias dejando caer la mano en su regazo.
—Cuando vine a este lugar necesitaba el trabajo con urgencia. Papá tenía Alzheimer y ya no podía mantenerlo en casa mientras trabajaba para poder comprar lo que comeríamos en la cena del día siguiente. Tomé la decisión de llevarlo a una casa hogar encargado en este tipo de enfermedades, pero esos lugares no son nada baratos. Una amiga estaba metida en este mundo y me había comentado las grandes sumas de dinero que le pagaban por acostarse con algunos peces gordos—hace una pausa, sus ojos están mirando un punto fijo y su mirada perdida indican que está rememorando cada momento—. No lo pensé demasiado y vine a este lugar, estaban buscando strippers. Paulette apenas me vio dijo que era especial. Así me sumergí en este lugar, pero esto se convierte en tu vida y cuando quise dejarlo no pude.
»Papa murió hace tres años, quise dejarlo pero Paulette me dijo que si lo hacía sufriría las consecuencias, el jefe me haría la vida imposible, pero no le presté atención así que tomé mis cosas y me fui... para luego volver.
—¿Qué pasó?—pregunto al ver como se queda en silencio.
—Cuando entre en la universidad unos chicos se encargaron de correr el rumor de que era una prostituta retirada—sus labios empiezan a temblar y un par de lágrimas son derramadas, sin embargo su voz continua firme—. Empezaron a acosarme de la peor manera, hasta que un día parte del equipo de fútbol me tomó y... No pude seguir en ese lugar así que renuncié, trate de buscar un trabajo pero nadie me quería ahí.
»El jefe fue por mí, él era el que estaba terminando de arruinarme la vida. Tal fue la presión que tuve que volver, a seguir siendo su fruta exótica.
—Como lo siento, Kiwi.
—Sandra, mi nombre es Sandra—dice limpiándose sus lágrimas.
—Gracias por contarme tu historia, Sandra.
—¿Nunca les dijiste tu nombre, verdad?—Puedo notar el tono curioso en su voz.
—Siempre he sido Berry—digo encogiéndome de hombros.
—Y siempre serás Berry. Si él trata de pedir tu nombre no se lo des por más daño que te haga. Recuerda esto Berry, un nombre revela muchas cosas y tal vez si lo mantienes oculto puedas salir de acá. Él querrá tu nombre para controlarte, para hacerte lo que me...
Paulette abre la puerta de la habitación interrumpiéndola y sin mirarme se dirige completamente a Sandra.
—Kiwi, necesito que vengas a mi oficina.
—¿Pasa algo?
—Solo necesito que levantes tu culo y me sigas a la oficina.
Los ojos de Sandra brillan de miedo, un mal presentimiento me envuelve, no puedo evitar pensar que Sandra se metió en problemas... por mi culpa.
—Sé fuerte, Berry.
Y esa fue la última vez que hable con ella. Había hecho una amiga, hablamos, me aconsejó y al día siguiente murió.