Recomendable leer el primer libro de la serie antes que este. Busca "Estamos al aire" en mi perfil.
Berry no tiene un bonito trabajo.
Berry dice que sufre, que no es feliz.
Berry desea huir muy lejos, pero no puede.
Berry quiere ser valiente y trata...
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Berry está en un lugar caliente.
Paulette me llevó a un lugar, no era su casa, era su negocio, pero había comida y era caliente, no estaba más en la lluvia o en otro container de basura y sabía que Lion estaba muy lejos de aquí. Pero a pesar de todo sabía que no estaba en un lugar seguro.
Había madurado mucho más rápido que otros niños, a temprana edad sabía muchísima más cosas, unas que no debería saber, todo eso gracias a mi mamá y papá. No era tonta, ¿chicas con poca ropa caminando en todo el lugar? ¿Hombres mucho mayores que esas chicas y colocadas sobre sus piernas? Y esos gemidos de placer y dolor detrás de las habitaciones. Estaba en un prostíbulo y Paulette siendo hasta ahora la mujer más mayor de todo el lugar me decía que era la jefa.
Me encuentro en una pequeña oficina, sobre un sofá de dos puesto con estampado de tigre de colores blanco y rojo, las paredes son de un inmaculado blanco y a parte del sofá, el otro mueble dentro de aquella habitación es un escritorio de madera color marrón oscuro, sobre este habían varios libros colocados en orden, nada más, no había nada más en ese lugar.
Daba gracias de estar ahí, sabría que no podría sobrevivir estando fuera junto con esas mujeres y a los ojos de hombres que buscaban compañía. Hace horas había ocurrido mi situación con el monstruo de Lion, sabía que no podría sobrevivir a otro de esos altercados, me destruiría.
La puerta de la oficina es abierta despejándome de mis pensamientos. Paulette entra, veo como sus ojos me miran con lástima. Me molesta que me miren de esa manera pero sinceramente... ya me da igual. Sabría que obtendría esa mirada una y otra vez a lo largo de mi vida.
—¿Estás bien, Berry?—Asiento con la cabeza sin decir palabra alguna. Paulette se acerca a mí hasta que finalmente se sienta a mi lado—. ¿Te sientes a gusto en este lugar?
—Me dieron comida y un lugar caliente, así que sí, me siento bien.
—Me alegra escuchar eso porque tengo algo que proponerte—Al ver como no digo nada y solo la miro con atención ella prosigue—, estaba pensando si aceptarías la propuesta de quedarte aquí, con nosotras.
—No soy una prostituta—No sueno ofendida, más bien mi tono de voz es con firmeza.
—Prostituta es una palabra muy fuerte, nos gusta más llamarnos... Damas de compañía.
—No es una palabra fuerte, es lo que es. Y yo no hago parte de este mundo.
—¿Y de qué mundo haces parte, Berry?
¿A qué mundo pertenezco? No lo sé, he visto más de lo mismo a lo largo de mi corta vida que ya todo me empieza a dar igual. Paulette sonríe al ver que no puedo responder su pregunta.
»Escucha, Berry, no creo que estés preparada para ser parte de las chicas pero necesitamos personal detrás de la barra. Tal vez puedas suplir bien ese papel.
—No sé nada sobre alcohol—Mentira, mamá me había enseñado demasiadas cosas y una de ella era como hacer diferentes bebidas que ella pudiera disfrutar hasta perder el conocimiento.
—No hay problema con eso, Orange puede ayudarte.
—¿Orange?—pregunto con confusión.
¿Qué clase de nombre era Orange?
—Es su nombre artístico, cada chica en este lugar adoptó el nombre de una fruta. Las chicas más especiales y favoritas de los clientes tienen las frutas exóticas, son únicas, mientras que las demás comparten nombre. Así como Orange, ella lo hace con otras cuatro chicas—Vuelve a sonreír con felicidad—. Creo que por eso eres tan especial, Berry, aquí nadie tiene tu nombre y tu literalmente apareciste frente a mi presentándote de esa manera, como si el destino te hubiese puesto en mi camino.
Destino. ¿Realmente el destino existía? Penny me comentó una vez que su madre le había hablado sobre el destino. Según ella, el destino lo forjábamos nosotros mismos con nuestras acciones. Era extraño considerando que yo nunca había hecho nada malo y el destino siempre me hacia las peores cosas, pero seguía allí, tratando de ser fuerte. Como hubiese querido tener una mamá como la de Penny, una que le gustara contarme cosas como las que el destino podía hacer.
—Entonces, Berry, ¿te gustaría ser parte de El Cóctel?
—¿El cóctel?—Ahí está nuevamente mi tono confundido, todo este tema me está abrumando demasiado.
—Así es como se llama este lugar.
—¿Eres un clase de Madame?
—Solo soy otra chica más en este club, solo que soy la más vieja, aunque eso no significa que los hombres no están detrás de mí—sonríe orgullosa por aquel comentario—. Yo administro el lugar para el jefe.
—¿Quién es el jefe?—No puedo evitar preguntar.
—Eso no lo puedes saber, pero si te quedas tal vez lo conozcas, él ama venir para pasar un rato con sus chicas. Él es el dueño de cada una de nosotras.
Los ojos brillantes de Paulette me dicen que esa mujer siente algo por el jefe, mucho más que admiración y respeto.
—No quiero ser objeto de nadie, no quiero ningún dueño. Hace poco tiempo conseguí mi libertad para que nuevamente me la arrebaten.
—Oh cariño, realmente no tienes idea del mundo real, ¿verdad? Nunca somos libres de nuestro pasado y estoy segura que una chica como tú tiene una buena carga sobre sus hombros. Nunca serás libre de tus propios pensamientos.
¿Era eso verdad? Curiosamente, esas palabras una vez me las dijo mi madre mientras estaba borracha y rodeada entre su propio vómito.
Paulette al ver que me quedo en silencio vuelve a sonreírme con simpatía, solo que esta vez siento su sonrisa tan falsa.
»Esta es la última vez que te lo pido, Berry, ¿quieres trabajar aquí?
Considero rápidamente los pros y contras. No sabía a donde iría después de aquí, nadie le daría un trabajo con buen sueldo a una chica de quince años que aún no ha terminado siquiera el bachillerato, era nadie y tal vez este trabajo podría ayudarme a forjar mi propio destino. Tomando aire y luego soltándolo suavemente de mis pulmones, miro con firmeza a Paulette asistiendo.
—De acuerdo, aceptó el trabajo.
Ella nuevamente sonríe, solo que esta vez esa sonrisa no causa nada bueno en mí. Los vellos de mi nuca se erizan y mi subconsciente me pregunta varias veces si tomé la decisión correcta.