Capítulo 8 👨‍👩‍👧

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Arianne

Asher y yo regresamos a la cabaña una hora después. Axel y Melody decidieron dar una vuelta y se llevaron la camioneta. Mi prima está actuando extraño y es preocupante que no hable al respecto. No quisiera estar en sus zapatos. Sé que su madre lograba calmarla, pero ahora está lejos y no la verá en un largo perdido. Ojalá pudiera ayudarla.

Termino de revisar los regalos restantes y sonrío ampliamente. Unos calcetines por parte de Axel y chocolates en nombre de Melody. Los amo. Me acurruco en el sofá con una manta mientras Asher alimenta a Anubis y después se une a mí. La chimenea suelta chispas volviendo más cálido al ambiente. Me encanta mi nueva vida.

—¿Fue de tu agrado el paseo? —pregunta Asher.

Asiento.

—Deberíamos salir más a menudo. Pronto no podré porque mi estómago crecerá y caminar será todo un reto.

Su rostro estalla en una sonrisa.

—Probablemente eres la embarazada más exagerada que conozco, Arianne. Tu lado licántropo no permitirá que te agotes tanto como las mujeres humanas. Nunca tendré idea lo que es esperar un bebé, pero te aseguro que el proceso es más breve y menos estresante.

¿Menos estresante? Odio las malditas hormonas que me vuelven más emocional y necesitada de él. Todo lo que quiero es follar con Asher. Gracias a los dioses anoche terminó mi sufrimiento de abstinencia o ya me veía rogando. Soy patética.

—Seis meses, lo sé —bostezo —. Pero el lobito en mi interior no es cualquier bebé. Tendrá súper poderes como el bebé de Los increíbles.

Su carcajada le achinan los ojos y toca mi estómago.

—¿Una nueva versión de Jack-Jack?

Pongo mi mano sobre la suya.

—Así es. Druida, licántropo y parte demonio —Mi voz se apaga —. Espero que no herede mi oscuridad ni carácter. Dos Arianne en el mundo es una pésima idea.

—Nah. Dos Arianne serían una bendición —Besa mi frente —. Salvaste el mundo de una bruja malvada que planeaba matar a miles de humanos. Te deben mucho, New Hope sigue intacto gracias a ti. Tu nombre debería ser recordado de generación en generación.

—Quemé el bosque.

—Un daño colateral que tuvo arreglo. Si Abigail seguía viva la destrucción era inevitable.

Subo las mantas a mi barbilla y vuelvo a bostezar más ruidosamente.

—Espero que se pudra en las malditas llamas del inframundo.

—Ella está teniendo su castigo dónde sea que se encuentre —afirma —. Ven, te llevaré a la cama.

Coloco la cabeza en su pecho mientras me levanta en sus brazos y nos dirigimos a nuestra habitación. Es temprano, pero me acostumbré a dormir en cierto horario. Mis rutinas son la misma de siempre: comer y existir. Aunque se volvió más divertido. Finalmente, Asher cedió a mis encantos y tuvimos sexo. Qué alegría. Si tardaba otra semana me moría.

Mi cuerpo es depositado en la cama y Asher me cubre con la manta. Se asegura de que la ventana esté bien cerrada y después empieza a quitarse la ropa para dormir a mi lado. Me muerdo el labio porque el bastardo es una vista impresionante y no quiero perderme ningún detalle. Sus cejas oscuras se arquean al ver mi expresión.

—Entonces es verdad, ¿eh? —dice con diversión.

Trago saliva.

—¿Qué?

Dulce EternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora