『 Capítulo 21 』

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Las horas pasaron y mi corazón se tranquilizaba más.

Luke había pasado la tarde conmigo. Nos quedamos dormidos en el patio, cuando desperté, estaba recostada en el sofá junto a él, justo en la misma posición en la que dormí. No recordaba haber caminado al interior de la casa, por lo que seguramente el debió de haberme traído. Una sonrisa involuntaria se coló en mi rostro y me obligué a no volver a caer rendida por el sueño. Observé su rostro, aunque fuera un poco extraño y pareciera una acosadora, no podía apartar mis ojos de él.

El gemelo despertó un par de minutos después. Me atrapó mirándole, y aunque intenté que pareciera un accidente, una sonrisa creció en su rostro. Lucía mucho más relajado que cuando estuvimos en el patio, seguramente estaba exhausto del viaje, sin embargo aun así había venido a verme. Le ofrecí algo de comer y platicamos sobre sus vacaciones y sobre el recuerdo que me trajo. Una pulsera de plata con los dijes de una palmera, un pequeño atrapa sueños y una gaviota. Era tan bonita que me fue imposible rechazarla. El gemelo me mostró un millón de fotos de ellos en la playa y de sus paseos a las zonas arqueológicas. Oírlo hablar tan entusiasmado me alegraba más de lo usual.

El reloj marcaba las nueve con treinta y siete minutos. Luke se había marchado ya, y me encontraba recostada en el sofá viendo la televisión, no tenía sueño por haber dormido toda la tarde, sin embargo estaba aburrida, así que decidí subir a leer. Estaba por subir a mi habitación a dormir cuando oí a alguien acercarse a la puerta. El tintinear de las llaves me hizo congelarme.

La puerta tardó en abrirse y pude imaginarme porque. Thomas entró a la casa con una cara que reflejaba los cuatro días de fiesta, alcohol y quien sabe que otros vicios, que pasó. Llevaba la misma ropa que usaba el día que se fue y me preocupaba saber que tanto había pasado. Sus pies apenas se levantaban del suelo y sus enrojecidos ojos se perdían en el suelo. Se acercó al sofá y se desplomó sobre él. Me acerqué para revisarlo pero el aroma que despedía me golpeó. ¡Por Dios Santo! Olía horrible. Sin pensarlo dos veces, tiré de su brazo y lo obligué a salir al patio. Lo dejé apoyado en la pared y fui por la manguera. Ni siquiera se quejó cuando dejé que el agua fría cayera sobre él, ni cuando cayó al suelo.

Tomé el jabón que usaba para los trastes y una toalla. Cuando regresé lo encontré sentado con la manguera sobre su cabeza. Sus ojos apenas abiertos me miraron y volvieron a cerrarse. Le quité la ropa y lo dejé solo en bóxer. Jamás creí que al comprometerme a ayudarlo tuviera que verme en esta situación, y esperaba no volver a pasar por ella, pero algo me decía que no sería la última vez.

Después de bañarlo y enjuagarlo, lo sequé y lo llevé hasta el baño. Fui en busca de ropa limpia y se la llevé. Tardó varios minutos e incluso llegué a pensar que se había quedado dormido en el baño, pero por fin salió y se veía mucho mejor que cuando llegó. Lo llevé a la habitación de Troy para que pudiera dormir. Seguramente lo necesitaba.

—Quédate

Su voz apenas se escuchaba. Estaba ronca y me pregunte si se debía al alcohol o al excesivo consumo de tabaco. Me volví a verlo y me encontré su mirada en mí, o al menos eso intentaba. Sus ojos se mantenían cerrados y su pecho subía y bajaba con tranquilidad. Parecía haberse quedado dormido pero su mano aun apretaba con fuerza mi muñeca. Intenté romper el agarre, pero él no se rindió.

—Por favor—abrió sus ojos y su mirada me atrapó. Unos ojos que pedían a gritar un poco de compañía—solo hoy

—No puedo—el brillo de sus ojos se apagó y su mano aflojó el agarre. Una sensación de culpa me abrumó

Me había olvidado de él toda la tarde. Los últimos días de búsqueda extenuante y angustia nocturna desaparecieron en cuanto vi a Luke. Y si, quizás no fuera mi culpa que Thomas pasara días ahogado en los pecados más bajos, pero yo lo había olvidado cuando le prometí que estaría con él.

Ángel PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora