Capítulo 39 - Los chicos malos te traen el cielo

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MADISON

—¡Madison! — la voz de mi tía y los toques al otro lado de la puerta me quitan el sueño que tengo encima.

Me enjuago la boca después de cepillarme y quito el seguro de la puerta. Voy directa a la cama y me pongo los pantalones de cortos y de cintura alta mientras mi tía me mete el almuerzo en la mochila.

—Hace unos minutos que ha llegado el chico de la moto — eso provoca que coja cualquier camiseta y me la ponga rápidamente —Lleva toda la semana recogiéndote, ¿cuándo me lo vas a presentar?

—¿Quieres que te presente al causante de que llegue sana y salva al instituto? — cojo el asa de la mochila y me la pongo para salir de la habitación y bajar las escaleras de dos en dos.

—Bueno, si. Quiero saber con qué clase de gente frecuenta mi sobrina.

—Con la mejor, eso ni lo dudes — beso su mejilla antes de coger el casco de la moto y salir corriendo hasta la otra acera donde Jackson me espera mirando el móvil.

—Hola, guapa — sonrío poniendo la mano en su hombro.

—Hola, guapo. ¿Me llevas? — se guarda el teléfono en la chaqueta de cuero negra y pone la moto recta.

—¿A ti? A donde quieras — ajusto el casco y me monto detrás de él.

Me pego lo más posible y rodeo su cintura con los brazos. Normalmente me da miedo la velocidad, y me da miedo el cómo Jackson coge las curvas y acelera como un loco sin ver ningún peligro.

Pero abrazada a él me siento protegida.

—¿Todo bien? — levanto el pulgar justo en su cara y acelera a la vez que puedo oír su risa —Agárrate con fuerza.

**

—¿Has vuelto ha venir en su moto? — cierro la taquilla y me encuentro con la cara radiante de Natalie.

—Me ha traído.

Caminamos juntas hasta el comedor y hacemos cola una vez cogemos nuestra comida. Amber se hace notar en el lugar llamándonos para que vayamos a su mesa una vez terminemos.

—¿Y entonces...? — miro de reojo la gran sonrisa de Natalie.

—Entonces estamos intentando pasar tiempo a solas. Eso es todo.

—Oh, vamos. ¿No os habéis lanzado?

—Me suelta indirectas que me dejan muriendo de la vergüenza, pero no ha intentando besarme — le doy un billete de diez dólares a la cajera.

—¿Enserio? Estamos hablando de mi hermano, ¿verdad? — asiento siguiéndola entre las mesas —Me resulta tan raro que no se haya lanzado ya.

—Y si... ¿Se lo ha pensado mejor y solo quiere una amistad conmigo?

—¡Ni lo sueñes! ¿A qué vienen si no esas indirectas? — suspiro dándole la razón.

Nos hacemos hueco en la mesa de Amber donde está Annie y otras dos chicas del equipo de animadoras.

—¿Qué tal el finde chicas?

—Bien — respondemos al unísono.

—¿Sabéis que el sábado Amber se lío con un universitario? — susurra Annie acercándose a nosotras mientras apoya los brazos en sobre la mesa.

—¡Oye! Eso era un secreto.

—Oh, venga. Los detalles son lo mejor.

—¿Os acostasteis? — pregunta Natalie sorprendiéndome.

Time Out © ✔️ [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora