3 (a)

65 4 0
                                    

Sara observaba la flora en un descanso, colgando las piernas de la rama de un árbol,
mientras Nina contemplaba y jugaba con los insectos: andaban sobre sus patas por sus piernas y sus manos, le provocaban risas, y le hacían sonreír. Pero se quejó, y cuando lo hizo Sara cayó de lo alto y se raspó las rodillas, y fue a atenderla.

—¿Qué ocurre? —Preguntó ella.
—Mordió mi mano —Dijo señalando al animal que ahora tranquilamente se alejaba, y miró a Naamio.

Sara correspondió a la mirada de Nina.

Guardaron ambas silencio a la otra unos segundos hasta que la mayor de ellas habló.

—No todos tienen una naturaleza amable, pero debemos amarlos de igual manera —Se miraron a los ojos pese a estar lejos. Nina la miraba con atención, porque Sara le había mostrado una nueva ciencia y ella por algo quería aprenderla de sus ojos.

Pero aún así sintió miedo de que volvieran a morderle. Así que subió junto a Naamio, y ella la acogió para reconfortarla; su naturaleza amable le hizo sentir tranquilidad y una repentina paz desconocida, porque ni siquiera el sonido del río fluir entró en su abrazo.

Nina sonrió: ¿así se sentía la paz?

11 • 10 ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora