Capitulo 7 "Las mesas de pool y La santa Ramera"

3.9K 246 34
                                    

Capítulo re-escrito 2.0

---

La fiesta estaba en pleno apogeo, pero yo no podía apartar los pensamientos de Natsu. ¿Qué demonios hacía él allí? ¿Qué lo había llevado a este lugar donde no tenía relación con nadie, ni con Cana, ni con la universidad, ni con los amigos que la rodeaban? No podía ser casualidad, había algo más. Tal vez…

De repente, Cana me sacó de mis pensamientos, sacudiendo su mano frente a mi rostro.

—¡Lucy! —dijo, su voz cortando mi tormenta mental.

—¿Eh? —respondí, volviendo a la realidad.

—Te quedaste muda. ¿Te sucede algo? —preguntó Cana, mirando con atención.

—No, no. Estoy bien. —Fingí una sonrisa, aunque no me sentía ni cerca de estar bien.

—Bueno… —suspiró Cana, su tono de voz más ligero—. Vamos a divertirnos, al menos tu guardaespaldas no está de turno, ¿cierto? —dijo, guiñándome un ojo, como si supiera algo que yo ignoraba.

—¡Claro! —respondí, mi sonrisa más forzada de lo que pensaba.

Natsu no arruinaría mi noche. No, no en ese momento. Estaba allí para disfrutar, para ser libre de las sombras de su presencia. Él no estaba en turno, no tenía poder sobre mí, no podría arruinar lo que había decidido que sería una noche para mí. No mientras tenía la oportunidad de escapar de su influencia. Mientras pensaba en todo esto, Loke se acercó.

—¡Lucy, Levy! —dijo, su sonrisa tan radiante como siempre.

—¡Loke! —respondimos ambas, felices de verlo.

Loke nos abrazó a las dos con fuerza, su calidez contrastando con el frío que comenzaba a crecer en mi pecho.

—¿Cómo están? —preguntó mientras se separaba de nosotras.

—Bien, bien. ¿Y tú? —respondió Levy, su tono despreocupado.

—Bien, pasándola bien —dijo con una sonrisa traviesa, echando una risa que nos hizo reír también.

—Bueno, bueno, vamos a bailar —declaró, levantando un brazo con entusiasmo.

—¡Sí! —gritamos ambas, al unísono, un pequeño destello de libertad iluminando el peso de la noche.

Nos dirigimos a la barra, a pedir unos tragos. Levy, como siempre, evitaba el alcohol, pero yo no tenía reparos en disfrutar de un buen daiquirí. No lo tomaba en exceso, pero sí suficiente como para sentir el calor y la ligereza en mi cuerpo, lo suficiente para apagar las voces molestas que me rondaban en la cabeza.

—¿Comenzamos con un daiquirí, Lucy? —preguntó Loke, su voz más animada que nunca.

—Claro —respondí, sonriendo genuinamente, al menos por el momento.

—¿Levy? ¿Quieres uno? —preguntó Loke, mirando a mi amiga.

—Bueno, con un daiquirí está bien —respondió Levy, siempre tan moderada.

Nos tomamos los tragos que Cobra nos preparó, y por un momento, su mirada insistente me incomodó, pero lo dejé ir, confiando en la compañía de Loke y Levy. Nos dirigimos a la pista de baile, y las luces brillaban con fuerza, mientras la música nos envolvía. Bailábamos, riendo, dejando que el momento nos arrastrara.

Poco después, Cana se acercó, ya visiblemente más pasada de copas, su andar un tanto tambaleante pero su sonrisa aún más amplia.

—¡Lucy, Levy! —gritó, acercándose con su vaso en mano—. ¿Cómo la están pasando?

Nos reímos con ella.

—Bien, bien —respondí, aún con la risa en mis labios.

—¡Loke! —dijo, lanzándose sobre él con una risita—. ¡Ojo! ¡No te vayas a tirar a esta rubia!

Loke, siempre tan tranquilo, se cubrió la cara, avergonzado.

—Cana, por Dios, ¿otra vez? —murmuró, y todos nos echamos a reír.

Cana se fue, y la fiesta continuó, las horas pasaban, pero Natsu seguía sin aparecer. Y sin embargo, no pude evitar preguntarme una y otra vez por qué me inquietaba tanto su ausencia. No me importaba, ¿verdad? No… no debería.

Levy me dejó un momento para ir al baño, y decidí quedarme cerca de la barra, observando la pista de baile. Había algo en el aire que me molestaba, algo que no lograba identificar. Mis ojos buscaban sin quererlo un rastro de Natsu. ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué no podía sacarlo de mi mente? Mi mente me traicionaba.

Después de unos minutos, preocupada por la tardanza de Levy, comencé a buscarla, preguntando a medio mundo por el baño. Me adentré en un área que no conocía, subí unas escaleras y llegué a una zona de PUBS. La música allí era completamente diferente, más relajada, psicodélica, como una invitación a perderse en algo más profundo, más oscuro.

Pude sentir las miradas de algunos chicos al pasar, pero seguí mi camino, dirigiéndome al baño. No encontré a Levy allí, y la preocupación comenzó a apoderarse de mí. ¿Dónde se había metido? Me sentía perdida, sola. Este lugar, aunque lleno de gente, no era mi terreno.

Cuando salí del baño, algo me detuvo. En la mesa de pool, entre las sombras, estaba él. Natsu. Estaba jugando, riendo con otros chicos, tan despreocupado. Y una chica se acercó a él. Una belleza, de esas que siempre causan un nudo en el estómago. Ella se acercó, se sentó sobre la mesa de pool y Natsu, con una sonrisa que me hizo retorcerme por dentro, la besó.

Mis ojos se clavaron en esa escena, pero la voz de Loke me arrancó de mi trance.

—Lucy, ¿qué haces aquí sola? —preguntó, su tono preocupado al ver mi expresión.

Miré a Loke, sintiendo algo extraño. Natsu y su chica seguían ahí, pero ahora no me importaba. No quería que me viera débil, no frente a Loke, no frente a nadie. Natsu era solo una sombra, y yo no iba a dejar que me consumiera.

Loke, como si nada, me tomó de la mano y me llevó a donde estaban ellos, los chicos del pool. Mi cuerpo, sin embargo, sentía una extraña tensión, algo en el aire que me hacía sentir como si estuviera caminando sobre un hilo delgado. Cuando llegamos a la mesa, me presentó.

—Chicos, ella es Lucy —dijo, su mano sobre mi cintura, algo que no me molestó, pero que sentí como una especie de declaración.

Todos me saludaron, pero mis ojos fueron directos a Natsu. Él no se movió, ni siquiera una sonrisa. Solo me miró, y en sus ojos vi algo que no supe identificar. Desdén, indiferencia, o tal vez algo más oscuro, como si me estuviera evaluando, como si esperara que me hundiera en mis propias emociones.

—Un gusto —dije con una sonrisa falsa, pero mi voz no tembló.

Hibiki, uno de los chicos, me elogió con descaro.

—Si es tu novia, Loke, déjame decir que es hermosa.

Yo no dije nada, solo sonreí con dulzura, pero dentro de mí, todo se retorcía. Natsu seguía allí, observándome, pero sin decir nada, su actitud distante me perturbaba.

El ambiente se tensó un poco más cuando una chica, Lissana, se acercó a Natsu. Se sentó sobre él con una facilidad que me hizo sentir como si no existiera. Los chicos alrededor reían, y Natsu la besó, con una naturalidad que me hizo querer desaparecer.

Pero Loke, siempre él, no dejó que la incomodidad me devorara. Me invitó a unirme a la partida de pool. Y yo, movida por algo que no entendía, acepté.

Jugué, me dejé llevar, disfrutando del momento, pero cada vez que miraba a Natsu, sentía esa marca invisible que lo unía todo: su indiferencia, su poder sobre mí, esa atracción oscura que nunca había pedido pero que me arrastraba sin remedio.

De alguna forma, sentía que cada uno de nosotros estaba jugando un juego mucho más peligroso que el pool. Y Natsu… Natsu solo observaba, como si ya supiera lo que sucedería después.

Y yo… yo estaba a punto de descubrirlo.

Un Dragon como Guardaespaldas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora