11. Quinn

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Capítulo editado.

11 | QUINN


Hoy es el gran día.

Quiero desaparecer ya.

—¡Quinn! —chilla mamá al abrir la puerta de mi habitación. Se estrella contra la pared y mamá tiene que sostenerla para que no vuelva a cerrarse contra su cara. Cuanta delicadeza.

—¿Mhm? —inquiero desinteresada desde mi cama, en donde las sábanas y yo habíamos hecho un pacto para permanecer unidas para toda la vida.

Giro mi cabeza apenas para mirar a Natalie. Su rostro está cubierto en una mascarilla que huele a menta y lo detecto aún a varios metros de distancia. Tiene una de seda negra puesta y su cabello recogido en un moño desarreglado.

No la veo tan normal hace meses.

—¡Arriba, tenemos cita con el estilista! —exclama ella a punto de perder toda la paciencia.

—¿No es que él tiene que venir? —le pregunto.

No es sorpresa de que mamá tenga su estilista de confianza que viene a casa casi tres veces por semana semana. A veces más. En esta ocasión, va a traer todo su equipo para que se encarguen de todos los detalles. Maquillaje, cabello, vestidos, lo que se te ocurra.

—Llega en cinco minutos. En tres te quiero en la cocina —sentencia con una mirada que podría matar. Gira sobre sus talones y vuelve a estrellar la puerta. Cierro mis ojos.

Me escondo bajo las sábanas y suelto un gran suspiro.

«Hoy es el gran día» es lo único que se repite en mi cabeza como una canción mala que se te pega sin querer.

Me siento tan nerviosa que fácilmente podría ser mi boda.

No estoy lista para volver a enfrentarlos. Especialmente, no estoy lista para enfrentar a Liam.

Hoy solo será un recordatorio de todo lo que perdí. Y no estoy lista para eso.

El nudo en mi estómago solo se aprieta más. No he comido nada desde ayer a la mañana. Nunca pasé tanto tiempo sin comer, pero mental y físicamente no puedo. Siento que comeré una miga de pan y lo vomitaré todo.

Me levanto de la cama, sintiéndome levemente mareada. Aprieto mis ojos con fuerzas para que todo deje de girar. Tengo que comer algo, o voy a desmayarme.

Observo el reloj en mi mesita de luz. Son las diez de la mañana. La boda es cerca de la tarde y las celebraciones tienen planes de durar toda la noche.

En mi pijama, salgo de mi habitación. Natalie no bromea con sus amenazas.

En el camino hacia las escaleras, inevitablemente paso por la habitación de Zack. La música está al máximo allí dentro, parece un maldito antro. Nadie nunca le reclama. La habitación de mamá y Matthew está demasiado lejos para oír y no es como si Lily fuera capaz de decirle algo.

En ese instante, la puerta se abre. Zack sale de ella tarareando una canción que nunca antes he oído en mi vida. Por suerte no tenemos el mismo gusto musical porque el suyo apesta.

—Vístete, ¿quieres? —espeto con una mueca.

Lleva unos shorts de deporte negros y nada más. El desgraciado es atractivo y lo sabe.

—Es mi casa, así que no —responde.  Apaga la música desde su celular, cierra la puerta tras él y decide que es buena idea caminar junto a mi para ir a la cocina.

—Seremos hermanastros oficialmente, ¿qué opinas? —suelta en un tono burlón.

—No quieres saber qué opino —respondo sin mirarlo mientras bajamos las escaleras.

The Same Heartbreaker (2) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora