HISTORIA XIII

490 31 3
                                    

Palabras

El tic-tac del reloj sonaba por los pasillos, una y otra vez. Mis oídos parecían querer estallar por cada segundo. Mis piernas querían ceder ante la gravedad. Mis ojos no dejaban de mirarte.
Te veías inquieta, insegura y aterrada. ¿Qué pensabas? No me mirabas y los dedos de tus manos jugaban y se entrelazaban. La duda me comía vivo y tú sólo estabas ahí, parada frente a mi sin decir nada.
Trague saliva y formule tu nombre, me miraste con esos bellos ojos esmeralda y repetí esas mismas palabras:
—Te amo.
Volviste a sonreír y llenaste de risas nerviosas el estrecho pasillo desvaneciendo el tic-tac del reloj.
¿Qué he de pensar yo? Hablaste intentando cambiar el tema, no quise impacientarme pero lo hice. Lo hice. Las repetí una vez más. Y otra vez. No respondiste, nada salió de tu boca.
Me sentía morir. Quería que la tierra me tragará. Pero tú tomaste mi mano y la llevaste a tu pecho.
—Yo no te amo —dijiste apretando más mi mano contra ti—. Lo que yo siento por ti va más allá. ¿Lo sientes?
Tu pecho retumbaba contra mi mano. Creí que el corazón se te saldría del pecho. Es lo más hermoso que me hallan dicho jamás.
Lloré. Las lágrimas corrieron por mis mejillas y tú las limpiaste tan delicadamente. Te estreche entre mis brazos y no dudaste en corresponder. ¿Te he dicho lo adicto que soy a tu aroma? Podría estar así, contigo, el resto de mi vida y no me enfadaría.

Pequeñas Historias
14/Octubre/18

Si quieres una pequeña historia en particular, no dudes en pedirmela!

Pequeñas HistoriasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora