Capítulo 4

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«La llegada de Shohei»

Kate y yo nos encontrábamos en el aeropuerto ya con nuestras maletas, esperando por nuestro vuelo que saldría en dentro de muy pocos minutos. Las ansias de volver me ponían muy nervioso. Saqué mi guitarra acústica de lo aburrido que estaba y me puse a tocar algunas que otras canciones. Miré en una vidriera que estaba cerca de mí y a lo lejos pude ver a un chico de mediana edad, delgado, alto y muy parecido a Kuruto.

—Vaya... Es muy parecido —pensó, a la vez que tocaba. Una sonrisa se formó en sus labios.

Miré mi reloj de mi brazo izquierdo para ver la hora, faltaban dos minutos para subir. Guardé nuevamente mi guitarra en su estuche y cuando anunciaron que nuestro vuelo partiría fuimos y entregamos nuestros boletos, entramos acomodamos nuestras maletas y nos sentamos.

—Te noto nervioso... —dijo acariciando su mejilla suavemente.

—Lo estoy un poco. Más que nada estoy muy ansioso por volver y ver a todos allí —sonrió.

—Quisiera ver a Kuruto de nuevamente —murmuró.

—¿Kuruto? —la miró confundida. —¿Quién es Kuruto?

—Un amigo... de la infancia —rió nerviosamente.

Kate se había entretenido mirando una película, en cambio, yo escuchaba música. Quería tocar el bajo pero las azafatas no dejaban usar instrumentos durante el vuelo, así que solo opté por escuchar música mientras miraba la ventanilla. Luego de un largo rato me saqué los auriculares, me estiré un poco y tapé con una manta que había a Kate quien estaba dormida.

・・・

En el momento en el que el avión aterrizó bajamos con nuestras maletas y entramos a dentro del aeropuerto para poder desayunar. Mi madre nos sorprendió junto con mi padre y hermano cuando apenas entramos al pequeño Café, me había hecho muy feliz verlos, pero cuando tocaron el tema sobre la banda, les dije que me había tomado un tiempo. No quería que supieran del porqué renuncié, solo mi hermano mayor lo sabía y supo comprenderme en el momento en el que se lo comenté.

Mis padres se habían llevado a Kate a casa junto con las maletas, mientras que yo estaba allí todavía junto con mi hermano Yoshio, cuando esbozó una pequeña sonrisa.

—Debo irme ya que tengo una importante reunión —dijo levantándose del asiento, dejando debajo de la taza de café dinero.

—Mmhm. Comprendo —asintió.—Yo me quedaré sólo unos minutos más...

—Lo sé —rió.

—Buena suerte, Yoshio.

—Nos vemos luego.

Asentí y lo vi irse a las apresuradas. Suspire y miré a mi alrededor, mirando la decoración del lugar y las maids con sus llamativos trajes. Parecía estar en un ambiente nuevo al que me había acostumbrado.

—Lo siento, ¿podría sentarme aquí si no le molesta? —preguntó un joven amablemente, señalando el asiento.

Asentí distraido aún con la mirada en las decoraciones y el lugar. No había puesto cuidado al hombre que estaba en frente mío, pero su voz me resultaba familiar.

—Ah, discul- —dijo girando su cabeza mirando a aquel joven.

—Tiempo sin vernos, Sho-chan —sonrió de oreja a oreja.

Al darme la vuelta lo vi a el, a quien quería volver a ver luego de todos los años que habíamos estado separados. Su sonrisa me hizo sonreír, mi corazón latió fuertemente. Se acercó a mí y me abrazó muy fuerte, tome su cara y al verlo, su rostro estaba empapado de lágrimas.

—Haz vuelto —sollozó. —No sabes todo el tiempo que he esperado por ti, Shohei —sonrió.

—A mi también me pone muy feliz verte —mientras le secaba su lagrima.

—Sabía que tú volverías, lo sabia, lo presentía, lo deseaba. Y aquí estás tú de nuevo

Cada vez que me sonreía cuando estábamos hablando me hacia poner extremadamente feliz. Había extrañado muchísimo su voz, la manera en la que me miraba y se expresaba al hablar. Seguía siendo la misma que conocí.

***

Llegué a las corridas, tarde a un lugar como siempre. Me había quedado dormido por el hecho de haber ignorado la alarma. No pude dormir bien y todo se debía a las ansias y emociones. Cada vez que tenía que asistir a un lugar importante, me ponía nervioso y hoy, ahora, era de esos momentos.

Al verlo a Shohei a lo lejos junto con su hermano, me sonroje a la vez que mis lágrimas caían. No quería que notara el como me había puesto, pero necesitaba verlo de cerca y poder abrazarlo otra vez. Me levanté del asiento y lo abracé lo más fuerte que pude, tocar su piel de nuevo y sentir su aroma me había estremecido, realmente lo había extrañado. Comenzamos a conversar sobre nosotros; de lo que trabajábamos, de nuestros amigos y de todo. Estuvimos dos horas y media platicando, y a la vez que se alargaba la conversación más aumentaba mi felicidad. Tanto que no podía parar de sonreír, su sonrisa se había vuelto contagiosa para mí.

—Así que tienes una banda llamada Arpege —lo miró contento. —Siempre supuse que estarías en una banda como guitarrista

—S-si... —desvió su mirada con un leve sonrojo. —¿Y tu banda qué tal?

Se acercó hacia mi observando mi ropa detenidamente. Cuando sacó mi collar que tenia debajo de mi camisa, el sonrió y lo quedo mirando

—Lo sigues conservando.

—Así es, siempre la tengo conmigo.

El abrió el cierre de su chaqueta que llevaba puesta y debajo de su remera sacó su collar del Yang, que también llevaba puesto.

—Yo también lo sigo teniendo...

—Esto nos volvió a unir —mientras mira su collar. —Lo tuve desde que te fuiste y desde ese entones jamás me lo he sacado

—Ambos recuperaremos nuestros momentos de apoco. Apuesto a que será muy divertido

—Opino lo mismo —le sonríe.

Salimos del café y nos fuimos a nuestro pueblo a caminar, era un día soleado y muy fresco. Había que disfrutarlo. Nos acercamos a un parque cerca de allí y ambos nos sentamos en un banco, mirando a lo lejos los niños que jugaban a lo lejos

—La razón por la que regresé es por que quiero rehacer mi vida aquí y formar mi propia banda

—¿Pero tu no estabas en una?

—Sí. Era el bajo soporte, pero yo quiero estar en una banda en la que pertenezca verdaderamente, esa es mi meta.

—Eso es bueno —sonrió. —¿Qué tal Estados Unidos?

—Que podría decir. Es un país bueno. Estuve muchos años allí que ahora me costará acostumbrarme al mío —rió.

—Será fácil. Aquí nada ha cambiado o bueno, creo que solo algunas cosas —lo miró.

—Tienes razón —le contestó, levantándose de su banco. —Lo siento mucho, pero debo irme a casa. Debo desempacar algunas cosas y eso

—Pues vamos, te acompaño —sonrió gentil.

Lo acompañé hasta su casa y en el camino que transcurrimos ambos permanecimos en silencio. Al llegar a escasos metros de la puerta nos detuvimos y el me agradeció por haberlo acompañado

—Fue muy bueno volver a verte

—También yo —lo miró dulce. —Nos vemos mañana, cuidate mucho —sonrió.

—Claro, nos vemos

Fue todo perfecto.

暁 ~Akatsuki [Completa.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora