暁 ~Akatsuki [Completa.]

Capítulo 15 [Final.]

«Felicidad»

Nunca podré describir en palabras como fue ese gran momento, solo puedo decir que fue único, hermoso e inolvidable. Después de todo lo que habíamos vivido, por fin pudimos ser felices sin que nada ni nadie más nos interrumpiera. Ambos somos muy felices.

Pasaron cinco años volando como el viento y aún seguía ese amor tierno y dulce en nosotros tal y como el de antes. Ryu no tardó mucho en aceptar nuestra relación, según el, nunca dejaría de amarme y que si yo algún dia me llegaría a separar de Shohei el correría a mis brazos, por lo que celos hubieron ante ese comenario. Kate hizo su vida en su país nuevamente, se casó con Yoshio, hermano de Shohei.
Cuando yo había dejado Arpege, tiempo después recibí un mensaje de un antiguo amigo mío, Roadie. Él estaba buscando un nuevo guitarrista ya que quería formar una banda de rock, a lo que yo acepté felizmente y unos meses después Shohei se nos unió. Ahí formamos nuestra primera banda juntos llamada Arlequin.

—¡Kuuruutooo! —gritó Shohei mientras terminaban de maquillarlo.

—Dime, ¿qué pasa? —rió mirándolo.

—Tamon está molestándome... —dijo haciéndole pucheritos.

—¡Oye! ¡Eso no es verdad! —exclamó el pelivioleta. —El que lo molesta es Nao con sus bromas pesadas.

—¿Qué? ¡Es mentira! —bufo molesto, cruzado de brazos.

—¡El bufón de Arlequin! —exclamó Aki entre risas.

—Cállate o eres hombre muerto.

—Ya. —dijo serio.

—Chicos, dejen de pelear. Amor y paz para todos —rió Kuruto mientras tocaba su guitarra.

—Si, claro. —rió el vocalista.

Shohei se levantó después de que lo terminaran de maquillar y le mostró el collar a Aki de cerca, Nao y Tamon seguían peleándose.

—El es el mi amor y mi vida entera, esto lo demuestra —dijo enseñándole su collar del Yang.

—Es muy bonita, como la de Kuruto —sonrió.

—Yo se la he regalado hace tiempo.

—Ahg, tanta dulzura que amarga —dijo burlonamente Nao.

—Cállate celoso, arruinas el momento.

—¿Celoso, yo? —rió.

—Nao... —lo nombró el pelivioleta serio. —Deja de molestar...

—Mmgh...

Cuando el quería, me halagaba con cualquier cosa, sin importar que fuera o con quien estuviese allí mismo. Amaba que el hiciera eso, aunque a veces también me hacia poner celoso a propósito para ver solo mi reacción, lo cual según él le encantaba.

—¡Es hora de subir al escenario, chicos! —les gritó el Mánager a los cinco.

Todos asentimos y nos preparamos para subir al escenario, haciendo nuestro pequeño ritual antes.

***

Al haber terminado nuestro concierto de año nuevo luego nos quedamos allí festejando la fiesta con las demás bandas amigas y miembros del Staff. Pasaron las horas y todos se habían ido a sus casas, nosotros estábamos en nuestro departamento, en nuestra terraza mientras permanecíamos abrazados mirando al cielo.

—Está amaneciendo —sonrió con emoción.

—Cada vez que veo uno, este me hace acordar a ti...

—¿En verdad, Sho? —sonríe. —Esto fue lo que nos unió aquella vez

—Y lo que siempre nos unirá... —dijo besando su mano.

Kuruto se ajuntó más a mi pecho sin despegar su mirada del bonito amanecer que apenas comenzaba, estaba hermoso y muy fresco, tal y como nos gustaba a los dos. Este era el momento perfecto momento para pedirle la mano.

—Debo decirte algo muy importante

—Si claro —se acomodó. —Dime

—Hace cinco años que ambos estamos juntos, esos fueron los más felices de mi vida junto a ti

—Si, para mí igual —sonrió.

—Y yo me preguntaba si tu...

—¿Ajam?

—Querrías pasar el resto de tu vida junto a mí.

Dicho eso, me arrodillé frente a el y del bolsillo de mi pantalón saqué una pequeña cajita azul que contenía dos alianzas de oro. Kuruto quedó paralizado ante mis acciones, en cualquier minuto entraría en Shock.

—Qué... qué sucede... Ahh~

Reí ante su expresión.

—Kuruto, ¿Querrías ser mi esposo y pasar el resto de tu vida junto a mí? ¿Con este hermoso bajista que te ama?

Asintió riendo extendiendo su mano para colocarle el anillo y luego el empezó a llorar de la emoción, haciendo que su maquillaje se estropeara. Se veía realmente tierno.

—¡Si! ¡Si quiero! —exclamó besándolo.

Sonreí y coloqué el anillo en su dedo, el me puso el mio y luego ambos nos abrazamos muy fuerte. Jamás fui tan feliz como lo era ahora.

—Te amo muchísimo —dijo mirándolo a los ojos.

—Yo a ti también, mi gran y hermoso amanecer.

De repente fuegos artificiales aparecieron en el cielo tan temprano en la madrugada de Invierno, sorprendiéndonos en el momento justo. Había sido más que perfecto.