Era martes por la mañana cuando Melody decidió volver a retomar su vieja costumbre de caminar sin rumbo por la ciudad. Era así como solía encontrar los mejores rincones, usualmente desconocidos para aquellas personas que simplemente se movían en modo automático por las veredas, sin prestarle mucha atención a sus alrededores.
Melody adoraba los pequeños detalles que podía encontrar husmeando en sus días libres. Fue así como descubrió que a dos cuadras de su apartamento vivía una adorable anciana, que luego de veinte minutos de conversación descubrió que se llamaba Luna, que paseaba a su pequeña gatita Joanna todas las mañanas con su correa de color rosa. A Melody le hacía un poco de gracia que el nombre de la gata sonara más serio que el de su dueña humana, pero le encantaba.
También fue ese preciso martes que Melody se llevo una de las más grandes sorpresas de su vida. Y no, no había ganado la lotería, ni había recibido un importante premio en la industria musical, pero se sentía mucho mejor que ambos escenarios juntos y al mismo tiempo su garganta se cerró y sus ojos comenzaron a mojarse con la amenaza de que las lágrimas salieran como cataratas de sus ojos.
Luego de despedirse de la amigable anciana, tomó el primer autobús que vio, y contó tres paradas antes de bajarse. No tenía razón alguna para bajarse en aquel lugar, simplemente le pareció correcto hacerlo–y porque el número tres era uno de sus favoritos.
Siguió los pasos del señor con el paraguas amarillo en su mano derecha, preguntándose la razón de por qué cargaba con un paraguas en un día tan lindo y soleado. Pero unos segundos después, tras escuchar la voz de una chica gritando risueña a un chico a su lado, supo que su corazón necesitaría un paraguas para no llenarse de las lagrimas que sabía derramaría luego.
Conocía esa voz, y a pesar de no haberla escuchado hace años, su corazón la conocía a la perfección. Reconocería ese tono en cualquier lugar, su forma de moverse, de caminar, el sonido de su risa y como sus ojos se achinaban debido a que sus mejillas se levantaban bastante cuando sonreía.
Melody la observó alejarse mientras tomaba el brazo del chico que la acompañaba y lo obligaba a seguirla mientras doblaba a la derecha en la esquina más cercana. Se había quedado paralizada y no podía ni respirar con normalidad.
–¿Linda?– fue la única palabra que salió de sus labios, y la misma que daría vuelta por su cabeza durante el resto del día y, a decir verdad, durante toda la semana, y las semanas siguientes.
~♫~
Dios, no paso por aquí hace mucho mucho tiempo y en verdad ya lo extrañaba un poco.De verdad quiero disculparme por haber tenido esto tan abandonado sin ni siquiera darles una explicación, pero la vida ha estado bastante estresante y ocupada estos últimos meses. Espero que lo entiendan y espero que no vuelva a pasar.
Anyways, espero que les guste y si no saben quién es Linda pues están invitad@s a leer mi otra historia llamada Sparks, ahí hay un poco más de respuestas(?
Ahora me retiro porque muero de sueño.
Love y'all & stay alive.
–G.

ESTÁS LEYENDO
Melody.
Teen FictionLa vida luego de la fama no podría sentarle mejor a alguien como Melody Sparks.