Una noche de tormentas; rayos y truenos cruzando por el firmamento nocturno. En un hotel de mala muerte, un pelirrojo dormía intranquilo por las pesadillas.
Una serpiente gigantesca salía de las olas.
Un dolor en todo el cuerpo sobre la arena húmeda por el agua, veneno y sangre.
Una oscura figura con alas acercandose y murmurando.
—Aun no.
Un campo de batalla lleno de muerte y destrucción. El cielo negro y la lluvia roja cual sangre.
Dos seres inmensos en tamaño, uno con apariencia de demonio de fuego y el otro con cabeza de pulpo y alas de dragón.Dos cuerpos en el agua, un rubio y un pelirrojo.
Poderosos rayos cruzando el cielo, destruyendo el cuerpo del gigante con cabeza de pulpo.
Un cambio de escenario. Un lugar enteramente blanco. Una espada luminosa atravesandole desde la espalda hacia el pecho. Sangre, una maldición y oscuridad.
De pronto el hombre despertó exaltado. Aquellas pesadillas, siempre atormentandolo. Recuerdos de su batalla contra la hija de Loki, la vil serpiente Jordmundgander. La batalla entre los dioses y hombres contra los antiguos dioses y su ejército. Los cuerpos muertos de sus hijos: Magni y Modi, y como destruyó a su asesino.
Pero lo que más le molestaba era recordar su lucha contra Yahveh. Como este lo había asesinado con su espada y maldijo para que renaciera como humano, viviera, muriera y volviera a renacer, para el resto de la eternidad. Su nombre era Víctor Donner, pero antes fue conocido como Thor, el Dios del Trueno.
Había sido uno de los dioses más importantes en la antigüedad; ahora no era más que un simple desconocido.
Durante sus primeras vidas había rogado a su padre, Odín, para que con su magia interviniera y le devolviera a su forma original. Pero eso nunca paso. Yahveh le había dicho que Loki y sus ejércitos estaban preparados para arrasar con Asgard mientras ellos peleaban, todo indicaba que así había sido. Él era el último de los dioses Æsir, posiblemente ni siquiera quedará algún dios Vanir. Tampoco sabía que había pasado con los Olímpicos, aunque eso no le importara. Las relaciones entre Asgard y El Olimpo siempre fueron tensas, hasta una guerra hubo entre ellos, pero se respetaban y trataban de no agredirse.
Estaba solo. Era el último Æsir con vida y ya ni siquiera contaba como uno, era simplemente un mortal más. Odiaba su vida, pero había aprendido a soportarla. Trabajaba como obrero, era bueno en ello. Los pocos días que no trabajaba se los pasaba bebiendo en bares hasta perder el sentido. A veces recibía la compañía de alguna dama de la noche, si el dinero y el humor le alcanzaba podría llegar a aceptar. Pero el odio nunca se iba, al igual que el deseo de venganza. Una venganza que lo carcomia por dentro, deseando destruir a Yahveh/Jehová/Alá o como era más conocido en la actualidad: Dios. La humanidad se había convencido de que él era el único dios, cosa que a Víctor lo hacía estallar en ira. Odiaba que aquellas zonas donde antes era adorado ahora hasta tuvieran cruces en sus banderas. Aunque había alguna que otra persona que adoraba a los antiguos dioses, incluso aquel culto era reconocido como legal en algunos países, la cristiandad se había apoderado del mundo.
Víctor sujeto una botella de cerveza que tenía en su mesa de luz y le dio un largo trago hasta vaciarla. Con un gesto de odio en su rostro, se volvió a acostar para intentar dormir.
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Thor: El Renacer de un Dios
AdventureVíctor Donner es, a primera vista, un tipo normal. Obrero en una construcción, soltero y solitario, con aires depresivos y violento. un hombre volcado en su propia autodestrucción. Sin embargo, es más que un hombre. Hace siglos fue adorado como un d...