Capítulo 2: Revelaciones

476 49 25
                                    

Un oscuro calabozo medieval

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un oscuro calabozo medieval. Los gritos de dolor y el olor de la sangre eran abundantes allí abajo. Varios nórdicos estaban siendo torturados, buscaban quebrarlos para que renunciaran a sus dioses paganos y aceptaran el cristianismo. A pesar de la fiereza de los nórdicos, muchos terminaban quebrandose.

Un hombre se encontraba en una de las últimas celdas. Era un tipo bastante alto, pelirrojo, con barba y de complexión robusta, sus ojos azules destellaban de odió hacia sus captores.

—¿Quién es tu dios? —pregunto un cura presente.

—Odín —dijo el nórdico sin miedo, a lo que recibió un fuerte golpe en la mandíbula por ello.

—Oh, hijo mío. Debes renunciar a los falsos dioses y abrazar la luz de la salvación que Cristo te ofrece.

—A la mierda Cristo. —Otro golpe, esta vez varios dientes volaron.

—No insultes a Cristo, maldito bárbaro —dijo con odio el soldado que lo golpeaba, pero el pelirrojo solo sonrió con arrogancia.

—Tu dios es un cobarde maricón.

Un golpe en la boca del estómago y otro en los labios. El sabor metálico de su propia sangre invadía al pelirrojo.

—Deja de blasfemar y acepta a Dios en tu corazón para poder salvar... —no pudo terminar de hablar pues el nórdico le escupió la cara con su propia sangre, ganándose más golpes. El cura se limpió con repugnancia—. Si Odín existe, ¿dónde está? ¿Por qué no se aparece para demostrar que es el dios verdadero? —El nórdico se quedó en silencio—. Él nunca existió, y si lo hizo no fue más que un demonio embustero que quería robarse las almas que le pertenecen a nuestro señor.

—No se donde este mi padre, pero él no es ningún demonio. Él es el dios más poderoso que existe. Sás que Zeus y definitivamente más que tu miserable dios. Y te juro que cuando El Padre de Todo intervenga, hará que ese bastardo al que llaman dios se ahogue en su propia sangre.

—¿Tanto seguirás con esa adoración a tu falso dios? —pregunto el soldado mientras sacaba un cuchillo—. Te acercare más a él entonces.

Sin dudarlo introdujo su cuchillo en el ojo izquierdo del pelirrojo, que no pudo evitar gritar por el punzante dolor que sintió. Con gran brusquedad, el cristiano le sacó el ojo y lo arrojó con desprecio al suelo.

—¿¡Quién es tu dios!? —grito enfurecido el soldado.

—¡Odín! —grito con rabia y seguridad el nórdico, mientras la sangre resbalaba por su mejilla.

En ese momento Víctor despertó, se sentó en la cama de golpe y tomó su cabeza. Otra pesadilla, otro recuerdo de una de sus vidas pasadas. Recordaba cada una. Recordaba como al principio, los suyos lucharon con valor para mantener sus creencias, sus tradiciones y su cultura. Y recordaba como al final todo eso se perdió.

Sábado a la noche; el bar estaba lleno y las risas resonaban en el lugar acompañado de música baja para permitir la charla. Todos se divertían excepto Víctor, que bebía su cuarta cerveza en la barra. El domingo no tenía trabajo, podia sumergirse en el alcohol y en su miseria aquella noche.

Una mujer entró al bar, llamando la atención de varios presentes. Ella era muy atractiva, con voluptuosas curvas que se denotaban en su ropa ajustada, pelirroja con ojos azules, además de ser alta pues llegaba al metro setenta. Algunos varones intentaron hablarle, otros solo se limitaron a murmurar comentarios entre sus amigos sobre lo atractiva que era la mujer, además de tener un aire imponente.

La fémina se sentó al lado de Víctor que la ignoró por completo. Iba a darle otro sorbo a su cerveza, pero la mujer se la arrebató.

—No puedo creer que seas tú. —Le dio un largo trago a la botella, acabandosela—. Estas acabado.

—¿Quién mierda eres tú?

—Creí que preferirías tomar hidromiel, al menos eso dicen los relatos. —Víctor se quedó mudó al escuchar esa insinuación, lo que mujer noto. —Llevo mucho buscándote, diría que demasiado.

—¿Quién eres?

—Eso no importa ahora. ¿Sabes que aunque eres mortal aún tienes la esencia de un dios? Es mucho más débil, y hay que acercarse lo suficiente para sentirla, pero aún la tienes.

—¿Quién rayos eres?

—Rayos y truenos, esos solía ser tu elemento. ¿Extrañas los viejos tiempos, Thor?

Víctor quedó boquiabierto. Hacía siglos que nadie lo llamaba por su verdadero nombre. Aquella misteriosa mujer lo reconocía, sabía quién era realmente. Ella se levantó de la barra y se dirigió a la salida. Ell pelirrojo dejó pago, con torpeza, lo consumido y salió tras ella, que lo espero afuera.

—¿Como sabes quien soy?

—Porque Zeus me envió a buscarte hace ya muchos años. He recorrido el mundo buscándote.

—¿Zeus te mando? ¿Él descubrió dónde estaba?

—No. Zeus no podía localizarte, posiblemente sea obra del dios cristiano eso. Un viejo conocido tuyo me dijo que te buscara en América.

—No lo entiendo ¿Quién eres tú?

—¿Acaso no es obvio? —Víctor nego con la cabeza en lo que un rayo chocaba con la pelirroja, haciendo que su apariencia cambiará ligeramente. Ahora era más alta, llegaba al metro noventa, su cuerpo era más fibroso y voluptuoso, sus ropas eran mucho más revelativas y dejaban poco a la imaginación. —Puedes llamarme Thrud, hija de Thor y Atenea. Tu hija.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Thor: El Renacer de un DiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora