Capítulo 19

1.5K 205 36
                                    

Después de días, por fin pude ponerme de pie. Tony me cuidó durante todo aquel tiempo, y no se separó ni un segundo de mí. Sin embargo, pronto tuvo que volver a sus deberes, y tuvimos que dejar atrás esa fantasía de pasar todo el día en la cama uno al lado del otro. Aquello no solo había sido beneficioso para mí, sino también para Tony, ya que por fin se había tomado el descanso que tanto merecía.

Ahora me encontraba en el consultorio de Bruce. No tenía visita programada y me había aparecido de sorpresa. Pero no podía esperar más. La ansiedad por saber los resultados de las últimas pruebas no me dejaba tranquilo.

— Mira Steve... — dijo finalmente Bruce revisando unos papeles. Lo sentía inquieto. No sabía si se había puesto tenso tras haber leído su móvil o por lo que me iría a decir. — El arsénico es un químico muy dañino. Había una posibilidad de que salieras embarazado. Pequeña, pero la había. Ahora no lo sé. — me explicó. En ese momento me sentí exactamente como si estuviera siendo absorbido por un agujero negro: Vacío y profundo del que parecía no iba a salir jamás. — Podemos seguir con el tratamiento, pero no puedo prometerte nada.

Por más tristeza que me llenó,no salió lágrima alguna. Simplemente  me quedé en silencio y asentí. En mi vida ya había llorado demasiado, y había aprendido que no servía de nada. Así que mientras pudiera evitarlo, no lo haría. Guardaría mis lágrimas sólo para momentos en los que mi corazón sufriese realmente.

— Creo que en verdad estoy descompuesto.— dije con amargura.

— Claro que no. Tal vez hemos retrocedido. Pero todavía se puede intentar. — me animó. Y yo confié en él, pues confiaba en mi Alfa y este me había dicho que cuando Bruce estaba determinado a lograr algo, lo conseguía. Estaba profundamente dedicado a la ciencia, y no podía haber alguien mejor para solucionar mi problema.

Tras haberme animado un poco, decidí que era tiempo de marcharme. Pero cuando me bajé de la camilla dispuesto a irme, la puerta se abrió abruptamente produciendo un estruendoso ruido al golpear la pared. Lo que ví me hizo olvidar por completo de mi situación. Era Natasha, y estaba sangrando. Mis ojos se abrieron a tal punto que pensé que se caerían de mis cuencos. Bruce reaccionó inmediatamente y corrió para recibirla.

— Mierda, — dijo la pelirroja al verme —No me dijiste que Steve estaba aquí.

Bruce hizo que se apoyara en sus hombros.

— No pensé que llegarías tan rápido, —le explicó ayudándola a subirse a la camilla. Luego posó su mirada en mí. —Steve, ayúdame.

Me acerqué y me ordenó que con una gasa presionara la herida en su abdomen. Cuando lo hice, pude sentir la sangre caliente y pronto mis manos se mancharon con aquel líquido oscuro. Debía estar conteniéndose, porque a pesar de la gravedad de la herida, Natasha mantenía la misma expresión imperturbable de siempre.

— No me mires así, — me pidió ella haciendo un esfuerzo para hablar. 

— Perdona, — me disculpé bajando la mirada.

— No, — negó produciendo algo parecido a una risa,  y pude sentir la sangre salir con un poco más de fuerza ante el gesto —Me agradas, Steve.

Le sonreí.

— Tú también, — le confesé con sinceridad.

— Steve, haz más presión, —ordenó Bruce preparando sus implementos. Obedecí y Natasha ahogó un quejido de dolor.

— Me agradas aunque seas un tonto, — repitió con una sonrisa. — Me enteré de que le hiciste pasar un susto a Tony.— comentó.

Sabía que estaba hablando para distraerse del dolor, normalmente era muy reservada. Bruce me pidió que me apartara para poder limpiar y cerrar la herida. Yo observé todo desde una esquina preguntándome que le había sucedido y si aquello tenía que ver con su ausencia durante todo este tiempo.

Descompuesto STONYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora