Capítulo 3

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La casa a la que me llevaron se encontraba tan lejos que me dormí gran parte del trayecto. A mi mente vino con tristeza los recuerdos de Bucky, de los cuales supe que pronto me tendría que desprender. Me sentía indigno, pues a partir de ahora mis servicios estarían dispuesto a la persona que muchas amarguras le había ocasionado.

La casa era hermosa, su fachada estaba pulcramente pintada, y brillaba bajo la luz de la luna. En la entrada me recibió un hombre canoso con una bata de doctor y me sonrió afable indicándome que podía pasar, cuando me quede torpemente de pie en la entrada. Lo distinguí como un omega, lo cual se me hizo extraño.

— Hola, soy Bruce, — se presentó. El interior era completamente moderno, a excepción de unos cuadros tradicionales que ya había visto antes en Zajas. Verlos me provoco una punzada en el pecho que se desvaneció tan rápido como llego en cuanto el omega volvió a hablar: —Jarvis se encuentra ausente en estos momentos, así que yo te ayudaré a adaptarte.

Bruce habló abiertamente de su posición como médico. Yo no entendía como un simple omega tenía un cargo tan importante. Comprendía que el dinero podía comprar posiciones, pero Bruce me había relatado brevemente que había conocido a Tony cuando este era pequeño, y en gratitud a su amistad este le había concedido los estudios y un puesto como doctor en una de sus franquicias. Nunca había oído nada parecido. Y a mi mente vinieron los anticuados jefes de Zajas e imaginé sus rostros escandalizados ante tal desfachatez. Para ellos, los omegas se limitaban a servir a un Alfa y darle hijos como era tradicionalmente.

— ¿Eso está permitido? — me sentí libre de preguntar.

— No realmente, son particularidades de Tony.— repuso. Que Bruce se refiriera a Stark por su nombre también me impresionó.

Llegamos a una habitación. Era sencilla, pero mejor que cualquiera en las que hubiera estado. Bruce me indicó que me sentara en la cama.

— Aquí somos liberales, pero todavía no tanto. — se rio por lo bajo. Luego, mientras se colocaba unos guantes de látex para tomar sus materiales preguntó: — ¿Cuándo fue tu último celo?

— Nunca he tenido uno. — respondí avergonzado. Bruce se quitó el estetoscopio y me miró como si me hubiese brotado otra cabeza. — Fui esterilizado.

— Lo sé, lo sé. — respondió una vez volvió a la realidad — Pero revisé tu caso, y no fue realizado perfectamente. La mayoría de intervenciones costumbristas tienen un siete por ciento de probabilidades de ser eficaces. Eso significa que todavía puedes tener etapas de celo.

Mis ojos se abrieron abruptamente y me quedé estupefacto ante aquella revelación. Jamás había sentido nada que me indicara que aquella parte, que pensaba habían arrancado por completo de mí, todavía funcionaba. Al principio, en mis encuentros con Alfas, lo único que había sentido era dolor, después llegué hasta tolerarlo, pero jamás pude sentir placer.

— Esto es asombroso. Nunca había visto un caso igual. Tu inconsciente se creyó el hecho de la esterilización y mentalmente has suprimido tus etapas de celo. — explicó atónito.

Una alegría me embargo al pensar que todo estaba resuelto. Sin embargo; la seriedad que remplazó la emoción en su rostro resultaba para mí una mala señal.

— Pero sigo siendo infértil ¿verdad? —De nada me serviría sufrir el celo si jamás podía darle un hijo a un Alfa. El principal deseo de cualquiera era un descendiente.

— No te desanimes. Nada está claro. — trató de animarme. Quise aferrarme a sus palabras, sino ¿de qué le serviría a Stark? Me echaría en cuanto se aburriese de mí, mi futuro era incierto.

— Tony no te despreciará por aquello. El aprecia el amor, y lo recompensa. No iras a las calles si eso temes. — Me leyó la mente —Además, siento que tú eres perfecto para distraerlo de sus problemas.

Descompuesto STONYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora