Capítulo 21

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Una ráfaga de viento me despertó en medio de la noche; la ventana se encontraba abierta de par en par.
Me puse de pie y al acercarme para cerrarla, mis ojos se posaron en la flor azul que yacía en el marco. ¿De nuevo?, pensé. Era la tercera vez que aparecía. Ya no podía culpar más al viento.

Aquello me inquietó demasiado. Tenía que haber sido alguien, y quien sea que fuera, debía poseer la agilidad para cruzar los muros que protegían la casa y escalar hasta la ventana sin ser visto.

Observé los alrededores con cautela y al no encontrar señal alguna, cerré la ventana con seguro, y volví a la protección de los brazos de mi Alfa.  Tras aquello, la noche se me hizo larga.

Pensar que alguien podía entrar tan fácilmente, me angustiaba, y a la mañana siguiente le comenté a Jarvis mis temores. Este repuso que aquello era imposible. Nadie podía traspasar los muros sin ser advertido. Así que dejé aquellos pensamientos de lado, (pues podría tratarse de una simple broma de algún Omega que quería asustarme) y me dediqué a Tony por completo.

En los últimos días, se había repuesto gracias a los medicamentos; sin embargo, con todo el trabajo que tenía por hacer, parecía que pronto iba a volver a su estado anterior. A veces tenía que esforzarme para evitar que se desvelara trabajando. Me maldecía y yo le contestaba con brusquedad, como una niñera reprendiéndole a un chiquillo. Pero su enfado no era grave, le servía de distracción después de tantas horas de disimular ante el resto que estaba en perfectas condiciones.

Yo pensaba que una vez que las reelecciones se hubiesen cancelado, todo fluiría a su curso. Sin embargo, todavía había ciertos problemas con los que lidiar. Todos andaban malhumorados. Parecía que cada vez que lograban algo, la vida se los cobraba y complicando más las cosas. ¿Hasta cuando Hydra iban a seguir saliéndose con la suya? Para empeorarlo todo, una mala noticia llegó aquel día.

Tony trabajaba sin descanso en su oficina mientras yo lo acompañaba intentando descifrar un libro francés. Este narraba la historia de una Alfa inmigrante que tras Hydra haber tomado Francia, sumiéndola en el caos, escapaba del país. Me costaba entenderlo y de vez en cuando debía pedirle a Tony que me ayudara con algunas palabras. Oírlo era un placer para mis oídos. Su pronunciación no era perfecta; sin embargo, era tierno ver que se esforzara. A veces incluso le costaba proferir algunas palabras. Y cuando la lengua se le trababa, pretendía no conocerlas y me alcanzaba un diccionario. Era muy orgulloso para admitir que no lo sabía todo. No era su culpa, siempre habían puesto presión sobre él para que fuera perfecto.

Entonces, en medio de aquella calma, la puerta se abrió abruptamente produciéndome un sobresalto. Era Stephen entrado sin siquiera tocar, pued podía tomarse aquellas libertades. 

— ¿Qué ha sucedido ahora? —Preguntó Tony presintiendo las malas noticias al ver la expresión inquieta del Alfa.

— Heinz ha retirado su apoyo, — repuso soltando un bufido. No le gustaba ser portador de novedades aciagas. Bueno, ¿A quién sí?

— Era de suponerse. He herido su orgullo, —se llevó una mano a la cabeza tirando de sus cabellos. — No sé que hacer. Sin Heinz no tengo informantes dentro.

— Dale lo que quiere.

— Ni hablar, — Tony negó inmediatamente. — Debo hablar con Obadiah, él tiene la culpa de todo.

— No está. Hace días que no lo veo.

—. Debe haberse enfadado. Le he dicho que le iba a quitar su posición si seguía actuando como lo esta haciendo. —murmuró Tony.

Descompuesto STONYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora