Capítulo Sesenta y Nueve: "Isla de cocos 3"

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Desperté y Antonieta seguía dormida lo cual era perfecto porque quería prepararle un desayuno especial por su cumpleaños, tenía muchas cosas planeadas para hacer en ese día y hacer de este día el más especial de todos.

Prepare el desayuno y lo lleve a la cama para despertar a Antonieta.

—¡Feliz cumpleaños!— le dije a Antonieta mientras despertaba.

—¿Qué es esto?— dijo sorprendía mientras intentaba abrir los ojos.

—Un desayuno para comenzar tu día especial bonita.

—Te amo, todo se ve tan rico.

Comenzamos a comer mientras le platicaba a Antonieta todo lo que haríamos, ella se vía muy emocionada y después de comer salto de la cama pata ir a tomar un baño y así poder irnos a hacer todo lo que tenía planeado.

Antes de salir de la cabañana para ir a explorar tomé a Antonieta de la mano y ella voltio a verme.

—Tengo un regalo para ti— le dije mientras sacaba algo de mi mochila— ¡cierra los ojos!

Me coloque detrás de Antonieta y le coloque el collar que le había comprado el día que salí a la universidad con Eli. Antonieta abrió los ojos y colocó su mano sobre el collar viéndose en un espejo que estaba en la entrada de la cabaña.

—¡Es hermoso!— me dijo mientras lo observaba con atención— ¡Muchas gracias!

Antonieta voltio y me dio un abrazo y un beso, sabía que ella lo amaria.

—Esta hecho con tu piedra según el sódico.

—¡Es perfecto! ¡Lo amo!— me dijo—. Y te amo aún más a ti.

Salimos de la cabañana para ir a una caminata que nos llevaría a un lugar en donde tendríamos un bonito picnic que le había preparado a Antonieta.

Caminábamos muy despacio para poder apreciar la belleza de la selva tropical que teníamos frente a nosotros, a pesar de que vivíamos en la selva frente al mar, en ese lugar era algo distinto, sus árboles eran distintos, de diferentes edades, desde troncos grandiosos a otros más flacos pero igual de altos, las aves salían de todas partes todas con distintos cantos, la tierra era húmeda y el verde musgo estaba por todas partes, algunos rayos de luz se hacían presente de vez en cuando, sólo cuando los árboles lo permitían; una caminata llena de paz y energía.

Llegamos a un bello ojo de agua que se formaba con el agua de mar que llegaba de vez en cuando a el, era el lugar perfecto para descansar y comer algo así que puse mi mochila en el suelo mientras Antonieta veía el paisaje del lugar; abrí la mochila, tome la cajita con el anillo que también le había comprado a Antonieta, no sabía si se lo pensaba dar pero lo había llevado por si acaso, lo guarde en mi bolsillo y saque una manta para que nos sentaramos a comer algo.

Después de que terminamos de comer ya me había decidió, le regalaría también el anillo y pensaba una y otra vez en que es lo que le iba a decir, mientras practicaba mentalmente que es lo que le iba a decir el teléfono de Antonieta comenzó a sonar y Antonieta voltio a verme apenada por el hecho de que había arruinado la atmósfera romántica que habían estado formando.

—No te preocupes, contesta.

—¿Seguro?

—Si, tal vez sea algo importante.

Antonieta se puso de pie y contestó, mientras ella hablaba yo seguía pensando en las palabras correctas para lo que estaba a punto de hacer.

Cuando Antonieta regreso estaba saltando de la emoción.

—¡Nunca te imaginas quien era!— dijo Antonieta mientras seguía saltando de emoción.

—¿Quién era?

—¡La señora Palacios!— me dijo Antonieta dejándome confundido.

—¿La que nos trajo hasta aquí?— le pregunté y ella asintió—. ¿Todo está bien?

—Okey, no te había dicho nada pero le pedí a la señora Palacios que nos inscribirá en otro voluntariado ya que este está llegando a su fin y me dijo que fuimos aceptados.

Me quedé callado ante lo que acababa de escuchar, no sabía que pensar, principalmente porque básicamente ella había tomando la decisión sin siquiera tomarme en cuenta, al escuchar eso le decía adiós a él parque y la propuesta que Eli me había hecho. Pasaron unos segundos y yo me quede callado pensando en tantas cosas.

—¿Estás bien?— me pregunto Antonieta preocupada.

—Amm...si ¿en donde es el voluntariado?— le pregunté fingiendo interés.

—¡Asia!— dijo emocionada Antonieta— en la noche me mandará más detalles por correo... pero no te veo para nada emocionado.

—La verdad es que no se que pensar— le dije mientras me ponía de pie— Pero si estoy emocionado.

—Pues no se te nota pero bueno, si tu lo dices.

—Mejos vamos a darnos un chapuzon en este ojo de agua que se ve delicioso— le dije intentando cambiar el tema.

Antonieta se pudo de pie, se quitó el vestido y salto al agua, yo camine hacia mi mochila y guarde el anillo en el fondo de la mochila para que Antonieta no logrará verlo, me sentía abrumado y sabía que no sería la mejor opción darle ese anillo en esos momentos, tenía tantas ganas de decirle muchas cosas por lo que acababa de pasar pero por respeto a su cumpleaños y el viaje que estábamos haciendo lo guardería para cuando regresaramos aunque me fuera a costar mucho, no iba a ser yo quien arruinada tan "mágico" viaje.

—¿No te vas a meter?— pregunto Antonieta desde el agua.

—¿Como no? Si la idea fue mía— le dije mientras saltaba al agua cayendo a un lado de Antonieta.

Cuando vi en sus ojos me di cuenta, ella seguiría siempre en busca de un lugar porque ella no le pertenecía a nadie, ella le pertenecía a todo, así de simple era, su corazón siempre saldría en busca de más y el mío se había llenado tanto que tal vez y sólo tal vez al intentar seguirle el paso a alguien como a ella podía hacer que el extrañar se convierta en mi peor castigo.

Simple (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora